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Brasil nunca ha estado tan aislado en el mundo

Fuentes: Rebelión

Brasil, que era, hace NO mucho tiempo, exaltado y reconocido en el mundo como un país líder en la lucha contra el hambre, con Lula como el líder político más reconocido internacionalmente, pasó, en unos pocos años, a la situación paradójica de mayor aislamiento que nunca hubo en el mundo. Su gobierno es degradado y situado junto con los gobiernos más fundamentalistas y antidemocráticos y su presidente, es ridiculizado y citado como el peor gobernante del mundo.

Su canciller actúa y habla como si el mundo estuviera en medio de la guerra fría de  hace más de medio siglo. Nadie lo toma en serio, ni siquiera Itamaraty, que lo tolera, avergonzado. El país defiende las posiciones más retrógradas en los foros internacionales, promoviendo un retroceso que nunca antes Brasil habia experimentado, aliado solamente con los Estados Unidos e Israel. Los vecinos de Brasil se protegen y se distancian del gobierno brasileño, no sólo Argentina e Uruguay, también Paraguay, que promueve la protección de su población frente la pandemia, cerrando sus fronteras para no sufrir los efectos descontrolados que el coronavirus está provocando en Brasil. El país no toma ninguna iniciativa internacional, ya sea porque no tiene ninguna idea, bien sea porque sería una propuesta sin sentido, que no encontraría el apoyo de nadie. El presidente besa la bandera de los Estados Unidos y saluda militarmente a los líderes de ese país, que son elogiados por él, en lugar de hacerlo con los de Brasil. Sale del palacio presidencial rodeado de banderas de los EE. UU e Israel, pero  recibe una protesta de las entidades israelíes, debido al mal uso que hace de esa bandera al asociarla a un proyecto dictatorial.

La política exterior brasileña es una proyección directa de lo que es el gobierno brasileño. Un gobierno aislacionista, que solo está interesado en los mezquinos intereses del presidente para protegerse de las graves acusaciones que pesan sobre él, sus hijos y la mafia que lo rodea. Únicamente busca sobrevivir, atacando y tratando de eliminar a aquellos que aparecen como obstáculos para sus pequeños proyectos. Un gobierno que está involucrado en pequeños conflictos, sin siquiera mencionar que el país se está convirtiendo en el nuevo epicentro mundial de la pandemia, coviviendo con la muerte de más de 600 personas al día, sin una palabra, sin siquiera mencionar el coronavirus, involucrado en conflictos institucionales que le permiten controlar a la Policía Federal.

Un gobierno ultraneoliberal en tiempos de acción estatal para proteger a la población, en tiempos de inversiones públicas para proteger empleos, en un país donde 62.1 millones de personas se encuentran en una situación de fragilidad, sin derechos elementales. Con un presidente que menciona a la Policía Federal varias veces al día y ni una sola vez al SUS, el Servicio Único de Salud –responsable de una política democrática de salud publica-, un bastion en la lucha contra la pandemia, que sobrevivió a las ofensivas neoliberales que pretendieron desmantelarlo.

Tal gobierno sólo podría tener esta política exterior. Sólo podría apoyar las posiciones más conservadoras sobre cuestiones de género, ecología, paz en el mundo, derechos humanos, cuestiones étnicas, defensa de organizaciones multilaterales, resolución pacífica de conflictos, coexistencia pacífica entre diferentes gobiernos, integración regional, defensa de los países más pobres del mundo, defensa de la democracia. Itamaraty, que había sido elogiado como el mejor ministerio de asuntos exteriores del mundo, quedó reducido a un ministerio de propaganda del gobierno más excéntrico y reaccionario del mundo. Sus cuadros, entrenados durante décadas en políticas para la defensa de la soberanía nacional, tienen que defender, avergonzados, posiciones exactamente opuestas a los valores con los que se formaron.

Brasil nunca ha estado tan aislado en el mundo, nunca ha sido tan rechazado, su imagen internacional nunca ha sido tan degradada, nunca ha sido mencionado constantemente de manera tan vejatoria, debido a que tiene un presidente que no fue elegido democráticamente para representar al pueblo brasileno y a Brasil como país.