Mientras las autoridades monetarias de México padecen la catatonia esquizofrénicaen que las sumió el modelo neoliberal importado, prosigue ineluctable la caída del dolarcentrismo Una señal inequívoca del derrumbe del dolarcentrismo ha sido el lanzamiento sin mucho ruido de una moneda de oro que no circulaba desde 1933 en EU: el american buffalo, que vale 50 […]
Mientras las autoridades monetarias de México padecen la catatonia esquizofrénicaen que las sumió el modelo neoliberal importado, prosigue ineluctable la caída del dolarcentrismo
Una señal inequívoca del derrumbe del dolarcentrismo ha sido el lanzamiento sin mucho ruido de una moneda de oro que no circulaba desde 1933 en EU: el american buffalo, que vale 50 dólares y tiene una pureza de 24 kilates. Su cotización se basará en el valor del oro en el mercado con un «sobreprecio» de 12 por ciento (IHT,19/6/06).
Mientras las ultramontanas autoridades monetarias de México padecen la catatonia esquizofrénica en que las sumió el modelo neoliberal importado (lo cual no obsta para que sigan destruyendo la riqueza nacional y hayan bloqueado el lanzamiento de la moneda de plata), prosigue ineluctable la caída del dolarcentrismo, cuyos ajustes golpean sin piedad los mercados emergentes/detergentes en la periferia.
La muy anunciada pulverización bursátil (ver Bajo la Lupa, «Efecto Islandia: hacia la sequía crediticia global», 1/3/06 y 5/4/06) ha golpeado con singular alegría a los mercados emergentes/detergentes. Al corte de caja del 14 de junio la evaporación de la riqueza en un solo mes en las bolsas globales había arrojado más de 2 millones de millones (trillones en anglosajón), es decir, casi tres veces el PIB de México (Reuters, 14/6/06).
Esto apenas empieza y septiembre se antoja muy turbulento cuando se asiente la tan temida estagnaflación, a juicio de Abhijit Chakrabortti, estratega de acciones bursátiles globales de JP Morgan Chase, quien comenta que «una de las razones por las cuales los mercados emergentes no han caído más es porque la gente aún no está vendiendo». Los inversionistas novatos ignoran que vender sus acciones en las fases turbulentas constituye una hazaña en los mercados emergentes/detergentes.
Stephen Roach (SR) , economista en jefe de Morgan Stanley (Global Economic Forum, 16/6/06) sopesa los riesgos inherentes a los mercados emergentes/detergentes: de su valor más alto del 8 de mayo a la baja del 13 de junio, el índice bursátil del banco mostraba un desplome de 25 por ciento». Pese a tal corrección, «las acciones todavía valen el doble de los promedios prevalecientes en 2001-02», esto es, siguen infladísimas.
Los mercados emergentes /detergentes se beneficiaron de la inundación de liquidez global (propiciada por la sicótica irresponsabilidad de los bancos centrales del G-7) y la búsqueda de mayores rendimientos de los fondos. Ahora que el planeta entró a la doble crisis del dólar y la energía, que epitomiza la decadencia geopolítica de EU, sumada de la ciclicidad de la sequía de liquidez monetaria, los flujos bursátiles operan la graciosa huida de los mercados emergentes/detergentes para buscar refugio en lugares mas seguros.
SR recuerda la crisis de 1997-98 de los mercados asiáticos, que el entonces secretario del Tesoro clintoniano, Robert Rubin (anterior jerarca de Goldman Sachs durante un cuarto de siglo y hoy segundo de a bordo de Citigroup) calificó como la «peor turbulencia de los mercados de capitales de los pasados 60 años».
