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Carta a los académicos de la RAE

Fuentes: Rebelión

Javier Marías, cuya candidatura está avalada por los académicos Gregorio Salvador, Arturo Pérez Reverte y Claudio Guillén, ocupará el sillón R, de la Real Academia Española, propiedad hasta su muerte, en marzo de 2004, del filólogo Fernando Lázaro Carreter. De «El País» de 3 de junio de 2006 Señores académicos: ¿desean ustedes que se repitan […]

Javier Marías, cuya candidatura está avalada por los académicos Gregorio Salvador, Arturo Pérez Reverte y Claudio Guillén, ocupará el sillón R, de la Real Academia Española, propiedad hasta su muerte, en marzo de 2004, del filólogo Fernando Lázaro Carreter.

      De «El País» de 3 de junio de 2006

Señores académicos: ¿desean ustedes que se repitan artículos como, por ejemplo, éste que transcribo a continuación de El Mundo de 23 de diciembre de 1996, firmado por el profesor Gabriel Albiac, con motivo del ingreso en la RAE del Consejero Delegado de Prisa, Juan Luis Cebrián? ¿Por ventura creen ustedes que, a pesar de éste y otros ingresos posteriores por el estilo, aún no ha caído lo suficientemente bajo la Academia? ¿Se han olvidado de que el propio Lázaro Carreter, poco antes de morir y con signos de grande arrepentimiento, declaró que, para la Academia, «menos escritores mediáticos y más filólogos?» ¿Hasta dónde están dispuestos a tolerar que los intereses editoriales y de los grandes medios influyan en sus decisiones? Javier Marías no es un incompetente más, es quien peor ha manejado nuestra lengua en todos los tiempos y lugares. Se puede hasta vaticinar que jamás será superado.

Cebrián como metáfora

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>>Exceso en la metáfora: desde hace cuatro días, un mediocre redactor de editoriales al dictado posee sillón propio en la institución a cuyo cobijo se halla la lengua y el diccionario. Su obra literaria es inexistente, pues que la infinita caridad colectiva concede el olvido al engendro narrativo aquel. Su capacitación en el campo de la lingüística es, con exactitud, igual a cero. Sin obra, sin tareas investigadoras o académicas conocidas, el hombre de Bankinter dispara al infinito el monstruoso tropo constituyente de la España de fin de siglo: sólo la mentira vale, sólo la nulidad -intelectual como moral o política- posee valor absoluto. Cebrián académico es el espejo de esta España en la cual vivimos: la de los González, los Gil, los Aznar, los Guerra, los Pujol o los Ibarra… La España analfabeta y mala, porque no hay mediocridad ni ignorancia que no sean éticamente envilecedoras.

>>Podríamos -es tan fácil- tomar a risa eso de que el patético redactor de La rusa haya pasado sobre la cabeza del enorme sabio que es Quilis; podríamos perdernos en esgrimas más o menos ingeniosas acerca de su sintaxis tosca, acerca de la inepcia chata de su prosa hecha de tópicos encadenados… Haríamos mal. No es broma que un don nadie -en lo que a lengua y literatura toca- deba decidir acerca de criterios técnicos en los cuales se juega aquello de lo cual está forjado nuestro espíritu: la lengua. No es broma Juan Luis Cebrián en la Academia. Por mucho que lo parezca. Ni siquiera una broma pesada. Ni siquiera un chistoso sabotaje dadaísta. Es una vergüenza. Callarlo sería más vergüenza todavía.

>>Vergüenza para la Academia: para quienes lo propusieron, para quienes lo votaron, ellos sabrán por qué. Vergüenza, por encima de todo, para quienes hablamos y escribimos en un español que, bajo la pluma del nuevo académico, accede a un bochornoso grado cero.

>>No. Ser un pésimo escritor no es un delito. Pero requiere ser un escritor, primero. No lo es el consejero ex periodista de Bankinter. Puede aducir en su favor tal vez un mérito. Sólo. Él es metáfora. La más cruda metáfora de los tiempos presentes. Cebrián en la Academia: España en la mentira>>.

