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Barcelona debe ser una ciudad machadiana

Fuentes: Rebelión

Para Clara Valverde y Carlos Jiménez Villarejo, dos barceloneses machadianos Es un honor estar entre ustedes, en este día azul y con este sol (un poco nublado) de la infancia, aquí, en este Centre Cívic que lleva el hermoso nombre de Teresa Pàmies, y en este más que merecido homenaje a Antonio Machado y a […]

Para Clara Valverde y Carlos Jiménez Villarejo, dos barceloneses machadianos

Es un honor estar entre ustedes, en este día azul y con este sol (un poco nublado) de la infancia, aquí, en este Centre Cívic que lleva el hermoso nombre de Teresa Pàmies, y en este más que merecido homenaje a Antonio Machado y a Carlos Jiménez Villarejo [CJV], familiar de algunos de ustedes, referente, compañero y amigo de todos nosotros desde hace años, desde hace muchos años.

Uno dos intervenciones, la que me ha encargado el colectivo Juan de Mairena (¡qué nombre tan bien escogido, todo un acierto!) sobre ciudades machadianas y una mía, personal, sobre CJV (esta segunda, al final).

Les hablo en primer lugar, de un tema que puede parecer que no toca -¡todo se pega!- en un día como hoy, en este 14 de abril, pero que, si lo pensamos un poco mejor, sí toca y toca mucho: está directamente relacionado con nuestro encuentro. Entre otras razones porque CJV es un gran jurista machadiano y porque además, a algunos de ustedes, también a mí, quizás les recuerde la figura de aquel poeta republicano, fiel a la República española hasta el último aliento, ligero de equipaje, casi desnudo, como los hijos de la mar, aquel autor de proverbios y cantares como éste por ejemplo: «No es el yo fundamental/ lo que busca el poeta, / sino el tú esencial». Algunos juristas, CJV por ejemplo, buscan lo mismo.

El 80º aniversario de la llegada de don Antonio a Barcelona es la causa desencadenante de este doble homenaje y por eso les voy a hablar de redes, de redes ciudadanas que dan libertad.

La Red de Ciudades Machadianas es una de ellas y se ubica en lugar destacado. Esta red es una asociación de municipios creada el 22 de febrero de 2009, hace algo más de 9 años. Forman parte de ella hasta el momento Sevilla, Soria, Baeza, Segovia, Collioure y Rocafort (Valencia). Han sido invitadas a unirse Madrid y París. Madrid, en tiempos de Ana Botella, rechazo el ofrecimiento. Todas esas ciudades tienen en común (también las dos últimas) el haber sido lugares de residencia del poeta del torpe aliño indumentario. La Red, que por supuesto es una asociación sin ánimo de lucro, surgió con el objetivo principal de difundir la obra y la vida de Machado, así como establecer intercambio de experiencias entre los municipios socios y desarrollar una política de promoción y generación de encuentros sobre la figura del autor del Juan de Mairena (un texto, por cierto, muy amado por un profesor, también referente de algunos de nosotros, machadiano donde los haya, un poeta y activista que estaría muy a gusto aquí esta mañana; les estoy hablando, como han adivinado, de José María Valverde; su hija Clara no ha podido venir pero sí el amigo Ángel, su yerno), actividades, encuentros, decía, que quieren preservar los valores republicanos-democráticos y populares (populares en serio esta vez) que AM tan bien, y con tantos riesgos y desprecios, representaba y representa.

La asociación desarrolla sus actividades tanto en España como en Francia, y desea extender su radio-círculo de acción por todos los países del mundo. Es razonable. Si existe un poeta universal, un poeta de todos los ciudadanos-trabajadores del mundo, ese autor tiene un nombre que está en nuestros labios y en nuestros corazones.

No he hablado hasta ahora de Machado y Barcelona y debería haber hablado ya de nuestra ciudad que también fue suya (y de ustedes por supuesto), de esta ciudad antifascista, democrática y fraternal resistente, tan vinculada en luchas, relaciones y amistad con otras ciudades no menos resistentes de toda España (que no del «Estado español», ni de un «Madrid» pronunciado siempre con cierta o con mucha desconsideración). Lo hago con brevedad.

El viaje de los Machado fue organizado por el gobierno de la II República. Llegaron a Barcelona, procedentes de Rocafort, abril de 1938, el poeta, doña Ana, su madre, y su hermano, José Machado y su esposa Matea. Su estancia en la ciudad de Giulia Adinolfi, Gregorio López Raimundo, Manuel Sacristán y Paco Fernández Buey (CJV y Paco FB presentaron hace años un libro de López Raimundo en la UPF, una tarde imposible de olvidar), la estancia de Machado en Barcelona, decía, se prolongaría durante nueve meses, hasta el 22 de enero de 1939. Cuatro días después, un militar criminal de odioso recuerdo, Juan Yagüe «el africanista», tomaría la ciudad. Tuvieron que exiliarse, como tantos otros y en muy duras condiciones. Nada que ver con otros «supuestos exilios».

