El capitalismo multicolor, camaleón es un ensayo que comenta el análisis crítico de Camila Moreno Las ropas verdes del rey. La economía verde: una nueva fuente de acumulación primitiva. El análisis crítico pasó por la revisión de Miriam Lang, Claudia López y Alejandra Santillana, quienes aportaron y comentaron el ensayo. En la versión publicada se […]
El capitalismo multicolor, camaleón es un ensayo que comenta el análisis crítico de Camila Moreno Las ropas verdes del rey. La economía verde: una nueva fuente de acumulación primitiva. El análisis crítico pasó por la revisión de Miriam Lang, Claudia López y Alejandra Santillana, quienes aportaron y comentaron el ensayo. En la versión publicada se tiene una redacción más prolija, hay ciertas modificaciones de orden de la exposición, además de incorporar algunas reflexiones y análisis sugerentes. Sin embargo, el ensayo, en su segunda versión, enriquecido, no ha cambiado sustancialmente. Las principales consideraciones, los enunciados ejes, las tesis críticas, tal como se expusieron en la primera versión, se mantienen. Ahora pasaremos a completar nuestro anterior comentario, tomando en cuenta los aportes de la segunda versión, que además ha sido publicado en el libro Alternativas al capitalismo del siglo XXI[1].
La historia del capitalismo verde, si se puede hablar de historia, cuando se trata, más bien de una historia reciente, nos remite, en su nacimiento, a la constatación por parte de los gobiernos centrales de los efectos nocivos y peligrosos de la acumulación de gases de efecto invernadero, los cuales contribuyeron a ocasionar el llamado cambio climático. Es el gobierno de Tony Blair quien invita a los países emergentes a la reunión del G 8, que se llevó a cabo en Escocia, en 2005. Se tuvo la expectativa de que la reunión contribuiría a formar un grupo más representativo, inyectando ímpetu renovado a la ronda de Doha sobre las negociaciones de comercio (OMC), y logre una mayor cooperación sobre el tema de cambio climático[2]. Como resultado del encuentro, los países del grupo G8+5 emitieron un comunicado conjunto, en el camino de construir «un nuevo paradigma para la cooperación internacional en el futuro». En consecuencia, el G8+5, Climate Change Dialogue (Dialogo sobre el cambio climático), propuso la organización de una reunión en el año siguiente, en febrero de 2007, en Washington, Estados Unidos de Norteamérica. Allí, los países se comprometieron en un acuerdo no vinculante para cooperar con el cambio climático[3]. En este encuentro se elaboró el proyecto para una Green Economy Initiative (Iniciativa para la economía verde) de las Naciones Unidas, contando con el financiamiento de la Unión Europea, Alemania y Noruega. En este contexto de la iniciativa, emerge la propuesta para un Global Green New Deal (Nuevo acuerdo verde global), cuyo trabajo estuvo encabezado por el PNUMA y lanzado en medio de la crisis financiera de 2008[4].
Como se puede observar la economía verde es una propuesta de los países del norte, en colaboración de las potencias emergentes. No es una demanda del sud. Esta ubicación del nacimiento de la propuesta indica el lugar de donde se genera una geopolítica, que vamos a llamar de definición de los nuevos dominios del imperio, dominios que no se encuentran bajo el control de los dispositivos de poder del capital. Esto es, lo que llama el discurso del capitalismo verde los servicios ambientales. El capitalismo controla los recursos naturales, las reservas minerales e hidrocarburíferas, además de otros recursos, que se han convertido en estratégicos, como los recursos vinculados a otras fuentes de energía. Sin embargo, los dispositivos geopolíticos del capitalismo vigente saben que no controlan los cursos, los ciclos; por ejemplo, los cursos y ciclos del agua y del aire. Hay como una consciencia geopolítica de que el agua se ha convertido ya en un recurso estratégico, que debe caer bajo el control de los dispositivos económicos, políticos y normativos del capital. Se hace evidente entonces que las potencias del norte, en colaboración con las potencias emergentes, se proponen la captura de los cursos y ciclos vitales, incluyendo los ciclos de los suelos, sobre todo aptos para la agricultura. En este sentido, hay como una consciencia de que los alimentos, aunque no sean recursos naturales, tal como los entiende la economía, pues son sembrados y cultivados, se han convertido en bienes estratégicos. Nuestra hipótesis política es la siguiente: El imperio, el orden de poder mundial, se propone una nueva era de ocupación, captura y dominio sobre los cuerpos y sus ciclos vitales. Se trata de una nueva forma de conquista y colonización.