Tampoco se encuentran tipificadas en el Código Penal confusiones como las siguientes, que abundan en las «obras» de Marías, según ha resultado del análisis de sus «novelas» llevado a cabo en el Centro de Documentación de la Novela Española, y que no son las únicas : proclividad con inclinación, tardar con durar, esperar con temer, apasionado con apasionante, minimizar con disminuir, ir con venir, falta de fe con falta de credibilidad, vergonzante con vergonzoso, gracias a con por culpa de, adolecer con carecer, virtualidad con virtuosismo, asumir con aceptar, oportunista con oportuno, mirar con ver, escuchar con oír, esquina con rincón, dintel con umbral, marinero con marino, dilapidar con lapidar, sorpresivo con sorprendente, longitud con extensión, clarividencia con claridad, claridad con certeza, cotizar con ser cotizado, resquicio con vestigio, improcedente con inoportuno, se lo prometo con se lo aseguro, novedoso con nuevo, definitivo con último, suplantar con sustituir, equívoco con equivocado, altitud con altura, relativismo con relatividad, competitividad con competencia, honestidad con honradez, carestía con escasez, oscurantismo con secretismo, rotura con ruptura, infinidad con infinitud, finalizar con finiquitar, causa con efecto, barbaridad con barbarismo, venir con llegar, análisis con síntesis, inducción con deducción, feminista con feminidad, geografía con territorio, favoritismo con carácter de favorito, sugerir con insinuar…

A ustedes, señores académicos, que se disponen a ratificar con su voto el mayor desafuero de los muchos que han cometido, a instancias de los magnates de la industria cultural, en el tránsito del siglo XX al XXI, les recomiendo la lectura del trabajo que, sobre la escritura del ahora académico in pectore, y bajo el título de Javier Marías, una estafa editorial, publiqué en esta misma revista electrónica el 9 de octubre de 2005, para que, si conocen apenas la lengua española, se den cuenta de que Javier Marías carece por completo de elegancia y estilo, no sabe puntuar con corrección, destroza continuamente la sintaxis, comete una media de seis anacolutos por página, es sumamente torpe en la adjetivación, confunde el significado de muchas palabras, exhibe una zafiedad intelectual ofensiva para la inteligencia del lector, expresa continuas obviedades, no sabe muchas veces expresar lo que quiere, su dicción es vulgar, a base de frases hechas, lugares comunes y enunciado de valores entendidos, siendo su profundidad nula… Por no hablar de su total desconocimiento de la composición novelística y de los elementos que la integran.

De aquel y otros trabajos posteriores, voy a entresacar solamente unos cuantos ejemplos, uno solo de los cuales bastaría para descalificar a un escritor, ya que en modo alguno pueden considerarse descuidos. Para abreviar, utilizaré las siguientes siglas, referentes al título de la «novela» de la que proceda el ejemplo: TA = Todas las almas; TH = Travesía del horizonte; HS = El hombre sentimental; CB = Corazón tan blanco; MB = Mañana en la batalla piensa en mí; NE = Negra espalda del tiempo…

CB 188.- «Aun se entretuvo en la sección viril, ahora probó dos aromas en el envés de sus sendas manos, pronto no le quedarían zonas incontaminadas por los perfumes dispares». Este párrafo constituye una tal monstruosidad, que bastaría por sí solo para descalificar, según anunciaba, a alguien como escritor. Marías ignora lo que quiere decir «sendos». Cree que significa «dos». Otorga cualidades propias del varón a la sección de hombres de un gran almacén. Dice que prueba dos «aromas» cuando lo que prueba es dos «perfumes». Dos perfumes «distintos», pero él dice «dispares». Finalmente, considera «contaminación» el hecho de que el olor permanezca.

TA 26.- Varias veces, cree ver a una determinada mujer. Una vez, está seguro de que es ella. Lo dice mediante este torpe trabalenguas: «Pero esta vez que fue cierta -diez días después- fue todo muy rápido y además había viento».

