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Brote de puerilidad entre líderes mundiales

Fuentes: La Jornada

A veces me pregunto si no hemos entrado en una nueva era de lo que los franceses llaman infantilisme. Admito que escribo estas palabras durante una gira de conferencias en París, donde casi todas las declaraciones políticas, incluidas las de Chirac, Sarkozy, Villepin y otros, parecen caer en esta categoría. Pero me refiero, desde luego, […]

A veces me pregunto si no hemos entrado en una nueva era de lo que los franceses llaman infantilisme. Admito que escribo estas palabras durante una gira de conferencias en París, donde casi todas las declaraciones políticas, incluidas las de Chirac, Sarkozy, Villepin y otros, parecen caer en esta categoría. Pero me refiero, desde luego, a George W. Bush, Lord Blair de Kut al Amara, y al nuevo miembro del Salón Fisk de lo Pueril: el presidente Mahmoud Ahmadinejad de Irán.

Como alguien que tiene que ver cadáveres eviscerados en Palestina e Israel, los cuerpos de asesinados sobre montones de basura en Irak, a mujeres jóvenes con tiros en la cabeza en la morgue de Bagdad, sólo puedo menear la cabeza, incrédulo, ante las transparentes, químicamente puras y perezosas pendejadas (llamémosle al pan… pan), que actualmente emergen de nuestros grandes líderes.

Hubo un tiempo; sí, lo sé, o tempora o mores, cuando los Grandes y Buenos hablaban con la voz de la autoridad, si bien esto no los exentaba de la mendacidad, y se alejaban de lo mediocre. También, en ese entonces, muchas mentiras provocaron una renuncia o dos. Pero hoy parecemos vivir en dos niveles: el de la realidad y el del mito.

Comencemos con la realidad de Irak. Para citar lo dicho por Winston Churchill sobre Palestina a finales de los 40, es un «desastre infernal», una nación de anarquía desde Mosul hasta Erbil y Basora. Insurgentes armados controlan las calles a menos de un kilómetro de distancia de la Zona Verde, lugar en que diplomáticos estadunidenses y británicos, así como el «gobierno» democráticamente electo de Irak tienen sueños optimistas sobre el país cuya población arde con feroz resentimiento contra la ocupación occidental. No me extraña estar cada día más seguro de querer alejarme del conflicto.

Pero según Bush, Estados Unidos no está ansioso por salir de Irak. Todo lo contrario. Estados Unidos está combatiendo a enemigos que quieren establecer un «imperio totalitario» que sería «un peligro mortal para toda la humanidad» y que Estados Unidos confrontará. Washington está luchando contra «el enemigo más brutal que jamás ha enfrentado». Perdón ¿podría repetirme eso? ¿Y qué pasó con la Alemania nazi de Hitler? ¿La Italia fascista de Mussolini? ¿El cruel y expansionista imperio japonés que bombardeó Pearl Harbor en 1941?

Una cosa es que Bush y Lord Blair de Kut al Amara quieran jugar a que son Roosevelt y Churchill, o asegurar que Hussein es Hitler, y otra muy distinta exaltar nuestros asquerosos e ilegales conflictos plagados de torturas como si éstos fueran más importantes que la Segunda Guerra Mundial.

Asimismo, afirmar que nuestros enemigos de turbante son más maliciosos que los asesinos de la SS en Auschwitz, es indiscutiblemente un paso en el camino hacia el manicomio.

«Dentro de cualquier parámetro de la historia», dijo mi presidente estadunidense favorito, «Irak ha logrado progresos increíbles». ¿Perdón? Dentro de cualquier parámetro de la historia los insurgentes iraquíes han logrado avances increíbles contra la ocupación militar estadunidense en Irak.

«Hemos perdido a algunos de los mejores hombres y mujeres de nuestra nación en la lucha contra el terrorismo», nos dice Bush. «La mejor manera de honrar el sacrificio de nuestros caídos es completar nuestra misión». En otras palabras, vamos a probar el valor del sacrificio con más sacrificios. La verdad es que esta lógica, por su ingenuidad, es digna de Bin Laden. ¿Hemos perdido mártires? ¡Ofrezcamos más mártires!