Se presenta este proyecto de poder bajo un barniz edulcorante, usando un discurso propositivo en términos de la financiarización de los servicios ambientales, discurso reconocido como del capitalismo verde. En realidad, hay como dos planos de esta geopolítica. Se puede observar que el discurso de la economía verde funciona como una máscara, oculta el proyecto geopolítico de neo-colonización, en las formas sofisticadas de los mecanismos financieros, acompañadas por el uso instrumental de las tecnologías de punta. Sin embargo, el discurso del capitalismo verde no es solamente máscara, es también un instrumento apropiado para iniciar el avance, la apropiación, de los bienes comunes, despojando a las sociedades, a las comunidades, a los pueblos, de sus recursos vitales. Estamos entonces a las puertas de una nueva conquista y colonización, de un nuevo despojamiento y desposesión, a escala planetaria, con características de ocupación sofisticada, combinado capturas virtuales y financieras, con posesiones y apropiaciones materiales.
Si este proyecto logra avanzar en sus primeras etapas, si logra agrupar y cohesionar al grupo de países comprometidos, en este núcleo de poder, en este núcleo estratégico, la inmensa mayoría de los pueblos se verán sometidos, indefensos, ante la violencia descomunal que se proyecta desatar.
Por lo tanto, la discusión no solamente radica en las trampas que encierra la economía verde, sino también en el proyecto geopolítico oculto, que es el eje principal de semejante operación a escala mundial. Las guerras policiales desatadas, como parte de la guerra infinita contra el terrorismo, a nombre de los derechos humanos, exaltando confrontaciones culturales, quizás sean como las primeras maniobras en el sentido de una ocupación global del planeta, por parte de las potencias que conforman el imperio.
Las resistencias y las luchas de los pueblos del mundo contra semejante proyecto geopolítico neo-colonial, si van a proyectarse, tienen que constituirse como bloque-histórico-político-cultural-plural, como una coordinación mundial de las resistencias y las defensas de la vida, cuanto antes. No se puede perder tiempo en diferencias secundarias, que pueden resolverse o no en consensos y en las discusiones; lo importante, lo imprescindible, es lograr la cohesión de los pueblos, que se encuentran efectivamente amenazados por el descomunal poder acumulado, la descomunal disponibilidad de fuerza, de los dispositivos de dominación controlados por la híper-burguesía que domina el mundo.
En este segundo comentario al ensayo de Camila Moreno, proponemos un desplazamiento del análisis, sin dejar, de ninguna manera, lo que se recogió en el primer comentario al ensayo, aquella deconstrucción del discurso del capitalismo verde, dicho con los propios términos de la autora. El desplazamiento analítico consiste en orientar la crítica al develamiento de esta geopolítica de captura y ocupación imperial de los ciclos vitales, a la geopolítica de conquista y neo-colonización, en los términos que permiten las tecnologías contemporáneas.
Ahora bien, como dijimos en otro texto[5], la geopolítica es un plan de dominación del espacio; no es una materialidad efectiva, no es que la dominación espacial acontezca, como por arte de magia, como realización de la geopolítica. La geopolítica enfrenta resistencia, luchas sociales, obstáculos materiales de los espesores territoriales, además de las dinámicas moleculares sociales alterativas. La geopolítica como plan de dominación espacial se enfrenta al espacio-tiempo efectivo, que sí está plasmado, se enfrenta a las geografías humanas, sociales, culturales.
Es más, las geopolíticas están vencidas de antemano por las geografías efectivas. No pueden con el acontecimiento geográfico-territorial-social. Tienen que buscar someter el espacio empleando la descarga inaudita de la violencia estatal, aplicada en dimensiones gigantescas. Lo que implica no solo un gran esfuerzo estatal, sino también exige su sostenimiento en el tiempo. Es posible, como ha ocurrido en la historia política de los estados, que se logre ocupar estratégicamente determinados lugares considerados nucleares, de acuerdo a la perspectiva geológica. Empero, esta ocupación no corrobora la dominación completa del espacio, tenido como materia y objeto de poder. La geopolítica es una de las herramientas más elaboradas de la planificación de la dominación; sin embargo, lo que expresa, de manera exagerada es la pretensión de la racionalidad instrumental, usada para efectos geopolíticos, de realizarse absolutamente. Esto no es más que una pretensión. Para ilustrar, diremos que se trata de una geopolítica que se oriente en el plano, mientras la geografía efectiva, social y cultural, se manifiesta y desenvuelve en espesores dinámicos. La geopolítica está lejos de comprender la complejidad.
El hecho de que todavía haya gente que sigue jugando a la geopolítica muestra la persistencia de un perfil psicológico, perfil paranoico del gran patriarca, del gran déspota, que se multiplica, distributivamente, en los equipos de burócratas y militares, que se consideran estrategas y estadistas. Esta gente, que sigue jugando a las guerras, es un resabio de otras épocas. Sin embargo, no dejan de ser peligrosos, pues empujan a desenlaces fatales. Que todavía aparezcan dirigiendo, gobernando, aconsejando, administrando, manejando fondos, sobre todo de los estados considerados potencias, las emergidas y las emergentes, ocurre porque los pueblos del mundo dejan que lo hagan. Cuando los pueblos del mundo se liberen del fetichismo del poder, del fetichismo institucional, del fetichismo de la mercancía, tendrán que terminar con estos juegos de guerra, con estos juegos de dominación.