TA 142.- En un rato, un profesor ha establecido un relación cordial con una chica a la que acababa de conocer. Así lo expresa elfuturo académico: «El profesor del Diestro llevaba muy avanzado el conocimiento trabado de su desconocida».

TA 143.- Ver o no ver a la mujer sigue planteándole enredosos problemas: «Como en aquella segunda oportunidad (si es que era ella en esta tercera: hacía más de un año que no la veía, y antes fue tan escaso), me di cuenta…» Aunque nadie lo diría, con lo de «y antes fue tan escaso» se quiere referir a que, antes de la segunda vez, la había visto poco. Sigue enredándose: «Yo me volví, como aquella otra vez, pero ella no, esta vez que no estoy seguro de que fuera ella».

TA 235.- «Amablemente, como siempre lo era…». ¡No! O «amable, como siempre lo era», o «amablemente, como siempre se había comportado».

TH.- Hay dificultades para llegar a los islotes a donde quieren ir los millonarios. Alguien propone ir a otro sitio y hacer creer a los viajeros que aquel es el que querían visitar. Marías lo escribe así: «[en vez de a los islotes ], lo mejor sería llegarse a toda máquina hasta las islas Marianas y hacer creer a los millonarios que éstas se trataban de aquéllas». ¡Qué horror!

TA 71.- «… es la persona a la que voy a preguntar… y cuando esté sentada le preguntaré».

TA 143.- «Me di cuenta de que era ella o así creí darme cuenta».

TA 216.- «…supe más tarde que sucediera, sucedió cuando»… «Sólo cuando tuve edad para preguntar… pude preguntar.»

TA 220.- «Como si fuese yo quien las recordara… pero no es posible que las recuerde… me resulta imposible recordar. Sin embargo, recuerdo (además de la horrible repetición, obsérvese la contradicción: «me resulta imposible recordar. Sin embargo, recuerdo…». Sigue el lío en la pág. 224: «y aunque no lo comprendiera entonces ni lo recuerde ahora, creo recordarlo ahora».

TA 241.- «el cochecito de niño de mi niño nuevo». La precisión de que el cochecito es «de niño» sobra; en cuanto a lo que sigue: ¿es que tiene otro niño de segunda mano?

CB 50.- «…había pasado más tiempo del que yo pensaba, pensé».

CB 53.- «…contemplando transcurrir el transcurrido tiempo». En CB 213.- «se mira transcurrir el transcurrido tiempo». (Aquí, aparte la espantosa repetición, hay que decir que el tiempo no se puede mirar.)

CB 60.- «traductor para traducir». 61.- «interpretar a un intérprete».

MB 154.- «La dignidad lo ha hecho dignificarse».

TA 19.- «…fuesen falsos, auténticos o semiverdades». La obligada concordancia le obligaba a escribir «falsos, auténticos o semiverdaderos».

En TA 138, califica unos muslos de obesos.

En TA 139, a los parroquianos que suelen reunirse en la misma mesa de un bar los llama «correligionarios de mesa».

TA 26.- «… «zapatos que se destruyen», por que se rompen o se deterioran.

TA 31.- «su pelo consistía en una larga melena».

TA 51.- [Los platos de la cena] «eran tres o cuatro (según la riqueza o tacañería del collage)». Aparte de que el paréntesis es superfluo, se advierte que, para Marías, tacañería es lo opuesto a riqueza y, consiguientemente, pobreza lo contrario a generosidad. En 145, escribe abundante como contrario a avaro.

MB 191.- » la barrieron los barrenderos del suelo», que hay que suponer distintos a los barrenderos del techo. Esto aparte, está la repetición: ¡barrenderos que barren!

MB 198.- «Los empleados o dueños vetustos nos daban bombones y nos gastaban bromas de niños». Si los vetustos gastaban bromas de niños, habrá que pensar que empezaban a chochear.

