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Entrevista a Eugenio del Río sobre "De la indignación de ayer a la de hoy" (II)

«Bajo el rótulo del socialismo hemos conocido revoluciones modernizadoras, que trataban de sacar a sus países del atraso»

Fuentes: Rebelión

Ex dirigente del Movimiento Comunista, Eugenio del Río es autor de numerosos y artículos sobre la izquierda revolucionaria europea de la segunda mitad del siglo XX y sobre temáticas afines. Nuestras conversaciones se centrarán en el ensayo que da título a estas entrevistas. *** Nos centramos ahora si te parece en el primer capítulo del […]

Ex dirigente del Movimiento Comunista, Eugenio del Río es autor de numerosos y artículos sobre la izquierda revolucionaria europea de la segunda mitad del siglo XX y sobre temáticas afines. Nuestras conversaciones se centrarán en el ensayo que da título a estas entrevistas.

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Nos centramos ahora si te parece en el primer capítulo del libro: «Nueva izquierda e izquierdas radicales en los años cincuenta y sesenta del siglo XX». El origen de la moderna izquierda europea, señalas, se puede fechar aproximadamente en 1889, cuando fue fundada la Internacional Socialista. ¿Por qué no antes? Cuando se fundó, por ejemplo, la Primera Internacional.

La I y la II han pasado a la historia como partes de una misma serie, y, sin embargo, son extremadamente diferentes. Mucho más de lo que se suele pensar comúnmente.

Cuando hace más de veinte años dediqué algún tiempo al estudio de la Primera Internacional, me sorprendió comprobar hasta qué punto eran reducidas sus dimensiones (un alma grande en un cuerpo pequeño, se decía). Desde el punto de vista de la implantación, la I y la II eran dos mundos distintos. Pero no es solo el aspecto cuantitativo. Hasta final del siglo XIX, con la II Internacional, no se configura el movimiento -la izquierda- que, con muchos cambios, ciertamente, llega hasta después de la II Guerra Mundial y hasta hoy.

La estructura formada por grandes partidos, grandes sindicatos (y un conglomerado asociativo diverso) y grandes electorados es algo que no existía ni de lejos en la Asociación Internacional de Trabajadores. Las funciones políticas y sociales de ambas fueron también muy distintas. El SDP alemán, una contra-sociedad o sociedad paralela, que fue el modelo de la II, era inimaginable en las décadas de 1860 y 1870. Y la relativa unidad ideológica de la II, con el marxismo como corriente principal, no tiene parangón con la esfera ideológica de la I, con una acusada influencia del anarquismo en sus distintas versiones.

Algunas continuidades hay entre la I y la II, pero la izquierda moderna, la de los movimientos de gran escala, la que actúa en las instituciones políticas e influye en las políticas nacionales, la que representa a grandes parcelas de la población es cosa sobre todo del siglo XX.

Si es así, y seguro que es así, ¿por qué entonces se suele dar tanta importancia a la I Internacional, incluso mucho más que a la II?

No estoy en condiciones de dar una buena respuesta. Acaso cuenta algo ese propósito, comprensible, aunque abusivo, de establecer una historia común entre ambas experiencias, como si ello reforzara la propia historia. Así y todo, quienes han hecho una labor historiográfica rigurosa han podido verificar las grandes diferencias entre la I y la II.

Una más sobre este punto: la influencia del anarquismo a la que has hecho referencia, ¿en qué nudos, en qué aspectos dejó huella principal? ¿No fue más bien un movimiento que dejó huella tan sólo en algunos países: Rusia, España, Italia,…?

  El anarquismo histórico de aquel período tenía corrientes muy distintas. Las diferencias entre Proudhon y Bakunin fueron enormes. La implantación de las corrientes anarquistas en la época de la AIT era pequeña pero destacada dentro de un conjunto que, todo él, era muy limitado. La existencia de aquellos primeros anarquismos fue decayendo claramente, no solo en Suiza, donde había tenido cierto arraigo, sino en el Mediterráneo (Italia, Francia meridional, Cataluña, Andalucía). A través de la emigración, el anarquismo llegó a Uruguay, Argentina, Estados Unidos… pero, finalmente, se fue disolviendo o quedó reducido a una expresión menor.

