Black Mirror es una serie creada per Charlie Broker, humorista y productor inglés, también conocido por la producción de Dead Set. En palabras del propio Broker, el título hace referencia al espejo que «puedes encontrar en cualquier pared, en cualquier escritorio, en la mano de cualquiera: la fría y brillante pantalla de una televisión, de […]
Black Mirror es una serie creada per Charlie Broker, humorista y productor inglés, también conocido por la producción de Dead Set. En palabras del propio Broker, el título hace referencia al espejo que «puedes encontrar en cualquier pared, en cualquier escritorio, en la mano de cualquiera: la fría y brillante pantalla de una televisión, de un monitor, de un smartphone».
Formada por episodios ‘acto-contenidos’, la serie combina la ciencia ficción con la crítica social, presentando una serie de universos distópicos con escenarios científicamente posibles que pretenden señalar algunos de los peligros del desarrollo tecnológico de nuestra era.
Las temporadas de Black Mirror -dos hasta el momento- se asemejan bastante a una trilogía cinematográfica. Partiendo de la misma idea, se exploran historias diferentes en distintos escenarios y paradigmas sociales que son un reflejo esperpéntico -y como tal no debe ser entendido de forma literal- de determinados rasgos alienantes de la tecnología presente en la sociedad actual. Cada episodio tiene una duración de alrededor de una hora y los detalles visuales están cuidados al máximo, transfiriendo una sensación de realidad y modernidad que sumerge al espectador hasta las últimas consecuencias.
A diferencia de otras producciones sobre distopías tecnológicas, como Más Allá del Límite, en Black Mirror la moraleja ética, lejos de estar explícitamente expuesta en el relato, recae sobre la propia interpretación del espectador, abriendo un gran espacio para el debate y la reflexión. A pesar de que cada capítulo muestra las consecuencias perversas de una realidad hipotética -aunque siempre perfectamente realizable-, no hay un juicio moral explícito en ningún momento. Esa responsabilidad moral recae sobre el espectador, que debe decidir, en último lugar, si lo que ha ocurrido es evitable o es una consecuencia natural de nuestra naturaleza humana.
En definitiva, la serie expone los peligros de una tecnología no-tan-distante en una sociedad no-tan-distinta a la nuestra. A pesar de ser una crítica que algunos podrían tachar de alarmista -ya que pasa por alto las bondades que la tecnología trae bajo el brazo y que muchas veces pueden contrarrestar los aspectos negativos del desarrollo-, Black Mirror es uno de esos fenómenos televisivos que difícilmente dejarán indiferente al espectador o la espectadora.