TA 144.- Otra del género sublime: «¿Tengo la polla en su boca o ella tiene su boca en ella, puesto que ha sido su boca la que ha venido a encontrarla?» Marías sabe lo que quiere decir, pero no sabe decirlo.

TA 145.- «Tengo la polla dentro de su boca, pensé al tenerla». Hay que ser espabilado para pensar que se tiene en la boca lo que se tiene en la boca.

TA 147.- Otra muestra de agudeza, por no hablar del buen gusto: «Ahora no bebe ni fuma ni mastica ni ríe ni dice nada, porque tiene mi polla en la boca, y sólo eso cabe».

HS 161.- Un personaje se suicida, dice Marías, «con una pistola de su propiedad». En CB 11, otro lo hace «con la pistola de su propio padre». Piensa uno en lo diferentes que hubiesen sido los resultados si el primero se suicida con una pistola alquilada y el segundo, con la pistola del padre de un amigo.

TA 56.- Escribe «los siguientes vecinos» para designar a los comensales que ocupan la mesa de al lado de la suya.

TA 26.- «Y mientras dudaba la amiga le tiró de la manga». Por falta de las imprescindibles comas, no se sabe si ella dudaba y la amiga le tiró de la manga o si era la amiga quien dudaba y ella le tiró de la manga.

TA 237.- «Me ha mandado los diarios del primer muerto». Se quería referir al que murió primero.

CB 40.- «Nada impide tanto entender como la simultaneidad de dos o más personas…» Quería decir «simultaneidad de dos o más voces».

CB 230.- «Cuantas cosas se van no diciendo».

CB 244.- Otro ejemplo demostrativo de que no sabe decir lo que quiere decir: «…sus labios pulposos y húmedos (húmedos en sí mismos, pero bebió mucho vino»). Enésimo paréntesis inútil en la novela. Quiere decir, y lo intenta en el lenguaje menos novelístico posible, que, aunque los labios no hubiesen sido naturalmente húmedos, lo hubiesen parecido por causa del vino bebido.

CB 262.- «…mis ojos se hicieron a la oscuridad, la puerta de la alcoba estaba cerrada, debía de haberla dejado yo así, la costumbre nocturna, aunque hiciera ocho semanas que la había suspendido, en aquel cuarto». Auténticos chirridos expresivos.

CB 272.- «después de acostarnos con el uno el otro».

MB 26.- «un joven que arrastraría sus tacones altos por la costumbre aún no arraigada». Dice que el joven arrastraba los tacones por la costumbre, pero lo que quería decir era que arrastraba los tacones porque aún no estaba acostumbrado a llevarlos.

MB primeras dos líneas del texto (9 del libro). Así comienza Marías una novela: «Nadie piensa nunca que pueda ir a encontrarse con una muerta entre los brazos y que no verá más su rostro cuyo nombre recuerda». Quiere decir que recuerda el nombre de la mujer, pero dice «el nombre del rostro».

Señores académicos: ustedes nunca podrán alegar ignorancia a la hora de justificar este nuevo atentado -quizá el más grave entre los no pocos que ya han cometido- contra la esencia misma de la institución a la que pertenecen y contra la justicia debida a quienes -filólogos, sobre todo- merecen más el ingreso que el absolutamente negado que van a admitir. ¿Podrían ustedes señalar qué va a aportar Javier Marías al uso o conocimiento del idioma? ¿Cuáles son sus medios? ¿Podrían jurar que, al favorecerlo con este nombramiento, no obedecen a ningún interés extraño al que, material y espiritualmente, debería obedecer la Institución? Nadie ignora ya, a estas alturas, que la que un tiempo se desvelaba por, obedeciendo a su lema, limpiar, fijar y dar esplendor a la Lengua, viviendo casi de la caridad, se ha convertido en un animado club social y en una poderosa editorial. No podrán alegar ignorancia, decía, porque, desde el Centro de Documentación de la Novela Española, se les han enviado bastantes trabajos demostrativos de que es cierto cuanto en esta carta abierta afirmo y denuncio. Y les van a hacer llegar algunos más.