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Bolsonaro no es el «enemigo ideal» en la segunda vuelta

Fuentes: Revista Forum (Brasil)

Es fundamental la movilización nacional e internacional del próximo día 29, liderada por el llamado de las Mujeres contra Bolsonaro, para demostrar en las calles que hay fuerza social dispuesta a enfrentar el fascismo.

«El fascismo es un movimiento espontáneo de grandes masas (…) de origen plebeyo dirigido y financiado por las grandes corporaciones capitalistas. Se formó en la pequeña burguesía, en el lumpen-proletariado y, hasta cierto punto, también en las masas proletarias; (los) dirigentes emplean una buena cantidad de demagogia, la cual es necesaria para la formación de movimiento de masas…Su base genuina (del fascismo) es la pequeña burguesía«. León Trotsky [1].                                                                                                           

Nadie puede prever con seguridad real que va a ocurrir en las próximas dos semanas. Reina la incertidumbre. Hay la posibilidad de la explotación política del atentado de Juiz de Fora, dando espacio en la televisión al desequilibrado cuchillero. Hay en el cajón el testimonio de delación premiada de Antonio Palocci (ndt: ex ministro de Economía en el primer gobierno Lula). Y tenemos los debates, entre ellos, el decisivo en la TV Globo, la semana que viene. Finalmente, lo imponderable. Que en Brasil acostumbra a sorprender en grande.

Pero, todo indica que Jair Bolsonaro no deberá caer debajo de 25%, si es que no crece todavía un poco, y debe, por tanto, ocupar uno de los puestos en la segunda vuelta electoral. Eso es lo más probable. También es muy probable que la transferencia de votos de Lula para Haddad continúe avanzando. No es razonable que la candidatura del PT tenga menos de 20%, probablemente más. Eso debe ser suficiente para llegar a la segunda vuelta.

La última hipótesis de Geraldo Alckmin (PSDB) era la retirada de las otras candidaturas que se sitúan en el campo del ajuste fiscal iniciado por Temer (Henrique Meirelles, Álvaro Dias, Marina Silva), pero esa carta desesperada del núcleo duro de la fracción paulista de la clase dominante, presentada por por Fernando Henrique Cardoso, fracasó.

Pero no concuerdo que esta desgracia histórica de una confrontación con Bolsonaro sea un buen escenario. Estoy entre los entusiastas de la candidatura Guilherme Boulos/Sonia Guajajara. Pienso que ella representa una semilla de futuro para la reorganización. Defiendo que esa candidatura sea defendida hasta el fin.

Pero, como cualquier militante de izquierda, no soy indiferente a las opciones tácticas que otras corrientes de izquierda hacen. Derrotar a Bolsonaro debería ser el centro de la táctica de la izquierda en las elecciones. Defiendo esta posición desde mediados del año pasado. Mantengo esa posición. En una reunión en el Instituto Polis, tiempo atrás, cuando comenzamos a esbozar la táctica del PSOL (Partido Socialismo y Libertad) con el MTST (Movimiento de los Trabajadores Sin Techo) en torno de la candidatura de Boulos, afirmé que existía en Brasil un peligro, para toda la izquierda, reformista y radical, de un «invierno siberiano».

Considerar que Bolsonaro sería el candidato más fácil de ser derrotado en una segunda vuelta es un error. Un error grave con consecuencias, potencialmente, devastadoras. Se trata de una subestimación del neofascismo. No es verdad que sea posible prever que Haddad será favorito contra Bolsonaro. Será una elección, por tanto, cuando todavía estamos a dos semanas de la primera vuelta, completamente imprevisible.

La evaluación de que Bolsonaro es el enemigo principal de la izquierda no autorizaba que la mejor forma de derrotarlo sería un Frente Electoral entregando a Ciro Gomes (PDT) el liderazgo político del campo político de oposición al golpe. Política no es aritmética. Uno más uno no resulta siempre en dos. Consideré no sólo legitima, en el sentido de plausible y honrada, sino, políticamente inteligente, la decisión del PT de forzar hasta el máximo límite la candidatura de Lula. Claro que era más que cierto que Lula no podría competir, dada la relación política de fuerzas defensiva. Claro que defender a Lula hasta el fin atrasaba el lanzamiento de su sustituto, y retardaba la conquista de la transferencia de votos. Esta táctica exigía sangre fría. Porque sólo sería eficaz hacer la curva, en dirección de Haddad, después de agotadas todas las posibilidades. No era la mejor táctica, solamente, porque cabía que al PT defender su posición de partido con mayor influencia entre los trabajadores y el pueblo, por delante de Ciro Gomes y del PDT. Era la mejor táctica porque el principal triunfo del PT era permanecer siendo respecto de Lula, junto a las masas que influencia.