El primer lugar donde se hospedaron los Machado fue el Hotel Majestic (creo que en esas fechas vivía también en el hotel León Felipe, pero no estoy seguro). Una placa que está en el hall lo recuerda. No ha sido iniciativa del hotel sino de la «Sociedad cultural andaluza».

No estaban bien los Machado en el Majestic. El tránsito, el ajetreo de la ciudad no les resultaron cómodos. Pudieron alojarse finalmente en la Torre Castanyer. Los actuales dueños, la familia Güell, se han negado a recordar la estancia machadiana en su casa. Lucha de clases o algo similar en el ámbito de los recuerdos y las placas. Los menes esclavistas generan esas negaciones.

No fue aquella la primera vez que Machado visitaba nuestra ciudad. Estuvo antes en Barcelona con motivo del estreno de la obra de teatro Las adelfas, escrita junto con su hermano Manuel, en la Sala Eldorado, el 13 de abril de 1928. ¡Otra vez abril y de esto hace 90 años!

En Barcelona, durante 1938-39, desde un año antes de su llegada, escribió Machado en La Vanguardia [LV], que entonces era, así se anunciaba, un «Diario al servicio de la democracia» (lo dejó de ser muy pronto). 26 artículos en total salvo error del que les habla. El primero fue publicado el 16 de julio de 1937; el último, el 6 de enero de 1939, en una sección titulada «Desde el mirador de la guerra», un artículo en el que reflexiona sobre la «turbia política de Chamberlain que aprovecha el equívoco y lo cultiva». Terminaba con estas palabras:

España, por fortuna, la España leal a la nuestra gloriosa República, cuantos combaten la invasión extranjera, sin miedo a lo abrumador de la fuerza bruta, habrán salvado, con el honor de la Europa occidental, la razón de nuestra continuidad en la historia.

En el primero de los artículos, «El poeta y el pueblo», Machado señalaba, creo que conviene recordarlo, un poderoso argumento contra la noción de cultura de élites:

Para nosotros, la cultura ni proviene de energía que se degrada al propagarse ni es caudal que se aminore al repartirse; su defensa, obra será de actividad generosa que lleva implícita las dos más hondas paradojas de la ética: solo se pierde lo que se guarda, sólo se gana lo que se da.

El amigo y filósofo Joaquín Miras, que está entre nosotros, podría hablarnos horas y horas sobre esta hermosa reflexión machadiana, sobre ese perder lo que se guarda y ese ganar lo que damos.

No sólo fue, como les decía, en LV (al cabo de poco, como se recuerda, un diario entusiasta del fascismo). Machado siguió colaborando, desde Barcelona, con Hora de España, con el Servicio Español de Información y con Nuestro Ejército. Escribió también el prólogo del libro del presidente Azaña Los españoles en guerra (publicado en 1939 por la editorial Ramón Sopena de Barcelona, aunque no llegó a distribuirse) y un segundo prólogo para La corte de los milagros de Valle-Inclán. Además, en 1938, la editorial Nuestro Pueblo publicó La Tierra de Alvargonzález y canciones del Alto Duero, que fue distribuida entre los combatientes antifascistas (mi tío caído en la batalla del Ebro, acaso mi padre también, lo leerían probablemente), ilustrada con dibujos y un retrato del poeta, hechos por José Machado.

AntonioMachado conocía la literatura catalana -desde Ramon Llull y Verdaguer hasta contemporáneos como Carles Riba o Joan Maragall- y se relacionó con Josep Carner, el musicólogo Eduardo Martínez Torner, el filólogo Tomás Navarro Tomás y Joaquim Xirau. Poetas catalanistas han reivindicado su obra. Cuando, en 1907, publica Soledades, galerías y otros poemas una de las reseñas más celebradas sobre su libro la escribió Carner. Años después, finales de los 50, poetas catalanes viajaron a Colliure en su honor, todos recordamos la fotografía que allí se hicieron, Jaime Gil de Biedma, José Agustín Goytisolo, Carlos Barral, también Josep Maria Castellet. No recuerdo si también Gabriel Ferrater. Miquel Martí i Pol, por su parte, escribió un poema en su honor: «Compliment a Antonio Machado».

Vuelvo a las ciudades machadianas. Se han celebrado hace muy poco la quinta edición de las jornadas Aula Juan de Mairena en Rocafort. Su objetivo ha sido ahondar en el carácter más filosófico y social, cultural y educativo de la figura y obra machadianas (sin olvidar la esencialidad poética y literaria de las mismas). Las jornadas tuvieron mucho que ver con la entrega y el buen hacer de un activista incansable, Enric Albiach, con quien hemos hablado para este encuentro. Es amigo de la compañera Teresa Soler, otra activista machadiana imprescindible sin la que este encuentro no habría sido posible. En Enric tenemos apoyo, fuerza, buen consejo y mejor hacer. Debía estar con nosotros pero no ha sido posible; nos envía su apoyo. Le aplaudimos y se lo agradecemos desde aquí.

