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¿Brasil cambia su política exterior?

Fuentes: Rebelión [Imagen: Toma de posesión del nuevo ministro de Relaciones Exteriores, Carlos Alberto Franco França. Créditos: Gustavo Magalhães/MRE. Fotos Públicas]

En este artículo el autor analiza el cambio ministerial en Relaciones Exteriores y sus posibles consecuencias.


Finalmente, ya han tomado posesión de su cargo los seis nuevos ministros del gobierno Bolsonaro. En ceremonias a puerta cerrada, sin medios de comunicación y sin gran participación de miembros del gobierno, llamó sorprendentemente la atención la presencia de un presidente de un partido del centrao imputado en procesos por corrupción; no obstante, el gobierno no tardó en corregir el desliz sacándole de la foto oficial, al estilo stalinista.

Políticamente el cambio de mayor transcendencia fue la salida del ya ex ministro de Relaciones Exteriores, el exótico Ernesto Araújo, a quien el gobierno está buscando un nuevo cargo –con la dificultad de que para concederle una embajada tendría que contar con el apoyo del Senado, que difícilmente obtendría-. En este sentido, el discurso que hizo el nuevo ministro, al menos en las palabras, supondría un importante cambio en la política exterior brasileña.

El nuevo canciller de Brasil, Carlos Alberto Franco França, nunca había dirigido una embajada, habiendo trabajado siempre en el ámbito protocolario de Itamaraty [sede del ministerio], incluso en el gobierno de Dilma Roussef; desempeñando funciones hasta hace poco en la embajada brasileña en Bolivia. Su discurso ha causado gran impacto debido a las diferencias con respecto al discurso terraplanista del ex canciller.

En este sentido, França definió tres prioridades para su gestión: pandemia, economía y medio ambiente.

Así, señaló que su mandato estaría comprometido con la “diplomacia de la salud”, para “buscar vacunas disponibles”; se comprometió a que Brasil vuelva a ser protagonista en materia de “cooperación internacional”, a diferencia de Araujo, que se enorgullecía del aislamiento de Brasil en el mundo, llegando a hacer apología de su situación de “paria” internacional.

Brasil tendría que preocuparse con “urgencia climática”, teniendo que estar en la “vanguardia del desarrollo sostenible”. “Esa línea de continuidad que nos cabe actualizar en cada generación”, indicó al respecto de los cambios en la política exterior del país.

Reconoció la importancia de los foros internacionales: “El consenso multilateral bien trabajado es expresión también de la soberanía nacional”, señalando también la necesidad de “apostar por el dialogo como método diplomático”.

Argentina fue el único país mencionado en el discurso de toma de posesión del nuevo canciller brasileño: “Los acuerdos nucleares de Brasil con Argentina, por ejemplo, que ya tienen más de tres décadas, son símbolo del predominio de la cooperación frente a la rivalidad”.

El discurso fue considerado una pieza muy hábil de diplomacia, muy próxima al estilo pragmático del Itamaraty y que responde a las presiones del gobierno de Joe Biden. A ver si los actos se corresponden con las palabras del nuevo canciller. En el gobierno, acabarán surgiendo conflictos con el ministro de Medioambiente, Ricardo Salles, uno de los pocos del ala considerada ideológica dentro del gobierno que todavía se mantienen en el ejecutivo federal.

Así, en caso de que implemente realmente lo que está contenido en su discurso de toma de posesión, sería el principal cambio en las políticas mantenidas por el gobierno Bolsonaro hasta este momento. Fue muy bien recibido en el Congreso, por los empresarios y en sectores de la oposición.