El 5 de julio de 2009, alrededor de doscientas personas murieron durante disturbios entre los pueblos Uigur y Han (chino) en la Región Autónoma china de Xinjiang, en una operación hábilmente manejada por la CIA estadounidense y el Congreso Mundial Uigur (CMU), controlado por Washington. Allende de la frontera, en Kirguistán, murieron hace cuatro semanas […]
El 5 de julio de 2009, alrededor de doscientas personas murieron durante disturbios entre los pueblos Uigur y Han (chino) en la Región Autónoma china de Xinjiang, en una operación hábilmente manejada por la CIA estadounidense y el Congreso Mundial Uigur (CMU), controlado por Washington. Allende de la frontera, en Kirguistán, murieron hace cuatro semanas dos mil personas y cuatrocientas mil se refugiaron en otros países, para escapar de una operación de «limpieza étnica». Ambos eventos, al igual que la agresión militar de Georgia en 2008, resultan del vacío estratégico que ha dejado la desaparición de la Unión Soviética.
Desde entonces, Asia Central constituye uno de los campos de batalla geoestratégicos más importantes en la lucha por el control del sistema global, en el cual las minorías étnicas y el islam fundamentalista son usados por Washington como instrumentos de dominación, en una extensión de la política subversiva aplicada por W. Casey (CIA) y Ronald Reagan en la Guerra de Afganistán, contra la Unión Soviética y China. La frontera china-rusa-islámica es epicentro de esta batalla.
La importancia de K irguistán se deriva de diversos factores: 1. Es uno de los principales conductos de opio y heroína desde Afganistán a Rusia y Europa; 2. Es la ruta logística más eficiente para la guerra en Afganistán, a través de la cual se mueve alrededor del 20 por ciento de los suministros de la OTAN; 3. La existencia de poblaciones uigur en Kirguistán y de kirguisos en Xinjiang (entre 50 y 200 mil) y la presencia del Congreso Mundial Uigur (CMU) ; 4. Una frontera común de 1.100 km con China, que convierte al país en un potencial corredor de penetración del terrorismo y separatismo islámico; 5. Las dos alianzas militares más poderosas de la tierra, la OTAN y la Organización de Cooperación de Shanghai (SCO), chocan aquí, al igual que la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE); 6. Rechazado Turquía por la Unión Europea, va a tratar de expandir hacia Oriente, reclamando su antigua esfera de influencia como potencia regional. Considerando que los pueblos turcos —mestizaje entre pueblos caucásicos y mongoles— abarcan alrededor de 180 millones de personas, entre ellos 24 m en Uzbekistán, 18 m en Irán, 16 m en Kazakstán, 10 m en China, 10 m en Rusia, 8.5 m en Turkmenistán , 5.4 m en Kirguistán y 5 m en la UE, esa dinámica es de gran importancia.
Las principales potencias involucradas en el control de esta zona estratégica son Estados Unidos y Rusia, ambas con bases militares en Kirguistán; China, con una ascendente cooperación militar con Biskek, y la Unión Europea (UE). La UE, bajo la presión de Alemania, procura aprovechar la actual crisis política para recuperar la zona frente a Washington. Alemania es el único país europeo que mantiene una embajada en el país; sus fundaciones partidistas, costeadas por el Estado, están en Kirguistán y trabajan como think tanks en el proyecto de penetración estratégica de la zona. Alemania financia también a organizaciones sociales kirguisas. La «Fundación Konrad Adenauer» del Partido Demócrata Cristiano alemán —intervencionista y reaccionaria como lo ha demostrado, entre otras, en su política desestabilizadora contra el gobierno de Hugo Chávez— ha recomendado al gobierno alemán «representar con más energía los intereses propios de la UE».
A la caída de la URSS, la burguesía atlántica asumió rápidamente el control neocolonial de Kirguistán. En diciembre de 2001 Washington adquirió la base aérea de Manas. Desde 2003, la OSCE ha intervenido en «la reforma» de los aparatos de seguridad del país, ayudando en 2005 a Washington a instalar su propio presidente títere, Bakijew, mediante la «revolución de los tulipanes». La caída de Bakijew, en junio 2010, reveló, según la Fundación Konrad Adenauer, «los límites de la influencia estadunidense en Asia Central». En consecuencia, el imperialismo europeo debe aprovechar la oportunidad y, con Berlin a la cabeza, promover una política europea más protagónica y eurocéntrica. El Secretario General de la OSCE, Saudabayev, afirmó el 5 de julio, que la organización tratará de «fortalecer su centro en Biskek y sus operaciones en toda Kirguistán». El primer éxito se ha dado. La flamante Constitución de la flamante República de Kirguistán es una copia de la Constitución alemana.
Washington en segundo plano y, la Unión Europea como agente protagónico constituye, dicho sea de paso, la misma estrategia que los think tanks imperiales recién han recomendado para la destrucción de Cuba y Venezuela. Ya se ejecuta y el permiso para las Damas de Blanco y la liberación de los «presos políticos» en Cuba son sus primeros frutos. La cabeza de lanza varía: en muchas partes de Asia Central es Alemania; en América Latina es España, con Moratinos, Zapatero y el Vaticano como vanguardia.
El intento de la burguesía atlántica de debilitar a China mediante la política del separatismo étnico y fundamentalismo islámico , está condenado al fracaso en Xinjiang y Kirguistán. La población uigur en ambos países es minoría y en Xinjiang, gran parte de los uigures apoya al gobierno chino. Conversando con ciudadanos uigures en Xinjiang (Turfan), recientemente, ellos sostuvieron que los disturbios de Urumqui habían sido causados por elementos «marginales» y que la política de desarrollo del gobierno había mejorado grandemente su calidad de vida. Para las tierras que el Estado les da en usufructo, no pagan ningún impuesto o renta; en junio, el gobierno implementó un impuesto sobre la extracción de gas y petróleo en Xinjiang, cuyos beneficios serán para los residentes. En palabras del Presidente Hu Jintao, «los recursos locales deben beneficiar a la población local». Para el próximo plan quinquenal se duplican las inversiones en activos fijos. Grandes inversiones en ferrocarriles, carreteras, instituciones educativas, gigantescos parques eólicos en el desierto Gobi, una enérgica política ecológica, de reformas sociales, laborales y de combate a la corrupción, completan el panorama y explican el apoyo al gobierno chino.
Kirguistán, en cambio, es otra historia, más cercana a la de las dictaduras sostenidas por el imperialismo occidental, como el Congo o Haití. La corrupción del clan de Bakijew, títere de Estados Unidos y la Unión Europea, ha mantenido el ingreso per capita de la población en unos 600 dólares y no existe actualmente una perspectiva de esperanza y del futuro para la población. Tal situación es campo fértil para el extremismo islámico y separatismo étnico promovido por el imperialismo. Ante estas circunstancias es obvio, que China no puede permitir que la Unión Europea y Estados Unidos conviertan a Kirguistán en una plataforma desestabilizadora para el Occidente chino.
Por suerte, tiene el poder necesario, para impedirlo.
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