La propuesta-pregunta que ahora les hago en este día republicano: ¿vamos a permitir que Barcelona no esté vinculada a la red de ciudades machadianas? ¿No ha hecho Machado a muchos barceloneses? ¿No nos ha hecho a muchos de nosotros? ¿No sale Antonio Machado cuando nos recomponemos? ¿No le debemos una reparación ciudadana tras «aquel sesudo comentario» de un historiador contratado por el consistorio de Sabadell? ¿No se la debemos tras la desconsideración del anterior consistorio barcelonés?

Formar parte de la red machadiana es fácil: basta que el municipio lo acuerde en un pleno. Los gastos son insignificantes -unos 2.000 euros anuales- para una ciudad como Barcelona, poco más de una milésima de euro por barcelonés: 0,0013 euros.

Como la mejor forma de decir es hacer, conviene crear, abonar entre todos, un movimiento ciudadano que se movilice y organice y haga llegar al consistorio -con posibilidades de éxito- nuestra sugerencia. Nos sobran razones (y deseos) para ello. ¿Tomamos este compromiso? ¿Lo explicamos a nuestros amigos, familiares y compañeros, a nuestras organizaciones? ¿Empezamos a buscar complicidades? ¿Recogemos firmas? ¿Quién no apoyará una iniciativa tan fraternal y tan republicana (en el buen sentido de la palabra que diría nuestro poeta)? ¿Hay algo que sea más razonable, más justo, más necesario, más de sentido común, más a la altura de la Barcelona popular y resistente que ustedes y, especialmente, CJV tan bien representan? ¿No es esta una forma de generar cultura federalista, de la que tan faltos estamos en estos momentos?

Finalizo la primera parte. Lo hago con el poema de Miquel Martí i Pol del que antes les hablaba, «Compliment a Antonio Machado». Del «Llibre de les solituds», del Libro de las soledades, título machadiano donde los haya.

No t’he dut flors, Antonio, t’he portat /un silenci amorós, per no interrompre/ el teu íntim diàleg amb la mort/ que fa tants anys que dura. Compartir-te/ ha estat deturar el temps, per retrobar-me / més ingenu que mai i amb un sanglot / a flor de pell, com una criatura. / No t’he dut res, Antonio, però estimo / més que abans aquest mar que m’ha vist créixer / i prop del qual confio de morir / d’ençà que he vist que tu m’hi acompanyaves.

Se lo traduzco, con poca destreza poética por mi parte:

No te he traído flores, Antonio, te he traído/ un silencio amoroso, para no interrumpir/ tu íntimo diálogo con la muerte/ que hace tantos años que dura. Compartirte/ ha sido detener el tiempo, para reencontrarme/ más ingenuo que nunca y con un sollozo/ a flor de piel, como una criatura. / No te he llevado nada, Antonio, pero amo/ más que antes este mar que me ha visto crecer/ y cerca del cual confío morir/ desde que he visto que tú me acompañabas.

Faltaba la segunda parte, la más personal. Apenas un minuto. Había pensado presentar y recitar un poema de Machado en honor de CJM para mostrar mi admiración y respeto. Al final me he decidido por un poema de Brecht, que también creo que es poeta de su gusto. Un poema, en mi opinión, fuertemente machadiano, incluso en su título: «Satisfacciones». Desconozco las lecturas del poeta alemán pero no me extrañaría que nuestro poeta, casi desnudo, como los hijos de la mar, estuviera entre ellas. Brecht escribió el poema en 1955, un año antes de su fallecimiento. Así pues, para ustedes, para CJV, y sin olvidarnos de lo comentado anteriormente: tenemos una tarea pendiente, el programa de nuestra hora, adherirnos a la red de ciudades machadianas. Como forma de hermanar pueblos y ciudadanos, para abonar, como les decía, la cultura federalista que tanto -y tan urgentemente- necesitamos. El poema pendiente, para ustedes:

La primera mirada por la ventana al despertarse,

el viejo libro vuelto a encontrar,

rostros entusiasmados

nieve, el cambio de las estaciones

el periódico, el perro, la dialéctica,

ducharse, nadar, música antigua,

zapatos cómodos, comprender, música nueva,

escribir, plantar, viajar, cantar [añado: estar entre y con ustedes], ser amable.

¡Viva Antonio Machado, viva Carlos Jiménez Villarejo y viva la III República federal española! Gracias por su paciente y generosa escucha. 

Nota de edición: Una versión reducida de este texto fue presentada el pasado 14 de abril en el homenaje a Antonio Machado y a Carlos Jiménez Villarejo organizado por el colectivo Juan de Mairena.

 

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.