El resultado de la iniciativa y su aplicación dependerán del juego de fuerzas que salgan de las elecciones, que también tendrán lugar ese día, y de las indemnizaciones que se concedan.
La capital alemana ya no es la excepción europea. Ya no sorprende a nadie ir a ver una casa para alquilar y encontrarse una cola de interesados esperando. Quienes pasan por el trance de ser rechazados en decenas de intentos, lo describen como una verdadera pesadilla. Y eso por no mencionar los precios. Los alquileres razonables del breve periodo de anomalía tras la caída del muro, han ido desapareciendo devorados por el mercado inmobiliario. Tal vez por eso, porque hay una memoria reciente de otras posibilidades reales, en la capital se han organizado para plantar cara al poder de las grandes inmobiliarias.
Vivir en la capital alemana es cada vez más caro. En especial son los precios de alquileres y viviendas los que contribuyen en buena parte al aumento del costo de la vida en Berlín. Con el metro cuadrado rondando los 3.800 euros, cada vez más alemanes tienen problemas para encontrar una vivienda en la que poder vivir. Un 80% de los residentes vive de alquiler, aunque parte de éstos está organizado en cooperativas de arrendatarios. Es por ello que el 40% de las casas pertenecen a propietarios particulares, individuales o colectivos.
En cuatro meses, la iniciativa para promulgar el referéndum consiguió reunir casi 350.000 firmas
Jaime Martínez Porro, berlinés de adopción y español de pasaporte, también vive de alquiler. Este activista, miembro de Izquierda Unida y del partido de La Izquierda alemán Die Linke, ha participado en la recogida de firmas que la organización “Deutsche Wohnen & Co. enteignen” (expropiar a Deutsche Wohnen y cía.) ha llevado a cabo para poder celebrar un referéndum al respecto de si el ayuntamiento de Berlín debería apartar al gigante inmobiliario Deutsche Wohnen de la propiedad de unas 240.000 viviendas de la capital. Jaime explica que, en realidad, los extranjeros no podrán votar. “Pero les hemos animado a firmar a favor de pedir el referéndum para darles visibilidad y poder también reclamar nuestros derechos”. Explica sobre un referéndum que afectará a sus vidas diarias. En cuatro meses, la iniciativa consiguió reunir casi 350.000 firmas, aunque solo 180.000 resultaron válidas por este motivo.
La votación, que tendrá lugar el mismo día que las elecciones al Bundestag y al ayuntamiento de Berlín, el 26 de septiembre, tiene posibilidades de conseguir el quórum necesario por la coincidencia de la fecha. Sin embargo, no está nada claro qué ocurrirá en caso de que una mayoría de berlineses aboguen por colocar en manos públicas las viviendas. El senado será el encargado en ese caso de elaborar una ley de expropiación. “En este caso hay una propuesta de ley elaborada por Die Linke y Deutsche Wohnen enteignen, por lo que dependerá del juego de mayorías que salga de las elecciones”, explica Martínez Porro. “Tenemos el ejemplo del aeropuerto Tegel, en el que en la votación en referéndum salió que no se cerrase y se ha cerrado”, advierte.
Si sale una mayoría de entre al menos el 25% de los electores, la coalición berlinesa del partido socialdemócrata SPD, los verdes de Die Grüne y Die Linke sigue adelante (como parece que seguirá) y se elabora una ley, una de las preguntas más importantes y determinantes para el futuro de las casas afectadas será las indemnizaciones que se pagará a Deutsche Wohnen. “La indemnizacion es uno de los temas mas complejos pero se ha tratado en uno de los grupos legales en los que se ha pensado crear un ente público capaz de emitir bonos de deuda sin llegar a ser empresa publica ni poder generar beneficios”, explica Martínez sobre este aspecto del proceso de expropiación que aún no está claro.
El referéndum para expropiar miles de apartamentos a la mayor inmobiliaria alemana en la capital del país muestra que hay una masa crítica organizándose para reclamar sus derechos que no se conforma con migajas
Optimismo
La organización DW&co Enteignen es optimista. Uno de sus portavoces, Kalle Kunkel, ve que “las encuestas nos dan una mayoría en este momento a favor de nuestra propuesta”. La esencia de esta se basa en el pensamiento de que “la vivienda es un derecho y no debería ser una mercancía”, el que las cuatro paredes se hayan convertido en objeto de especulación “sin control democrático”. A la pregunta de si tras una posible expropiación y la consecuente indemnización que prevé la Constitución Alemana, los alquileres podrán permanecer igual de altos o incluso bajar “dependerá en muy buena medida de las elecciones políticas que se hagan”, explica Kunkel en entrevista con El Salto.
En especial, el factor que mayor influencia tendría a la hora de comprobar el éxito de la medida será si se compensa el valor especulativo que los propietarios van a dejar de percibir por no poseer más las viviendas. “En los diferentes cálculos presentados, que compensarían la propiedad y/o los alquileres que no podría cobrar el consorcio, pero que no contemplan compensar el aumento especulativo de precios, las cuentas salen y los alquileres no tendrían que elevarse o incluso podrían bajar”, asegura el portavoz. Y si las casas se municipalizan, pero hay que hacer reparaciones y después se vuelven a privatizar, tampoco sería una opción deseable para los berlineses: “En esa hipótesis también hemos pensado y queremos que en los estatutos de la empresa pública quede claro que no se puedan volver a privatizar”.
Y así, el referéndum para expropiar miles de apartamentos a la mayor inmobiliaria alemana en la capital del país muestra que hay una masa crítica organizándose para reclamar sus derechos que no se conforma con migajas. Al tiempo que muestra los límites de este tipo de propuestas en el marco de la democracia liberal de la economía de mercado social que ordena la constitución alemana.