El proyecto comenzó en Barcelona y su área metropolitana en 2009. En noviembre de 2012, al cobrar empuje la idea inicial, se extendió al País Valenciano (provincias de Valencia y Castellón). Consiste en un catálogo colectivo que permite consultar a través de Internet unos 15.000 libros, además de documentos, periódicos y revistas de que disponen […]
El proyecto comenzó en Barcelona y su área metropolitana en 2009. En noviembre de 2012, al cobrar empuje la idea inicial, se extendió al País Valenciano (provincias de Valencia y Castellón). Consiste en un catálogo colectivo que permite consultar a través de Internet unos 15.000 libros, además de documentos, periódicos y revistas de que disponen las 18 bibliotecas inscritas en la Xarxa de Biblioteques Socials http://cataleg.
¿A qué planteamiento responde el proyecto? «Los libros nos ofrecen reflexión y crítica libre del tiempo y el espacio, lejos de las lógicas del poder, y nos acercan a la comprensión de la sociedad. Los libros pueden ser un medio para la construcción de nuevas prácticas revolucionarias, pero nunca un fin. Las bibliotecas son parte del antiguo proyecto de asaltar los cielos, como lo son tantas otras realidades insurrectas».
La Xarxa (Red), y por tanto el catálogo, está abierta a colectivos sociales que funcionen de manera autogestionaria, sin retribución y sin subvenciones institucionales. La casuística de entidades implicadas es amplia y diversa: centros sociales autogestionados de barrio (Can Batlló), ateneos y otros espacios vinculados con el moviminto libertario (Al Margen), sindicatos (CGT y CNT) o colectivos no necesariamente de inspiración anarquista (por ejemplo, LAMBDA).
Tampoco se exige para ingresar en la Xarxa que los materiales de las bibliotecas sean de contenido político. De hecho, está abierta a fondos generalistas (Can Batlló funciona como biblioteca de barrio en Sants, aunque exista también otra «oficial») o especializados (Por ejemplo LAMBDA, con fondos sobre diversidad sexual). La Xarxa se reúne cada seis meses en asamblea para tratar cuestiones técnicas en relación con el catálogo o el funcionamiento de la economía. Cada territorio (Cataluña y País Valenciano) organiza también, si lo considera oportuno, asambleas específicas.
Forman parte de la Xarxa (Red) la Biblioteca Social la Llamborda (en el centro social okupado la Llamborda de Barcelona); Biblioteca Popular Llibre i Martell (en el Ateneu Popular Octubre del Poblenou); Biblioteca Popular Josep Pons (en Can Batlló, Barcelona); Biblioteca Social Mateo Morral (en el Ateneu Llibertari de Sants, Barcelona); Centre de Documentació La Ciutat Invisible (Barcelona); Biblioteca de la CNT-AIT de Cornellà de Llobregat; Biblioteca Social La Hoguera (en el Ateneu Popular Julia Romera, Gramenet del Besós); Centre d’Estudis Josep Ester Borràs (Berga); Biblioteca Lilian Wolfe (Espai Obert de Barcelona); Biblioteca Popular Espontània (Ateneu la Base del Poble Sec, Barcelona). Se suman, en Valencia, las bibliotecas del Ateneo Libertario Al Margen, CGT, CNT, Centro Social Okupado l’Horta; Contraband (El Cabanyal), LAMBDA y la biblioteca y archivo de la Associació de Homes i Dones Lliures. En Castellón, participa en la Xarxa la Biblioteca Autogestionada www.xarxabibliosocials.org.
La construcción de la base de datos es laboriosa, de hecho, catalogar un libro puede suponer unos 15 minutos. El proceso se basa, además, en el trabajo voluntario. Muy pocas personas de las implicadas en el proyecto de catalogación cuentan con formación en Biblioteconomía, lo que hace más complicada y meritoria la iniciativa. El resultado, por el momento, son 15.000 libros catalogados de los aproximadamente 50.000 ejemplares que integran las bibliotecas de la Xarxa. El catálogo funciona exactamente del mismo modo que el de una biblioteca pública, y el usuario puede realizar las búsquedas desde el ordenador en su casa. Se trata, por tanto, de un catálogo público, con programa de software libre, que permite hacer reservas, renovaciones o saber si un libro está prestado.