Pero, lo que renace de vez en cuando no es tanto el anarquismo histórico, con sus autores y sus obras, sino un racimo de ideas ácratas, de rechazo de la institucionalidad política, de la delegación, de las mediaciones políticas. Curiosamente, quienes encarnan estas ideas, en su mayor parte no se identifican como anarquistas.

Por cierto, y contradiciéndome con lo que acabo de prometer, la II Internacional sigue existiendo. ¿Qué papel juega en la actualidad? ¿Qué gentes siguen abonando esa «internacional»?

  La II Internacional estalló en muchos pedazos al comienzo de la I Guerra Mundial. Luego se reconstruyó una II y una II y 1/2. Y, en 1919, algunos sectores de la Internacional Socialista participaron en la fundación de la III. Y después de la II Guerra Mundial vino otra Internacional Socialista, que, a su vez, ha ido experimentando cambios importantes.

En la actualidad es una especie de confederación de partidos, mayormente europeos, aunque también latinoamericanos, muy poco operativa. Se diría que podría encontrar en Europa un campo de acción propicio para practicar una política común, pero los divergentes intereses nacionales de los distintos países, al menos hasta ahora, lo están impidiendo. Y no veo que haya partidos o personalidades influyentes que actúen para invertir esta dinámica.

Promover una comunidad de intereses suficiente para cimentar una política común está resultando uno de los problemas más difíciles de abordar. Pero esto afecta también a los partidos europeos situados más a la izquierda.

Hablas del papel de los partidos comunistas en la resistencia contra la ocupación nazi de sus países. Citas los casos de Italia, Francia, Grecia y Yugoslavia. ¿Sólo en estos países?

Son los cuatro en los que concurrieron dos circunstancias peculiares: fueron unos movimientos de resistencia muy fuertes y en los que los partidos comunistas tuvieron una posición político-militar hegemónica. Hubo movimientos de resistencia de sumo interés (el noruego, el holandés en su última etapa, incluso el modestísimo y siempre heroico alemán, y otros) pero de un calibre menor.

Modestísimo alemán… Pero antes de la llegada del nazismo al poder, no era tan modestísimo. ¿O ando muy equivocado?

Una cosa era el Partido Socialdemócrata alemán, fortísimo hasta su naufragio en 1933, y otra el movimiento de resistencia que se abrió paso, ya en el curso de la guerra, impulsado por una minoría muy reducida.

Haces referencia también al XX Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética. ¿Qué significó ese Congreso en la historia del movimiento comunista?

El desvelamiento de aspectos importantes del terror estalinista, en el XX Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética, celebrado en febrero de 1956, propició un cambio de clima en lo que se conocía como movimiento comunista internacional. Algunas lenguas se soltaron, aunque tímidamente al comienzo. También trajo consigo no pocas crisis de conciencia entre los comunistas de muchos países. No hace falta insistir en ello.

Supuso también, o así me lo parece, un impulso para la disociación ideológica entre la Unión Soviética y el nuevo poder chino, que digirió mal la iniciativa de Jruschev. El enfrentamiento doctrinal cobró fuerza, y se hizo público, a comienzos de los sesenta, pero el XX Congreso prendió la mecha.

Subrayo que estoy hablando del enfrentamiento doctrinal tal como se puso de relieve en los textos oficiales de una y otra parte, porque las desavenencias entre los dirigentes chinos y los soviéticos tenían raíces en los años treinta, mucho antes de la fundación de la República Popular en 1949, y fueron muy palpables en los años cincuenta. Los dirigentes chinos no podían dejar de ver con disgusto las intromisiones soviéticas en China, que iban flanqueadas por la financiación y el envío de miles de asesores soviéticos.

