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Belén Gopegui:»Tengo una posición rara en la literatura española»

Fuentes: Cubadebate y Juventud Rebelde

La novela El lado frío de la almohada de la narradora española Belén Gopegui ha devenido un verdadero suceso editorial en España, no tanto por sus valores literarios, como por «contemplar la hipótesis acerca de lo que ocurriría si la Revolución cubana dejara, aun temporalmente, de existir».   En la siguiente entrevista, exclusiva para Cubadebate […]

La novela El lado frío de la almohada de la narradora española Belén Gopegui ha devenido un verdadero suceso editorial en España, no tanto por sus valores literarios, como por «contemplar la hipótesis acerca de lo que ocurriría si la Revolución cubana dejara, aun temporalmente, de existir».

 

En la siguiente entrevista, exclusiva para Cubadebate y Juventud Rebelde , la autora aborda las razones que la llevaron a escribir su última novela, analiza de las causas de la repercusión que ha tenido en la prensa, define la izquierda española y denuncia las parcelas de censura existente en los medios de comunicación de su país, entre otros temas.

 

¿ Cómo surgió la idea de escribir esta novela?

-Llevaba tiempo pensando en escribir una historia sobre lo que significa ahora la revolución cubana en España. Quería que fuera una historia situada en Madrid, porque ni soy cubana ni conozco tanto la situación. Imaginé la historia de un infiltrado en los grupos del exilio cubano en Madrid. Cuando ya tenía escritas unas cincuenta páginas ocurrieron las detenciones y juicios de los mercenarios y las condenas a muerte a los secuestradores. Estos hechos suscitaron en España numerosos ataques en especial por parte del mundo de la cultura y de miembros de ese mundo que decían pertenecer a la izquierda.

Comprendí que no podía seguir con mi historia tal como la había pensado porque si eludía hablar de lo que había ocurrido toda esa falsa izquierda omnipresente podría quitársela de en medio acusándola de ser incompleta. Dejé pasar un mes mientras seguía las informaciones continuamente tergiversadas de lo que estaba pasando en Cuba y las contrastaba con las informaciones que podía encontrar en los medios cubanos. Y volví a empezar la novela, situándola esta vez en los días que precedieron a la guerra de Irak y en los meses siguientes.

Me interesa señalar que no es una novela escrita para discutir los problemas de Cuba en Cuba, sino para discutir en España sobre cómo se ven esos problemas y sobre el imaginario que suscitan.

-¿ Puede responder, sin contarnos la novela, por qué El lado frío de la almohada sirve para plantearse por qué la izquierda ya no defiende la revolución, qué ha pasado con la revolución y qué ha pasado con la izquierda ?

-Cuando haces declaraciones habladas en los medios, muchas veces no las reproducen exactamente. Yo he procurado siempre no hablar de la izquierda sino de una parte de la izquierda, porque hay otra parte que sí defiende la revolución cubana. La izquierda a la que me refiero en esas declaraciones es la izquierda que detenta el monopolio de la palabra izquierda, de la marca, de la imagen, y sin embargo traiciona continuamente los valores que debería defender.

Aquí debo explicar algo. En España se da un hecho bastante desalentador con respecto a la situación política. El mundo de la cultura que puede expresarse a través de los medios de comunicación está prácticamente en manos de un sector que quizá alguna vez fue de izquierdas pero que en este momento no lo es en absoluto. No son de izquierdas, son intelectuales y artistas de derechas, conservadores, perfectamente integrados en el orden establecido pero que, en su papel de grupo al servicio de la clase dominante, se apropian del valor de un discurso que les da buena imagen y de vez en cuando hacen algún gesto simbólico apoyando reformas también simbólicas, que nunca tocan lo esencial, la producción de la riqueza. Son personas que por su presencia en los medios tienen influencia y que obligan a la otra izquierda a un trabajo cansado, hay que empezar antes de empezar, no basta combatir con la derecha, hay que empezar por definir dónde está la derecha. En el marco de esa lucha se inscribe mi novela.