Luego tenemos al presidente Ahmadinejad de Irán. En una de sus infinitamente torpes y aburridas conferencias de prensa en Teherán, nos dice que el «Sionismo» debe ser «borrado del mapa». Soy lo suficientemente viejo para recordar esta estupidez tan defendida por los amigotes de Yasser Arafat en Beirut, a finales de los años 70.

El discurso de Ahmadinejad, ante los 4 mil «estudiantes» obligatorios, que ya son parte tradicional de la revolución de Irán, estaba repleto de viejísimas consignas. «El establecimiento del régimen Sionista fue una maniobra del poder opresor contra el mundo islámico. Las refriegas (sic) en las tierras ocupadas son parte de la guerra a la que estamos destinados».

Me pregunté si este bobo era el guionista de la película Cruzada de Ridley Scott. Desde luego que no, pues esa historia épica de Hollywood, eran de un enfoque y una erudición homéricos comparados con la prosa estéril de Ahmadinejad. Después de todo, este es el tipo de idiotez que tuve que padecer durante la revolución iraní original, cuando el ayatola Jomeini instaló su teocracia en Irán. No. Seamos francos y llamémosla necrocracia. El gobierno de los muertos y para los muertos se está volviendo la visión tanto de Bush como de Ahmadinejad.

Pero esperen. No hemos tomado en cuenta la visión curchilliana de lord Blair. «Nunca me he topado con una situación (sic) de un presidente de un país diciendo que quiere borrar a otro país», señaló.

¡Ay Dios¡ ¿Qué podemos hacer con este hombre? Porque resulta que Roma estaba muy decidida a borrar Cártago ¿cierto? (¿delanda est Cartago, Tony? También tenemos ese asuntito de Herr Hitler, ese coco que asusta a Lord Blair desde los desiertos que rodean al Tigris, quien insistía en que Polonia debía ser borrada, y convirtió a Checoslovaquia en el protectorado nazi de Bohemia y Moravia, adempás de permitir que la Ustacha croata tratara de destruir Serbia. El mismo que terminó sus días asegurando que su propio pueblo debía ser borrado del mapa porque no lo merecía como líder.

Ahora escuchemos nuevamente a Lord Blair de Kut al Amara. «Si ellos (los iraníes) siguen así, la pregunta que la gente se hará es esta: ¿cuándo van a hacer algo al respecto? ¿Se imaginan a un Estado así, con una actitud como esa, con un arma nuclear?» Bueno, pues sí. Claro que nos lo imaginamos. Corea del Norte. ¡Ups¡ Pero ellos ya tienen armas nucleares ¿verdad?

Mejor le hacemos una pregunta diferente. ¿Quién es exactamente esa «gente», Lord Blair, que espera que usted «haga algo»? ¿Será que esa gente tiene algo en común con el millón de personas que le pidió no invadir Irak? Y si no es así, ¿podría darnos las direcciones de todas esas pesonas? ¿Sus identidades? ¿Tiene alguna idea de cuántos son? ¿Un millón, tal vez? Lo dudo.

¿Tendrá esto fin algún día? Aún no, me temo. En Australia, hace unas semanas, encontré a musulmanes de Melbourne y Adelaide que me obsequiaron anécdotas de insultos y obscenidades que les gritan en la calle. El primer ministro, John Howard, está por introducir nuevas leyes para combatir el «terror» que no sólo incluyen las detenciones sin juicio, sino también una ampliación de las leyes de «sedición» que pueden ser usadas contra aquellos (especialmente aquellos musulmanes, desde luego), que se opongan a la ridícula participación de Australia en las operaciones en Afganistán e Irak.

Bueno, pues cuenta conmigo, John. Creo que vives en un país con gente grandiosa, pero planeo aparecerme en Adelaide nuevamente, la próxima primavera, para hablar contra las acciones de Occidente, incluida tu nación, en esos dos países árabes. Me emociona mucho que se dicten cargos de sedición en mi contra.

De la misma forma me emociona que Lord Blair «haga algo» contra Corea del Norte. Espero que el señor Bush nunca llegue a descubrir enemigos peores que la Wehrmacht y la SS. También confío sinceramente en que los pequeños burócratas de esa necrocracia religiosa que es Irán crezcan en los próximos años.

¡Ay¡, pero al igual que Peter Pan, nuestros líderes no quieren crecer, quieren ser por siempre infantiles, y jugar para siempre en sus areneros limpios de sangre, a costa de todos nosotros.

© The Independent

Traducción: Gabriela Fonseca