El argumento de que reconocer a Bolsonaro como enemigo podría dificultar el pasaje de Haddad a la segunda vuelta, y dar oxígeno a una candidatura de centro, no parece razonable por tres razones:

(a) consideradas las variables fundamentales (historia, raíces sociales, representación nacional), y las encuestas no siendo concluyentes, no hay evidencias serias de que Ciro Gomes estaría en mejores condiciones de derrotar a Bolsonaro  de que Haddad;

(b) en Brasil la inmensa mayoría de la población, confirmada en sucesivas encuestas, no se autodefine, ideológicamente, como de izquierda, centro o derecha, sino que se posiciona políticamente en dos campos: el campo anti-Temer y anti-ajuste, y el campo anti-corrupción y anti-PT, y serán estos dos miedos que irán a medir fuerzas en la segunda vuelta;

(c) la parcela del electorado que realiza la apuesta compleja de cálculo de probabilidades para um voto útil anticipado es, relativamente, pequeña en Brasil, aunque sea significativa en algunos nichos sociales.

Por eso, el cálculo de que Bolsonaro sería el «enemigo ideal» en la segunda vuelta es superficial, al menos por cuatro razones:

(a) el discurso tiene su importancia en elecciones, pero no es el único factor político: lo que es decisivo es la fuerza social de las candidaturas, esto es, la forma como las clases y fracciones de clase tienen la percepción de sus intereses, o sea, la credibilidad de cada candidatura;

(b) la hipótesis que será formado un amplio frente antifascista bajo liderazgo de Haddad, deslocalizando a sectores medios, es solamente una hipótesis. La expectativa de que las candidaturas del centro apoyarán a Haddad es insensata En comparación, Brasil no es Francia. Haddad no ocuparía el espacio de Macron, y la clase media está, comparativamente, mucho más a la derecha, en función del discurso neofascista de orden y seguridad pública;

(c) un giro de Haddad hacia el centro puede llevar la pérdida de votos en la clase trabajadora, donde el PT perdió influencia, sin garantía de ganar votos en la clase media. Puede no tener el premio de una ampliación de la votación, porque la experiencia con el giro a la derecha Dilma Rousseff, después de electa en 2014, es muy reciente;

(d) a despecho de que la mayoría de la burguesía no considera, hoy por hoy, a Bolsonaro como el mejor representante de sus proyectos, no está descartado que la mayoría se corra y venga a abrazarlo en la segunda vuelta. Tal vez la mayoría de los pesos pesados de la clase dominante quede equidistante. O tal vez se divida. Pero el peligro es serio.

Por eso, es tan fundamental la movilización nacional e internacional del próximo sábado 29 de setiembre, liderada por el llamado de las Mujeres contra Bolsonaro, para demostrar en las calles que hay fuerza social dispuesta a enfrentar el fascismo.

Subestimar a Bolsonaro, con la mitad del tiempo de TV y radio para la segunda vuelta, luego de todo lo acontecido, sería fatal.

Valerio Arcary es militante de Resistencia, organización de la izquierda radical que integra el PSOL, y columnista del portal Esquerda Online. Profesor titular jubilado del Instituto Federal de Educación, Ciencia y Tecnología-IFSP, Doctor en Historia por la USP-Universidad de Sao Paulo.

Nota (Correspondencia de Prensa)
[1] «¿Qué es el fascismo?» The Militant (EEUU). 16 de enero de 1932. Tomado de una carta a un camarada británico. Edición en castellano del Centro de Estudios, Investigaciones y Publicaciones (CEIP), Buenos Aires.

Traducción: Ernesto Herrera, para Correspondencia de Prensa.