Por otro lado, no creo que mi novela sirva para plantearse qué ha pasado con la revolución, yo no soy quién para plantear eso.

Yo quise sobre todo escribir una novela para quienes tienen dudas en España, no para los convencidos del sentido de apoyar la revolución sino quizá para que los convencidos pudieran prestársela a todos esos amigos que tienen dudas, que todavía creen en el criterio de esa falsa izquierda, amigos con los que muchas veces se discute o ante los que muchas veces, por cansancio, se calla.

La novela lleva a cabo un ejercicio que para mí fue difícil y que consiste en de algún modo contemplar la hipótesis acerca de lo que ocurriría -cosa que a mi modo de ver no pasará- si la revolución cubana dejara, aun temporalmente, de existir. Intenta poner sobre la mesa con qué está jugando esa falsa izquierda de El País , de gran parte del PSOE, de gran parte del mundo del cine y del mundo de la literatura, contar qué gran error puede suponer seguirles el juego, qué tipo de arrepentimiento suscitaría después en quienes lo hubieran hecho. Porque sin duda si algo le ocurriera a la revolución cubana la derecha sentiría alivio, pero muchos de esos personajes y sectores en este momento también lo sentirían, y la novela quiere contar que ese alivio (alivio sucio, me dijo un amigo escritor) es en cierto modo la piedra de toque, la prueba más clara que tenemos en este momento para saber en donde están colocadas esas personas, por qué luchan, qué quieren en realidad.

-¿ A qué le adjudica el interés que ha despertado esta obra en parte de la crítica española? ¿Sucedió otro tanto con sus anteriores novelas?

-Yo tengo una posición rara en la literatura española. En general mis novelas suscitan buenas apreciaciones por parte de la crítica, y tienen un público no masivo como el de algunas obras poco valoradas por la crítica, pero sí más amplio que el de otras novelas que la crítica aprecia y que se mueven en círculos pequeños. Yo de algún modo sabía que los medios iban a tener que ocuparse de esta novela, por ser mi quinta novela, por mi edad, en el sentido de que se está produciendo un cierto relevo generacional, etcétera. Lo que ha sorprendido en España ha sido que no me escudara en la literatura a la hora de hablar de la novela. Sé que algunos periodistas me entrevistaron dando por hecho que iba a contestar que yo no pensaba igual, que ciertas cosas que se decían en la novela las decía un narrador o un personaje, y dando por hecho que me iba a sumar a las posiciones más críticas que aparecen también contempladas en la novela. Es más, sé que si no hubieran esperado esta respuesta por mi parte, algunas entrevistas no me las habrían hecho. Y creo que también ha sorprendido cómo, una vez cometido el, digamos, error de dejar hablar a alguien que no es de los suyos, esas palabras han encontrado eco, poniendo así de manifiesto una vez más que existe la contradicción y que puede abrirse paso en cualquier momento, por donde menos lo esperen.

Si lo políticamente correcto para un intelectual de izquierdas en España pasa hoy por criticar a la revolución cubana, ¿ a qué izquierda se afilia Belén Gopegui ?

-Eso que usted dice ocurre, como le contaba, con los supuestos intelectuales de izquierdas que trabajan, directa o indirectamente, al servicio de los intereses de los grandes grupos de medios de comunicación, es decir, al servicio de la derecha, lleve esta derecha la ropa que lleve. Hay otros intelectuales, que no tienen tribunas en esos medios y que sí defienden la revolución cubana. Yo estoy en esa izquierda, la que combate la economía de mercado, la sociedad de clases, la explotación.

-Ha hecho usted una declaración subversiva: «Si tuviera que elegir, preferiría que la novela se leyera desde la perspectiva política antes que literaria». ¿Qué quiso decir exactamente?