En realidad, México había iniciado la crisis tres años antes que Asia como conejillo de Indias del laboratorio de experimentación neoliberal con el efecto tequila de 1994, cobijado por la dupla Salinas-Zedillo para entregar la banca mexicana e intentar ceder Pemex por la puerta trasera de la hipoteca fiscal. No es coincidencia que Goldman Sachs haya sido beneficiada con los Tesobonos del efecto tequila ni que luego Citigroup haya adquirido Banamex, subsidiado por el Fobaproa/IPAB, para cerrar el círculo mafioso de las finanzas del TLCAN que gratificaron a los «amigos de De la Madrid, Salinas, Zedillo y Fox» y que representan como nadie el ex vendedor de naranjas tuxpeño, Roberto Hernández Ramírez (dueño de la mal afamada Punta Pájaros) y el controvertido José Madariaga Lomelín (socio de Diego y Margarita Zavala), a quien se le desplomó un avión en la antigua carretera de Toluca con carga muy comprometedora: ambos son promotores del voto masivo a favor de Calderón, anterior abogado de Inverlat-ScotiaBank, e hijo putativo del Fobaproa/IPAB, el mayor fraude en la historia de México, que ahora intenta imponer en forma espuria a su quinto presidente consecutivo.
A juicio de SR, la «próxima capitulación del consumidor estadunidense» afectará las exportaciones de países tan dependientes de la demanda de EU, entre quienes ninguno se compara en términos porcentuales a México (80 por ciento), lo cual es sumamente riesgoso, pese a las fanfarronerías de Fox, quien trivializa y personaliza asuntos estructurales. Advierte que los mercados emergentes/detergentes «han hecho muy poco en prepararse para lo que puede constituir la próxima crisis: la carestía de su principal fuente de demanda exterior: el consumidor estadunidense, fenómeno muy diferente al choque de 1997-98».
Mientras en México , el aldeano calderonista Guillermo Prieto Treviño, presidente de la Bolsa Mexicana de Valores, y el «señor Aguilar» -también calderonista y locuaz portavoz foxiano- compiten en ver quién expectora la peor barbaridad sobre la dinámica de los mercados, el muy serio centro de pensamiento con sede en Chicago, Reporte de Noticias de Poder e Interés (PINR, por sus siglas en inglés), en la pluma de Jephraim P. Gundzik (JG), analiza la «fuga de capitales» de Brasil (16/6/06), que puede ser extensiva a todos los mercados emergentes/detergentes, en particular a México, con o sin Fox y Calderón en medio». En 2005, muchos analistas (sic) e inversionistas se volvieron «muy complacientes con los riesgos de inversión en los mercados emergentes, donde sobresalió Brasil, gracias a una excesiva liquidez global», pese a su «creciente inestabilidad política y social y desaceleración económica». La «restricción de liquidez global ha hecho estallar su burbuja bursátil» y conforme se deteriora su situación, «la fuga de capitales puede acelerarse, lo cual provocará una devaluación significativa».
JG evalúa la «inundación de inversiones de portafolios extranjeros» en Brasil (el más consentido de todos, antes de Turquía e India) que han pecado de «complacencia». Las estadísticas oficiales no señalan perturbación alguna porque «no capturan los enormes flujos» que forman parte de la «contabilidad invisible» (off-balance-sheet) que puede ser detectada en las transacciones de su comisión bursátil Comissao de Valores Mobiliarios. JG incursiona en los dédalos contables del Banco de Brasil y luego de demostrar en forma persuasiva la explosión de flujos foráneos de corte especulativo (mediante swaps) con altas tasas de interés a corto plazo, conjetura que «las acciones totales de los portafolios de inversiones foráneas en Brasil al cierre de abril de 2006 probablemente sean de 100 mil millones de dólares o cerca de 12 por ciento de su PIB», frente a los cuales sus reservas por 57 mil millones de dólares son insuficientes para paliar una fuga de capitales.
¿Cómo andarán las cosas en el México neoliberal? Pues Ortiz Martínez, el poco agraciado «gobernador» del Banco de México, parece haber dado la pauta cuando en su entrevista muy defensiva a The Financial Times (8/5/06), entró en trance nervioso diaforético al habérsele insinuado la repetición de «otro 1994».