La catalogación de libros ha centrado la primera fase del proyecto; en una segunda etapa, empezarán a clasificarse revistas y películas. En el Ateneo Libertario Al Margen se han rastreado, para su catalogación, 900 cabeceras de periódicos, revistas, boletines y hojas sueltas de movimientos sociales, que abarcan desde la dictadura franquista hasta hoy. Ejemplares, entre otras publicaciones, de Ajoblanco, El Viejo Topo, València Llibertària, CNT, Molotov o Ekintza Zuzena.
Las bibliotecas de la Xarxa contienen documentación y archivos que en un futuro se aspira a catalogar. También carteles, pegatinas, folletos, trípticos y pasquines. «El objetivo es conservar la memoria reciente de las luchas sociales, porque se trata de una documentación que en los archivos institucionales no se conserva; y a la que muchas veces no se otorga valor histórico. Es más, es una documentación que puede llegar a ser peligrosa, por reciente, de los movimientos sociales y la historia de lucha y resistencia que nunca se cuenta; y que ofrece una alternativa a las visiones oficiales», explica Álvaro Ibáñez, de la Biblioteca Anarquista Al Margen.
En el caso específico de Al Margen, explica Ibáñez, se pretendía -al fundar la biblioteca en 2010- «hacer justicia histórica con las bibliotecas obreras que existieron en el estado español hasta finalizada la guerra civil; y su papel tan importante en la alfabetización de los oprimidos, que nunca se ha reconocido e incluso se ha silenciado».
Los fondos de estas bibliotecas proponen lecturas que en la mayoría de bibliotecas públicas y librerías están invisibilizadas. También obras de pequeñas editoriales no comerciales (Klinamen, Traficantes de Sueños, Virus o Pepitas de Calabaza, entre otras), de contenido crítico y reflexión, que difícilmente pueden localizarse en otros espacios. Según un estudio de la Biblioteca Anarquista Al Margen, más del 60% de sus fondos no pueden localizarse en la red de bibliotecas públicas valencianas. «Y no es porque se trata de fondos antiguos; son obras actuales que, a pesar de su reciente edición, no se encuentran en los centros públicos», matiza Álvaro Ibáñez.
Los criterios de las bibliotecas integradas en la Xarxa no son comunes. Cada una decide cómo gestiona su espacio: si hace o no préstamos, los plazos… En el caso de Al Margen se prestan la mayor parte de los libros durante un mes. Desde 2010, se han realizado unos 1.100 préstamos. «Y sólo ha desaparecido un libro; eso es por algo: la gente siente que la biblioteca es algo suyo, lo que no sucede con las bibliotecas públicas», apunta Álvaro Ibáñez. Cada biblioteca tiene sus criterios y matices, pero el catálogo representa un objetivo común: bibliotecas que no tienen cabida dentro de la red pública y funcionan sin ánimo de lucro, generan de manera colectiva un catálogo que de manera individualizada sería imposible crear. Además, es poca gente la que hace posible el proyecto, y no remunerada, por lo que los esfuerzos han de canalizarse de manera adecuada. En primer lugar, la labor técnica (mantenimiento de fondos y catalogación). Más adelante, llegará la extensión, la divulgación cultural y la promoción de la iniciativa. «No lo podemos abarcar todo», subraya Álvaro Ibáñez.
Al final, añade, «lo que reivindicamos es la función de la lectura como toma de conciencia, crítica y reflexión por parte de la gente; cada vez hay en nuestras sociedades menor presencia de la lectura, y de la cultura del libro, por la hegemonía de los nuevos medios de comunicación social como Internet. Eso lleva a que predominen las lecturas rápidas y superficiales». Esta es la sensación generalizada y lo que se observa a primera vista. «Pero hay mucha gente para la que la lectura es importante como elemento de configuración política del individuo». Y por eso, «son necesarias bibliotecas como las que componen la Xarxa».
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