El tema es muy amplio, no entro en él, pero déjame algún apunte. ¿El PCChino sería, digamos, más estalinista a pesar de sus desacuerdos anteriores con la política defendida por Stalin durante la revolución china?

Nos ayudaría hacer una distinción entre estalinismo entendido como defensa de Stalin, de su figura, y estalinismo en tanto que práctica política en el ejercicio del poder o, si se prefiere, régimen político.

En el primer sentido, los dirigentes del Partido Comunista Chino no siempre fueron muy estalinistas. Tuvieron sus más y sus menos con los jefes del partido soviético y con el propio Stalin, que los miraba un poco por encima del hombro. Pasaron a hacer de la defensa de Stalin un baluarte cuando Jruschev sacó a relucir sus crímenes. En el otro sentido, los chinos fueron tan dictatoriales como los soviéticos. Hay diferencias de estilo pero rivalizaron en brutalidad.

Has hablado de no pocas crisis de conciencia entre los comunistas de muchos países. ¿Crisis de conciencia? ¿Por qué? ¿No querían aceptar lo que se estaba denunciando? ¿Tan «padrecito» para muchos de nosotros fue Stalin?

Los partidos comunistas habían idealizado en grado sumo a Stalin. Tuvo que ser muy duro para quienes se habían creído las leyendas oficiales tener que admitir la realidad y para quienes habían hecho de la creencia en los relatos oficiales del movimiento comunista internacional una seña de identidad personal. Y cuando tocamos las identidades colectivas y personales, en movimientos tan ideologizados, entramos en una comarca peligrosa y dolorosa.

Insisto en el tema: «condena de las atrocidades cometidas por Stalin». ¿Cuáles serían las principales atrocidades del estalinismo? ¿Sólo hay un gran debe criminal en el balance de la figura histórica de Stalin?

  Me resulta muy difícil poner en dos columnas el debe y el haber. Así lo hacían los dirigentes chinos en los años siguientes al XX Congreso del PCUS. Según ellos, Stalin había cometido un 30% de errores y había tenido un 70% de aciertos. No es fácil comparar las magnitudes de cosas de naturaleza muy diferente.

Tampoco me deja muy satisfecho el consenso creado en algunos medios de la izquierda respecto a lo reprobables que fueron los juicios políticos amañados, las ejecuciones de los adversarios políticos, las deportaciones a Siberia, los desplazamientos forzados de cientos de miles de personas, como si, con este enunciado se agotaran las objeciones y pudiéramos pasar limpiamente a la lista de logros.

La casi totalidad de las revoluciones del siglo XX tuvieron un propósito modernizador, por más que costaría mucho aplicarles a todas ellas esta afirmación. Estoy pensando especialmente en la camboyana. También en la semi-revolución, en la región peruana de Ayacucho, de Sendero Luminoso.

El impulso modernizador de las revoluciones ha tenido efectos que no deberían subestimarse (alimentación, salud, esperanza de vida, extensión de la educación, tecnología, recursos productivos, vías de comunicación, etc.).

Pero el problema está en el modelo, en el proyecto de sociedad, de política, de economía. Y ahí encontramos una economía colectivista extremadamente rígida, la unificación a ultranza de las esferas económica, política, jurídica e ideológica, la ausencia de una división efectiva de poderes, unos procedimientos de gobierno dictatoriales, la negación de las libertades y de la autonomía individual. Un juicio histórico benevolente sobre este modelo encuentra pocos asideros, aunque en haya habido mejoras en algunos aspectos en comparación con los desastres anteriores.

Me imagino tu respuesta. Seguro que has leído el libro que Domenico Losurdo dedicó a Stalin. ¿Qué te pareció?

