Las cámaras de videovigilancia se apropian del espacio público, ejercen control social y usurpan el derecho a la privacidad. Las imágenes que graban dan pie a interpretaciones subjetivas, a ficciones sobre la persona vigilada. ¿Quién es? ¿Por qué va así vestida? ¿Qué lleva en la mano? ¿A dónde se dirige? ¿Parece sospechosa? «Ese querer saber […]
Las cámaras de videovigilancia se apropian del espacio público, ejercen control social y usurpan el derecho a la privacidad. Las imágenes que graban dan pie a interpretaciones subjetivas, a ficciones sobre la persona vigilada. ¿Quién es? ¿Por qué va así vestida? ¿Qué lleva en la mano? ¿A dónde se dirige? ¿Parece sospechosa? «Ese querer saber convierte a la persona observada en personaje» y a sus actos en interpretaciones. La videovigilancia se transforma así en un género de ficción, una elucubración al servicio de la sospecha.
En este contexto, y sirviéndose de personajes y arquetipos de la sociedad contemporánea, este proyecto elabora una cartografía de las cámaras de videovigilancia, en la que todos podemos aparecer como potenciales sospechosos. Al mismo tiempo hace visibles las ubicaciones de las cámaras, recordándonos que están ahí, ya que la transformación paulatina en una sociedad vigilada hace que las integremos en nuestra rutina urbana y nos olvidemos de su presencia.
Este proyecto está abierto a la participación. Se concibe como un work in progress y se irá actualizando regularmente.