Por desgracia, la experiencia nos confirma que en la guerra vale todo. Los bombardeos de Hamburgo o de Hiroshima y Nagasaki se desarrollaron en el marco de una guerra convencional y mundial, siendo dirigidos mayoritariamente contra la población civil. Hoy, desaparecida la Unión Soviética, sólo existe una potencia militar en el mundo, la de EE.UU. […]
Por desgracia, la experiencia nos confirma que en la guerra vale todo. Los bombardeos de Hamburgo o de Hiroshima y Nagasaki se desarrollaron en el marco de una guerra convencional y mundial, siendo dirigidos mayoritariamente contra la población civil. Hoy, desaparecida la Unión Soviética, sólo existe una potencia militar en el mundo, la de EE.UU. Es inconcebible una «guerra convencional» que pueda intimidar el poderío militar norte-americano.
Sin embargo, según continuas declaraciones de Bush y sus cómplices, el imperio y sus aliados están en guerra. En guerra contra el «terrorismo», dicen. Pero la verdad es que las elites capitalistas están siempre en conflicto con los oprimidos. Cuanto más opresión, más duro se hace el conflicto. Estos días las portadas de los periódicos están casi monopolizadas por actos «terroristas» provenientes de grupos islamistas: Irak, Chechenia, Palestina. Tres países ocupados en los que se suma la radicalización de parte de sus habitantes con la desesperación y miseria. Sin embargo, el capital también está en conflicto en Latinoamérica y en especial, con el país principal productor de petróleo en esa zona: Venezuela (qué casualidad). En Latinoamérica el conflicto no ha llegado en estas fechas al nivel de crudeza que en los países árabes, pero por razones puramente coyunturales, hay que recordar que en los años 70 y 80 la situación de los países latinoamericanos era similar a la actual en Medio Oriente (desapariciones, guerras civiles…).
Pero la lucha de clases, con menor intensidad, también se está reflejando dentro del imperio, solo hay que observar la oposición interna a Bush dentro de su propio país, el cambio de gobierno en España, o la política exterior independiente de Francia.
Lo grave estos días es que la declaración de guerra abierta no sólo afecta a las poblaciones civiles de Irak, Chechenia, Palestina, Iran, Siria, Colombia o Cuba, sino que también la violencia de los conflictos militares, lógicamente, nos puede dañar a los ciudadanos de los países desarrollados. Si en virtud de la guerra EE.UU y sus aliados pueden bombardear mercados, hospitales, centros de prensa (todo ello prohibido por los tratados internacionales), ¿por qué no podrían hacer los mismo la otra parte en el conflicto?
No se puede objetar que en esta lucha unos son países democráticos y otros no ¿qué legitimidad democrática tiene Israel en los territorios ocupados? ¿o EE.UU en Irak o en Afganistán?
Los ciudadanos de todo el mundo tenemos que levantarnos contra esta guerra en la que los mas desfavorecidos de un bando y de otro ponen las víctimas y otros ganan el dinero.