  Losurdo se adentra en algunos campos en los que hemos sufrido una intensa lluvia de tópicos, algunos favorables a Stalin; otros, contrarios. Tengo que reconocer que no he trabajado en esos campos y, por lo tanto, no puedo tener una apreciación bien fundada. ¿Fue un gran estratega, como tantas veces he leído? Casi todo el mundo parece estar de acuerdo en que así fue pero yo no tengo elementos de juicio para poder afirmarlo. ¿Era antisemita? No lo sé. ¿En qué grado la represión estalinista guarda relación con su personalidad y en qué grado estuvo altamente condicionada por el contexto histórico de las presiones de todo tipo contra la URSS? Además de exigir un conocimiento histórico muy consistente, esta cuestión nos sitúa ante un problema de envergadura: ¿se pueden justificar medios como los que estamos mencionando cuando se trata de hacer frente a determinadas amenazas, o hay medios que son rechazables en cualquier circunstancia?

Por otra parte, he dedicado algunos años a trabajar sobre Marx, y su personalidad es algo que se me escapa una y otra vez. Me doy cuenta de que conozco poco y mal a la persona. Qué no decir de la personalidad de Stalin. No tengo nada en contra de que Losurdo haya abierto ese debate, pero yo trato de permanecer en la perspectiva de la que hablo al final de mi anterior respuesta.

Acabas de señalar: «La casi totalidad de las revoluciones del siglo XX tuvieron un propósito modernizador, por más que costaría mucho aplicarles a todas ellas esta afirmación. Estoy pensando especialmente en la camboyana.» ¿Qué calificativo aplicarías entonces a esa revolución? ¿Por qué en su momento fue aceptada inicialmente por sectores de la izquierda revolucionaria europea?

Bajo el rótulo del socialismo hemos conocido revoluciones modernizadoras, que trataban de sacar a sus países del atraso. El caso camboyano es más propiamente arcaizante.

La retórica comunista, la distancia, el desconocimiento, la mitomanía, llevó a muchas buenas almas, a miles de kilómetros de distancia, a apoyar a los jemeres rojos, pero también, en 1979, a los ayatolas iraníes o a los dirigentes sandinistas cuando había ya indicios contundentes de su corrupción. Es algo que se repite sin cesar: la idealización y la identificación con procesos que de hecho se conocen mal. Claro que es más grave cuando se conocen y se siguen apoyando. Muchas veces se observa una mezcla de paternalismo hacia el Tercer Mundo y de mala conciencia de progre occidental. Y, como trasfondo, una frágil conciencia sobre las libertades, una de las rémoras que pesan sobre sectores de izquierda en España y en otros países, cuya defensa en toda circunstancia no es considerada como una cuestión de principio.

A los dirigentes sandinistas, apuntas, cuando había ya indicios contundentes de su corrupción. ¿Cuándo hubo esos indicios contundentes de su corrupción? ¿Ya durante la década de los ochenta?

Mónica Baltodano, que fue comandante guerrillera y alto cargo del Gobierno sandinista, escribió que la transformación de revolucionarios en corruptos (o de revolucionarios en millonarios, en palabras de Ernesto Cardenal) no fue algo repentino. Yo, si hablo por mi, tal como lo recuerdo, tengo que referirme a la célebre piñata, que tuvo lugar cuando el FSLN perdió las elecciones de febrero de 1990. Es entonces cuando los indicios se hicieron más patentes.

Tras diez años en el gobierno y enfrentándose a la contra, a Obango y a otros frentes abiertos…

En Nicaragua había habido numerosas confiscaciones en los años anteriores. Y quienes apoyábamos al sandinismo creímos demasiado fácilmente que se trataba de una nueva ola de confiscaciones, antes de que la derecha se aposentara en el poder, destinada a reunir recursos (tierras, capitales, etc.) para favorecer a los sectores más modestos de la sociedad. Esta era la versión sandinista oficial. Pero, he de reconocer, que nos costó algún tiempo escarbar en las informaciones de las que disponíamos y aceptar que lo que estaba registrándose era una apropiación de bienes llevada a cabo por dirigentes del aparato sandinista, encabezados por los hermanos Ortega.

Cambio de tercio., te pregunto a continuación por las ideas de la nueva izquierda británica,

De acuerdo.

[*] La primera parte de esta entrevista puede verse en http://www.rebelion.org/noticia.php?id=185878

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.