-Todas las novelas se leen políticamente. Otras novelas mías también eran políticas y han tenido lecturas exclusivamente literarias, lo que no era sino una forma política de condicionar la lectura. Con esa declaración pido que no se mutile la lectura. Sobre esta novela apareció, por ejemplo, un artículo de Francisco Umbral, dos columnas enteras hablando de la novela sin nombrar a Cuba ni a la revolución. Apenas he visto una vez a Umbral y valoro su apoyo y el riesgo que corre con él, pero cito el caso porque me parece significativo. Yo pedía que no se hablara, por ejemplo, de la historia de amor que hay en la novela en abstracto, sino de cómo esa historia de amor supone que una persona tenga que morir para que otra pueda seguir en el limbo nada inocente de los sueños de progreso individual.

-¿ Cómo compaginar una cierta negatividad hacia los hechos actuales y asumir posiciones sin llegar al fundamentalismo o al fanatismo?

-Hay una cita que me gusta mucho, dice así: No sé lo radical que eres o lo radical que soy yo. Estoy seguro de que yo no soy lo suficientemente radical, es decir, uno debe siempre intentar ser tan radical como la realidad misma. Cuando la cito, muchas personas la entienden y comparten, cuando digo que es de Lenin , algunas personas empiezan a no estar tan de acuerdo. Yo sí estoy de acuerdo. Por otro lado, fundamentalismo y fanatismo son en la mayoría de los casos límites que impone la derecha, y sobre todo la falsa izquierda, acusaciones que se vierten contra quien no comparte su proyecto político o contra quien muestra cuál es la verdadera cara de ese proyecto.

-¿ Pudiera una novela con la temática de El lado frío de la almohada ser merecedora de un Premio como el Planeta o Ciudad de Torrevieja ?

A menudo este tipo de premios se negocian sin que las novelas estén terminadas. Imagino que con la agente adecuada una novela como ésta con una firma que les interesara podría haber estado a punto de ganar, hasta que quizá en los últimos minutos alguien hubiera leído aunque fuera una parte y entonces, al ver el tema y el tratamiento, creo que habrían dado marcha atrás.

-¿ A qué se refería cuando aseguró, en su despedida del chat del diario El Mundo : «había muchas más preguntas, de las que han pasado muchas eran muy parecidas, sé que había otras distintas pero no ha habido espacio para ellas, suele faltar espacio para otras posiciones» ?

-Tenía constancia de que había muchas otras preguntas con una actitud de apoyo a la revolución cubana que no pasaron. Ni siquiera creo que hubiera instrucciones de censura clara, creo que muchas veces las personas interiorizan la censura, y tienden a ver lo que intuyen que sus jefes preferirían que vieran, y a no ver lo contrario. Por otro lado me parece claro que en los grandes medios de comunicación falta absolutamente espacio para posiciones por ejemplo de defensa de la revolución cubana. Frente a los constantes artículos contrarios a la revolución cubana aparecidos en los grandes periódicos es prácticamente imposible recordar un sólo artículo de personas de dentro o de fuera de Cuba que apoyan la revolución, a pesar de que los medios tienen constancia de que esas personas existen y representan a un sector de la sociedad. Y esto es más grave cuando resulta fácil demostrar que los autores de esos artículos de ataque en la gran mayoría de los casos no sólo opinan sino que dan datos falsos, mienten y lo hacen con la impunidad que les da saber que ninguna de las personas ni de los grupos que podrían poner al descubierto esas mentiras tiene la libertad real de expresión, la libertad de publicar un artículo o de tomar la palabra en el mismo espacio en donde se produjo la mentira.

 

 

 

 

Belén Gopegui , (Madrid, 1963). Abandona la carrera de derecho cuando descubre que la literatura es su verdadera vocación. Ha publicado la Escala de los mapas (Premio Tigre Juan 1993 y Premio Iberoamericano de primeras novelas «Santiago de Nuevo Extremo», 1994); Tocarnos la cara, 1995, La conquista del aire 1998 y Lo real 2001, editada también en Cuba. El lado frío de la almohada es su última entrega.