La geopolítica que está detrás del capitalismo verde, la que hemos llamado geopolítica de captura de los ciclos vitales, forma parte de esta herencia de las estrategias de dominación. Que sus herramientas sean más sofisticadas no la sacan de este cuadro, ya de museo, de los arsenales de estrategias bélicas. Lo sorprendente de esta geopóltica son sus objetivos, que podemos resumirlos en dos: 1) Lograr, mediante la financiarización de los servicios ambientales, el «desarrollo» y el crecimiento económico, además de mantener o incrementar las tasas de ganancia; y 2) controlar y administrar los ciclos de la vida de una manera racional-instrumental.
Este optimismo positivista es patético. La naturaleza se convierte en la empresa inicial, además del capital natural; por lo tanto, se puede actuar administrativamente en esta empresa originaria y distribuir racionalmente la gestión de las inversiones, aprovechando el capital natural. La representación del mundo que tiene esta geopolítica es la de un mundo estructurado por la competencia y la concurrencia de capitales. Es el mundo cuantitativo de la aritmética de la acumulación de capital. Quizás en la historia de los saberes, sobre todo en la historia de los instrumentos de estos saberes, no haya habido tanta fe, tanto apego a la seguridad que brindan las herramientas de medición y el imaginario de poder que les acompaña. Estos sacerdotes positivistas tienen la gran desventaja de no contar con la incertidumbre que acompañaba a los monjes y sacerdotes antiguos, portadores de la verdad religiosa. Su mundo representado, es decir, el mundo reducido a la representación de la medida, es una figura geométrica vacía; solo sus bordes, sus planos, sus aristas, dan cuenta, como en una medusa, que algo existe. En todo caso esta figura está lejos de las geometrías no-euclidianas.
¿Controlar los ciclos vitales? Ciertamente manipulan genéticamente, han inventado semillas mulas, que no se reproducen de manera espontánea, aseguran que cuentan con semillas resistentes a plagas, a climas adversos. Todo esto no solo puede ser, sino que es, efectivamente, ocurre. Sin embargo, esto no es controlar los ciclos vitales. Pueden intervenir en estos ciclos, pueden terminar, incluso, de formar parte de los mismos; empero, no pueden jamás controlarlos. En primer lugar, las sociedades humanas, los dispositivos de poder, en contraste, con los dispositivos creativos de la potencia social, forman parte de los ciclos vitales. Estas ciencias operativas, esta racionalidad instrumental, estas tecnologías de punta, forman parte de los ciclos vitales. Los ciclos vitales se encuentran más acá y más allá de la mirada humana. Pueden comprender, mejorar la comprensión, elaborar teorías, cada vez más complejas, puede participar de mejor manera en los ciclos o, si se quiere, si no aprenden y apuestan a la destrucción, pueden participar afectando los ciclos vitales. Pero, no pueden controlar las complejas, múltiples, dinámicas, en distintos niveles, de los ciclos vitales, que se despliegan en los tejidos del espacio-tiempo. Esta pretensión es un delirio paranoico, la obsesión de convertirse en Dios, otra criatura humana.
Entonces, ¿qué hacen estos geopolíticos, estos financistas? ¿Cuál es el alcance de sus operaciones? La sobreproducción, la sobreacumulación, que repercute en la excesiva disponibilidad dineraria, que no saben cómo utilizarla, ni dónde invertirla rentablemente, los lleva a inventarse modos y maneras de circulación de capitales. La economía vede ya funciona como parte de los aparatos económicos capitalistas, como parte del conjunto de mecanismos que hacen al modo de producción capitalista y al sistema-mundo capitalista. Han logrado destinar parte del exceso de grasa hacia una circulación especulativa; especulación financiera que se representa en acciones como la compra de retención de carbono, acciones como capturar carbono, disminuir los gases de efecto invernadero; que se representa en la propósito de la captura financiera de bosques, de territorios, de cuencas; que se representa en el afán de la captura de actividades orgánicas como la polinización. Lo que han logrado estas operaciones financieras y geopolíticas es hacer circular el capital, que dice que responde a una buena asignación; sin embargo, las incongruencias, las contradicciones, del sistema-mundo capitalista se mantienen. Las causas de la contaminación, depredación, destrucción de ecosistemas, persisten. Lo de la buena asignación solo está en la cabeza de estos estrategas de las finanzas, de estos estrategas de las geopolíticas de la dominación.
[1] Alternativas al capitalismo del siglo XXI. Fundación Rosa Luxemburgo. Quito 2013. http://www.rosalux.org.ec/attachments/article/727/Alternativas%20al%20capitalismoimprenta.pdf
[2] Ibídem: Pág. 71.
[3] Ibídem: Pág. 71.
[4] Ibídem: Pág. 71.
[5] Ver de Raúl Prada Alcoreza Acontecimentos Brasil. Rebelión; Madrid 2014. Dinámicas moleculares; La Paz 2014.
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