Querido compañero: En medio del estruendo y el fuego generado por los rokets que destruían el palacio de La Moneda, tu mantuviste la serenidad para decirle a todos los chilenos: «Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre.» Fueron tus últimas […]
Querido compañero:
En medio del estruendo y el fuego generado por los rokets que destruían el palacio de La Moneda, tu mantuviste la serenidad para decirle a todos los chilenos:
«Sigan ustedes sabiendo que,
mucho más temprano que tarde,
de nuevo se abrirán las grandes alamedas
por donde pase el hombre libre.»
Fueron tus últimas palabras. Nunca las olvidamos. Transcurrieron 46 años en los cuales, tal como nos advertiste, debimos luchar sin cesar, contra «la felonía, la cobardía y la traición».
Ayer, finalmente, se abrieron las anchas alamedas… Es imposible que puedas imaginarlo, pero las colmamos de ira, por tantos años de crímenes, de venta de nuestro patrimonio, de inicua explotación de los trabajadores, de despojarnos del agua, de los mares, de las montañas, de los glaciares, de los bosques, del derecho a una vivienda digna, de nuestros trenes y nuestras góndolas, por escamotearnos las pensiones de nuestros abuelos, por acabar con el prestigio y la calidad de nuestra educación pública y nuestros hospitales.
Pero también marchamos con alegría, con guitarras y matracas, con saltimbanquis y raperos, con los de abajo y la barra brava, con nuestros hijos, nietos y también, con nuestros abuelos. Éramos millones dispuestos a no dejarnos engatusar por los enemigos de siempre y por los gatos pardos, que ya están maniobrando en Palacio, de espaldas al pueblo, para que nada cambie de verdad.
Estamos atentos, querido Chicho. Tu ejemplo nos ilumina: tu consecuencia nos guía. No vamos a cejar. No permitiremos que se escamoteen nuestras demandas. Chile no podrá continuar regido por la Constitución del tirano. Impondremos una Asamblea Constituyente para restituir nuestros derechos. Acabaremos con la institución más ignominiosa concebida por el hermano de Piñera: las AFP, que condenan a nuestros abuelos a recibir un mendrugo de pensión. Vamos a restituir el agua a los campesinos de Petorca, el aire puro a los habitantes de Quintero y Puchuncaví. Vamos a devolver las tierras escamoteadas a nuestros hermanos mapuches. Vamos a devolverle su dignidad al Instituto Nacional, nuestro primer foco de luz de la nación y al resto de los colegios públicos.
Vamos a castigar como manda la ley, los delitos, colusiones y fraudes cometidos por algunos magnates, por las farmacias, supermercados o por miembros de las Fuerzas Armadas y las así llamadas de Orden.
En fin, verás que no nos faltan tareas por cumplir. Las asumiremos con la misma energía, con la misma consecuencia y voluntad con que tú nos enseñaste a cumplir nuestras responsabilidades.
Nos demoramos, pero más vale tarde que nunca.
Con el afecto y el respeto de siempre, te abraza
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