Bolsonaro llegó al gobierno con la promesa de mantener y profundizar el modelo neoliberal y de intensificar la lucha contra la corrupción. Con la primera se hizo con el apoyo del gran empresariado y de los conglomerados mediáticos. La segunda fue el pretexto para quienes, en verdad, lo que querían era un subterfugio para impedir que el PT volviera al gobierno.
Esta semana las dos promesas se han diluido. Frente a la profunda recesión y el aumento del desempleo -que ya existían antes de la pandemia, pero que se han multiplicado-, un grupo de ministros, coordinado por el militar que aparece como substituto, en la práctica, del presidente Bolsonaro, el general Braga Neto, ha presentado un plan de recuperación económica, en la dirección opuesta de la política de Paulo Guedes, todavía ministro de economía.
Ese plan atiende a una necesidad evidente de que las inversiones estatales sean decisivas para contrarrestar la recesión y apuntan a una recuperación de la economía en la dirección opuesta a la de Guedes. Éste considera que deben ser inversiones privadas, que se sumarían a la utilización de las enormes reservas que los gobiernos de PT han acumulado. Guedes ha manifestado su contrariedad, por el carácter de ese plan, así como por su ausencia en la presentación del plan. Es una señal clara de que uno de los pilares del gobierno, la política neoliberal y el ministro que la encarna ya son pasado. Todo indica que la trayectoria de Guedes en el gobierno llega a su final, junto con su política.
El enfrentamiento que ha llevado a la dimisión de Sergio Moro del ministerio de Justicia, coloca en jaque el otro pilar del gobierno –la lucha contra la corrupción-. Mas allá de que muchos hechos ya habían dejado en evidencia la falsedad del compromiso de Bolsonaro en la lucha contra la corrupción, Moro representaba en el gobierno esa lucha. Su salida significa que ese compromiso formalmente deja de existir.
Aun más, debido a las causas de la dimisión y a las revelaciones hechas por Moro sobre el comportamiento de Bolsonaro. Moro ha alegado varias causas para salir. La primera, el no cumplimiento de la carta blanca para nombrar los cargos vinculados al ministerio de Justicia, entre ellos y en primer lugar, el de director de la Policía Federal, ahora destituido por Bolsonaro sin consultar a Moro. En segundo lugar, los criterios políticos para destituir y nombrar un cargo tan importante. Tercero y, quizás, más importante, la confesión de Bolsonaro a Moro que anda muy preocupado por procesos en el Supremo Tribunal Federal, en particular ha mencionado un proceso que afecta directamente a su hijo. Asimismo, dijo a Moro que necesita un director de la Policía Federal con el cual pueda hablar directamente por teléfono, obtener informaciones, tener acceso a procesos, una actitud que hiere directamente la autonomía de la Policía Federal.
Por detrás de la dimisión del director de la Policía Federal está la preocupación de Bolsonaro en los procesos abiertos en contra de sus hijos, en distintos ámbitos. La actitud de Bolsonaro, nombrando para director de la Policía Federal a una persona directamente vinculada a él, confirma su intervención política.
Bolsonaro pasó a ser acusado de falsedad ideológica (firmó como si Moro hubiera apoyado la destitución del director de la Policía Federal, desmentido por Moro), de obstrucción a la justicia (al querer nombrar como director de la Policía Federal a una persona dependiente de él), y de crímenes de responsabilidad (por el conjunto de irregularidades).
Bolsonaro está protagonizando un movimiento de aproximación a partidos de la derecha tradicional en el Congreso para ganar votos e impedir que sea posible la aprobación de un proceso de impeachment en contra de él, que requiere 2/3 de votos. De ahí que necesitase sacar a Moro y al director de la Policía Federal, para poder prometer a esos partidos de que los procesos de corrupción en su contra –así como en contra de los hijos de Bolsonaro– no avanzarían.
Pero los pronunciamientos de personas del organismo judicial revelan que esa puede ser la vía para un proceso por crímenes de responsabilidad en contra de Bolsonaro. El clima de revuelta en contra de Bolonaro se hace más fuerte porque está provocando crisis políticas en el país, en un momento especialmente grave por los efectos graves de la pandemia en Brasil.
Bolsonaro se cree fuerte, porque aun tiene el poder de destituir y de nombrar a los ministros de más popularidad de su gobierno, como el de salud y el de justicia. Pero si ello demuestra fuerza respecto a esos ministros, su gobierno se debilita. La misma ala militar del gobierno discute si sigue con él o si le abandona. El gobierno de Bolsonaro pasa a otra fase, quizás a su fase final.