Standard and Poor´s le puso una BBB- a la deuda soberana de la nación vecina. Ahora, los capitales internacionales podrán obtener sus dividendos con mayor certeza.
Brasil atraviesa un momento mágico. O al menos es así como define el presidente Luiz Inacio Lula da Silva a la coyuntura de su país, que el miércoles pasado mejoró la calificación de su deuda soberana. Hasta ése día, los títulos de deuda que emitía Brasilia recibían una nota BB+, pero ese día la calificadora de riesgos Standard and Poor´s (S&P para los amigos) elevó esa calificación a BBB-. Esto, en la jerga financiera, se conoce como Investment grade (grado de inversión, en español), y significa que los bonos que el estado lusoamericano he emitido son confiables y recomendables, o algo así. El propio Lula manifestó que con este cambio en la calificación de la deuda soberana federal «ahora Brasil, que vive un momento mágico, ya es dueño de su propia nariz», noticia y afirmó que se trata de «una conquista del pueblo brasileño» al señalar que esta decisión constituye «un aval» de la independencia económica del país.
Por su parte, su ministro de Hacienda, Guida Mantega, destacó la solidez de las instituciones económicas y la buena salud de la deuda pública y de las reservas internacionales, que ya casi suman 200.000 millones de dólares, mientras que la relación entre la deuda pública y el Producto Bruto Interno (PBI) pasó de un 50,46 por ciento en 2002 a un 41,24 por ciento en marzo de este año.
El informe de S&P destaca la «madurez de las instituciones y del sistema politico de Brasil, evidenciada por el alivio de las cargas fiscales y de la deuda externa», además de la «política monetaria conservadora». También hace referencia al sistema de cambio fluctuante y la contención de la inflación a pesar de las turbulencias internacionales.
¿Qué significa todo esto? En realidad, S&P aconseja a sus clientes (y por extensión a todos el mundo) dónde pueden invertir sus capitales. Cuando un estado se endeuda, emite títulos públicos por un monto pacta un tipo o tasa de interés. Cuanto más confiable sea ese estado, podrá ofrecer menores tasas de interés. Los inversores resignarán rentabilidad pero ganarán en confiabilidad. Y la calificación de la deuda se orienta en este sentido.
No se refiere, entonces, a lo que llamamos la «economía real», sino a la seguridad que puedan tener los capitales para obtener ganancias. El gobierno asentado en Brasilia va a poder endeudarse a menores tasas, y quienes presten esos dineros van a tener mayores certezas de que van a recuperarlo.
De esta forma Brasil recibe una «certificación de calidad» que la fortalece como futura potencia más allá de nuestra región. La calificación BBB- es la más baja dentro del llamado «grado de inversión», pero suficiente para situarlo entre el grupo de 14 países más seguros a nivel financiero.
Según distintos garúes de la economía, esta calificación es el resultado de una política económica constante y sostenida. Brasil ha optado por privilegiar la lucha contra la inflación en lugar del crecimiento de la riqueza. De allí que ha permitido que su moneda, el real, se aprecie constantemente, y ha acumulado reservas en forma sostenida. Pero del resto de las variables macroeconómicas, sólo las exportaciones tuvieron un desempeño muy importante (lo que no es poco) y en los últimos años las inversiones extranjeras. Pero las tasas de crecimiento son sensiblemente más bajas que la mayoría de sus vecinos.
En algún momento hablamos del universo de las siglas, eufemismos para denominar ciertos perfiles de los países. Uno de ellos es el BRIC, por Brasil, Rusia, India y China, países llamados a ser las potencias incuestionables en el futuro. La nación sudamericana era la única de este grupo que no pertenecía al grupo de los investment grade. Ahora sí.
No obstante, la voracidad de ese colectivo sin cara visible llamado «los inversores» se refleja en algunas acotaciones de S&P, como cuando informó este viernes (48 horas después del cambio en la calificación) que Brasil necesita fortalecer su política fiscal e impulsar el crecimiento económico para obtener una calificación de riesgo más alta. Destacamos acá el hecho de la mención de un nuevo ajuste.
La calificación de riesgo soberano se definen con letras, de la A a la D, siendo la triple A (AAA) la mejor de ellas (el país o empresa más confiable) y la calificación D se refiere a aquellos de imposible recuperación. Se suelen agregar signos de + o de – o números del 1 al 3 para ayudar en la calificación.
La noticia es buena para los «inversores» y muy tangencialmente para el brasileño medio. Porque, no obstante estos elogios, Brasil es una de las economías más injustas del mundo, con regiones como San Pablo con una riqueza de Primer Mundo, y regiones como el nordeste, con un nivel de desarrollo del Cuarto Mundo.