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Benedicto XVI y la oportunidad perdida

Fuentes: Tlaxcala

Resulta doloroso vivir sabiendo que hay seres que sufren por caprichos patológicos de gente que tiene la fuerza bruta como única argumentación válida. No hay discusión posible ni explicación verídica, hacen lo que hacen porque lo quieren y listo. Lo dicho no implica que no den argumentos, pero saben que sabemos que son mentiras. No […]

Resulta doloroso vivir sabiendo que hay seres que sufren por caprichos patológicos de gente que tiene la fuerza bruta como única argumentación válida. No hay discusión posible ni explicación verídica, hacen lo que hacen porque lo quieren y listo.

Lo dicho no implica que no den argumentos, pero saben que sabemos que son mentiras. No es difícil adivinar que me refiero a los EE UU y a su «guerra» contra el terror.

El asunto que quiero analizar no es ése, sólo quiero recordar su existencia e imaginar juntos cómo están viviendo los iraquíes y los afganos. Agreguemos los presos en Guantánamo y en las cárceles clandestinas que se han creado a lo ancho y largo del mundo. Agreguemos la humillación, la matanza y la desesperanza del pueblo palestino.

Por supuesto que la lista de ataques a los Derechos Humanos en este mundo pequeño habitado por gente la mayoría con mentalidad pequeña y egoísta que provoca sufrimientos a otros seres humanos merecería mucho más espacio, pero al menos remarcamos su existencia para ir al tema central.

Usted sabe, amigo lector, que hoy los EE UU hacen lo que quieren junto con su aliado Israel. Decretaron que el Derecho Internacional no se les aplica, que las Resoluciones de la ONU no se le aplican a Israel y que pueden atacar a quién quieran y cuando quieran.

Eso es muy grave. Acá en Paraguay tenemos el acuífero Guaraní [1, 2], que dentro de pocos años tendrá más valor estratégico que el petróleo. Ya hay tropas estadounidenses acá, «aplicando vacunas» y «ayudando» a la población con médicos y dentistas y, sobre todo, con una base aérea militar a pocos kilómetros de Asunción (en Mcal. Estigarribia) perfectamente mantenida para operar cuando se les antoje.

No soy egoísta y pienso también en ustedes. El acuífero se extiende también a Brasil, Uruguay y Argentina, aunque en Paraguay tiene la principal área de recarga. Cada país tiene algún «juguete» que los chicos malos alguna vez pueden desear. En pocas palabras, los EE UU hoy son un peligro enorme para toda la humanidad.

¿Existe alguien que los pueda poner en su lugar? No, efectivamente, nadie puede hacerlo. Pero ¡Alto ahí! ¿Alguien podría haberlo intentado?

¿Alguien podría haberlo puesto en evidencia ente la comunidad internacional con un escándalo mayúsculo?

Sí, existió la posibilidad, pero la persona que podría haberlo hecho es un cobarde.

Me refiero a Benedicto XVI.

Sólo bastaba que el Vaticano emitiese un comunicado con el siguiente tenor:

El Papa se entrevistó con Bush y le exigió que les explicase, a él y al mundo:

¿Por qué no se retira de Iraq siendo que no encontró armas de destrucción masiva y que el pueblo estás siendo asesinado, torturado, desplazado de sus hogares, con los servicios básicos deteriorados y al borde de una guerra civil entre facciones islámicas que ustedes provocaron, ya que antes no había matanzas entre chiíes y suníes y que el argumento que ahora esgrime es la ridiculez de que les están llevando la democracia?

Explíqueme, Sr. Bush, soy el representante de Dios en la tierra por lo menos para algunos millones de creyentes y eso me da una autoridad moral para exigirle que me responda de manera veraz y convincente.

¿Por qué tiene detenidos a seres humanos hechos a imagen y semejanza de Dios en Guantánamo y otras cárceles desparramadas por el mundo, sin ningún derecho ni los mínimos fijados por las convenciones de Ginebra? ¡Explíqueme, por favor, cómo se atrevió a enjaular niños de 12 años y torturarlos, como confirmó la Cruz Roja Internacional en 2003!

Si sus respuestas no me satisficieren, le ordenaré, Sr. Bush, en nombre de Dios Todopoderoso, del cuál soy el representante en la tierra, que se retire de Iraq, que se retire de Afganistán, que cierre Guantánamo y las cárceles ilegales. Le exijo que haga cumplir punto por punto a sus aliados israelíes las 65 Resoluciones del Consejo de Seguridad que no están cumpliendo y que indemnicen como corresponde a los palestinos afectados por las Resoluciones no cumplidas.

Yo me imagino el clamor mundial que hubiese causado y estoy más que seguro de que algún efecto contundente hubiera tenido.

Pero faltaron agallas, el curita las tiene para condenar la Teología de la Liberación, el intento de muchos valientes patriotas de empezar a mejorar la vida de esta mísera América Latina, que siempre fue explotada, expoliada y lo sigue siendo. Lástima, Benedicto, con tu prédica reaccionaria y cobarde te quedarás solito y aburrido en el Vaticano, si no es que al texano se le ocurre robarse las esculturas de Miguel Ángel y de Botichelli, si no quiere apropiarse de los frescos de la Capilla Sixtina. Benedicto, ¡qué tristeza! … ¡qué pesadumbre! Tu Dios debe haber caído en una profunda depresión.

Que Dios te perdone, curita cobarde.

Notas

 

[1] http://www.prodiversitas.bioetica.org/des47.htm

[2] http://www.rel-uita.org/agricultura/ambiente/agua/acuifero/home.htm

Fuente: http://www.tlaxcala.es/pp.asp?reference=2958&lg=es

Guillermo F. Parodi es escritor, profesor universitario, miembro del Observatorio Internacional de la Deuda y de los colectivos de Rebelión, Cubadebate y Tlaxcala, la red de traductores por la diversidad lingüística.