El presidente de Brasil Jair Bolsonaro presentó un proyecto de ley que abre las tierras indígenas a la megaminería, propicia actividades agropecuarias -para las cuales los bosques son un impedimento- y de generación eléctrica en zonas, como la Amazonía, que pertenecen a pueblos originarios. Obviamente, las comunidades indígenas carecen de recursos, por lo que la explotación quedaría […]
Obviamente, las comunidades indígenas carecen de recursos, por lo que la explotación quedaría en manos de terceros, grandes empresas nacionales y sobre todo trasnacionales. La determinación de Bolsonaro muestra que las críticas dentro y fuera de Brasil por la multiplicación de los incendios y el aumento de la deforestación no le impactaron y sigue con su plan de exterminar indígenas y la floresta amazónica.
Tras el incendio de inmensos bosques, Bolsonaro, multiplica iniciativas para construir la Amazonia de sus sueños, que incluye un proyecto de ley que abre las tierras indígenas a la minería, pero los defensores del medio ambiente y de los pueblos originarios denuncian que se avecina una pesadilla.
Pareció haber hecho un descubrimiento cuando afirmó que «El indígena es un ser humano exactamente igual a nosotros, tiene corazón, tiene sentimiento, tiene alma, tiene deseo, tiene necesidades y es tan brasileño como nosotros». Pero las organizaciones indígenas tienen claras las intenciones del mandatario y denunciaron que el gobierno quiere su exterminio.
Previendo las críticas, Bolsonaro les dedicó unas palabras de amenaza a los sectores ambientalistas: «Si pudiera los confinaría en la Amazonia, ya que tanto les gusta». El proyecto fue calificado como un «sueño» por el mandatario ultraderechista.
En uno de sus puntos el borrador estipula el pago de indemnizaciones a las comunidades indígenas afectadas por la restricción en el uso de sus tierras. También otorga autonomía a los pueblos originarios para que desarrollen por su cuenta las actividades mineras. A su vez se podrá buscar el consentimiento de las comunidades locales para que terceros las lleven a cabo. Ahora el proyecto deberá ser tratado por el Congreso.
En un comunicado, la presidencia sostuvo que la «omisión» de gobiernos anteriores para reglamentar esas actividades causó inseguridad jurídica y alentó la minería ilegal. «El gran paso depende del Parlamento. Vamos a sufrir presiones de los ambientalistas. A esa gente ligada al medio ambiente, si un día pudiese los confinaría en la Amazonia, ya que les gusta tanto el medio ambiente», ironizó Bolsonaro.
El presidente cuenta con aliados para lograr una mayoría en el Congreso, aunque muchos de sus proyectos fueron frenados allí. En este caso, será determinante el apoyo de la poderosa bancada vinculada al agronegocio, que últimamente se mostró preocupada por las denuncias internacionales contra la deforestación de la Amazonia. El gobierno sostiene que muchos líderes indígenas apoyan sus proyectos.
Sin embargo las réplicas no tardaron en llegar. Sonia Guajajara, coordinadora de la Articulación de Pueblos Indígenas de Brasil (APIB) señaló que «Su sueño, Bolsonaro, es nuestra pesadilla y nuestro exterminio, porque la minería trae muerte, enfermedades, miseria y acaba con el futuro de nuestros hijos«.
Las nuevas tribus
El jueves 6, el organismo oficial a cargo de cuestiones indígenas (Funai) nombró al antropólogo y misionero evangélico Ricardo Lopes Dias -miembro de la secta Nuevas Tribus qur promueve la evangelización de los pueblos originarios y la explotación de sus riquezas naturales al frente de la Coordinación de Indios Aislados y de Contacto Reciente.
Se denomina indígenas aislados a aquellos que no tienen contacto permanente con otros grupos humanos y la Funai buscó tradicionalmente respetar ese aislamiento cada vez más amenazado por las actividades madereras y agropecuarias.
La Coordinación de Organizaciones Indígenas de la Amazonia Brasileña (COIAB) señaló que «Nuestras familias sufrieron históricamente con la actuación de misioneros proselitistasque forzaron el contacto con nuestros abuelos y abuelas. Un contacto forzado a través de mentiras, violencia y amenazas de muerte».
Juraima Almeida es investigadora brasileña, analista asociada al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE).