En momentos en que los vínculos culturales entre Cuba y Estados Unidos son casi nulos, un director teatral neoyorquino presenta en esta capital el estreno mundial de un drama musical ambientado en la isla caribeña, con el cual aspira «a reducir las contradicciones» entre ambos países. «Carnaval habanero», del dramaturgo Tony Giordano, «no es política», […]
En momentos en que los vínculos culturales entre Cuba y Estados Unidos son casi nulos, un director teatral neoyorquino presenta en esta capital el estreno mundial de un drama musical ambientado en la isla caribeña, con el cual aspira «a reducir las contradicciones» entre ambos países.
«Carnaval habanero», del dramaturgo Tony Giordano, «no es política», según aclaró el propio autor, quien necesitó una licencia del gobierno estadounidense para dirigir la puesta en escena de esta obra, que desde este jueves está en la Sala Avellaneda del Teatro Nacional de Cuba.
«Es la culminación de un proyecto acariciado durante los últimos dos años», comentó Giordano.
Subrayó, además, que sólo es «un hombre del mundo cultural», pero piensa que «la obra podría ayudar a bajar las tensiones» bilaterales, pues «a estas alturas de mi vida estoy tratando de utilizar las experiencias que he tenido», así como «el don que Dios me ha dado» de la dramaturgia «para que esto sea útil».
«Es romántica», indicó con énfasis en entrevista con IPS, para luego añadir que también es «filosófica», en el sentido de «que en ningún lugar del mundo debería pensarse que se ha hecho todo perfectamente». Propone, además, que «todos debemos continuar esforzándonos por hacerlo mejor».
«Yo quería hacerle un regalo al pueblo cubano y fue esta obra» prosigue, en tanto continúa impartiendo instrucciones a los artistas que ensayan. Por momentos «esta gente me ha tocado tanto el corazón que he llorado», confesó.
El argumento de la pieza de Giordano enfoca en esencia la relación romántica que surge entre Miguel, un cantante cubano, y Marianne, una bailarina estadounidense que perfecciona su danza en La Habana. También observa las adversidades que deben afrontar ambos jóvenes por la negativa de sus padres al compromiso de la pareja.
Alrededor de este conflicto aparecen otros problemas inherentes a la sociedad cubana actual, tanto que el director afirma que el drama «ha devenido cada vez más en La Habana de hoy», con la exposición de temas sensibles para Cuba, como el de la emigración a Estados Unidos.
Una de las escenas muestra una danza de balseros (emigrantes en embarcaciones precarias) en la que Abel, hermano de Miguel y obsesionado por radicarse en Estados Unidos, entona una canción.
Miguel dice en su canción que «una gran nación existe en Norteamérica, donde buscaré mi mundo ideal», mientras prepara junto a sus compañeros de aventura una embarcación con la que intentarán ingresar clandestinamente a Estados Unidos.
La ficción se detiene en este punto en una realidad que es motivo de constante roce entre La Habana y Washington. El presidente Fidel Castro interpreta que la ley estadounidense llamada de Ajuste Cubano es una incitación a la emigración ilegal y un elemento que erosiona los acuerdos migratorios bilaterales de 1994 y 1995.
Esa legislación establece que todo inmigrante cubano que por cualquiera vía logre tocar jurisdicción de Estados Unidos se le habilita automáticamente a radicarse en el país.
Los sucesivos gobiernos estadounidenses, incluido el actual de George W. Bush, subrayan que los cubanos abandonan la isla por la falta de libertades individuales y la precariedad económica que afrontan.
Las cifras revelan la magnitud del problema. El Servicio de Guardacostas de Estados Unidos informó que al 30 de septiembre de 2005, había detenido en alta mar a 2.712 personas procedentes de Cuba, más del doble de las interceptadas durante el año fiscal anterior.
En tanto, el diario Nuevo Herald, de Miami, publicó que también el año pasado habían logrado llegar a Estados Unidos y acogerse a la ley de Ajuste otros 2.530 cubanos, mientras que más de 7.600 habrían ingresado por las fronteras terrestres de México y de Canadá. La cantidad de fallecidos por salidas furtivas de la isla se calcula en al menos 18 este año y otras 42 en 2005.
En la pieza teatral de Giordano, la protagonista Marianne opta por vivir en Cuba. «No estoy tomando partido por ningún bando», acota el autor y director, quien asegura «no tener estereotipo alguno», aunque no descarta que la obra pueda ser malinterpretada en las dos orillas.
Ello es «porque, aunque no escribo de una manera politizada», la obra aborda «los derechos del individuo» y su liberación «para que puedan convertirse en personas realizadas», por lo cual «la individualidad es el tema más político por el que uno puede luchar en la vida», teorizó.
Según el creador, los dos personajes principales sufren «el mismo drama», puesto que considera que «el mundo no ayuda para que la gente se ame, y ellos son románticos, quieren amarse, por lo que tienen que enfrentarse a todo el mundo para conseguir ese amor».
El director exhibe un amplio currículo en los escenarios de su país, donde ha dirigido una apreciable cantidad de obras y ha alcanzado reconocimientos tales como la Gran Cruz del Mérito de la Academia Italiana de Roma y el Premio Gilbert, otorgado por la Universidad Católica de América, por sólo citar dos ejemplos.
Al desarrollo de su carrera atribuye justamente Giordano que no le haya sido difícil lograr el permiso gubernamental de su país para trabajar en esta capital en el montaje de su obra con la Compañía Danza Contemporánea de Cuba.
«A mí nadie me paga», argumentó. «La obra no es para comerciar, sino para proveer a la gente, un verdadero regalo», añadió sobre la legalidad del acto. Aunque quizás otros estadounidenses en el futuro no puedan promover este tipo de colaboración.
Según trascendidos no confirmados oficialmente, la Casa Blanca se apresta a anunciar el próximo 20 de mayo nuevas medidas restrictivas en su política hacia Cuba.
Un abogado estadounidense especializado en el tema, que no quiso ser identificado, consideró que el área de los intercambios culturales resultaría entre las afectadas si finalmente Washington decide llevar adelante el nuevo paquete de acciones.
Incluso sin este escollo, el director de «Carnaval habanero» no encuentra la vía para presentar el drama musical en Broadway. «Me encantaría representarla en mi país, pero no sé cómo», confiesa. «Ahora, que la obra ha quedado tan bien, pienso que a los estadounidenses les gustaría apreciarla», apuntó.
Adicionalmente, en su opinión, el asunto migratorio vuelve a surgir como otro de los obstáculos, pues «los dos gobiernos» temen que la «gente podría quedarse». De cualquier manera, «estoy intentando llevarlos (al elenco) con la obra, ya he escrito al gobierno de Estados Unidos para que nos otorgue el permiso, pero no sé cuán difícil será», indicó.
«Cuando vine a La Habana pensé que haría solamente un taller, ahora con las funciones de mi obra esto es un regalo del cielo», concluyó. (IPS/ (FIN/2006)
http://www.ipsnoticias.net/nota.asp?idnews=37302