Entre 1933 y 1944 su distribución fue clandestina y varios de sus colaboradores fusilados
Paris, 12 de septiembre. L’Humanité cumplió 100 años y aunque uno de los más célebres carteles del periódico comunista francés dice: «En un mundo ideal la Humanidad no existiría», este semanario lleva su nombre con congruencia desde que Jean Jaurés lo fundó el 18 de abril de 1904.
Al empezar la Primera Guerra Mundial, en 1914, la L’Humanité ya era un diario reconocido como el representante del movimiento obrero y en el cual colaboraban intelectuales y escritores como Anatole France y Jules Renard. El asesinato de su primer director por un fanático belicista no logró acabar con el cotidiano que en 1921 se suma a la Internacional Comunista, fundada por iniciativa de Lenin, y en 1923 adopta como emblema la hoz y el martillo y el subtítulo de «Organo central del Partido Comunista» Luego tiene lugar la primera fiesta del diario, en la ciudad de Bezons en 1930, y sigue un periodo favorable para la prensa política en general. Luis Aragon, periodista de L’Humanité, crea el diario Ce Soir, y ambas publicaciones sostienen a los huelguistas, a los republicanos españoles y a los antifascistas europeos. En agosto de 1939 ambos son embargados y prohibidos como consecuencia del pacto alemán-soviético, lo que no impidió que entre 1939 y 1944 se distribuyeran más de 300 números clandestinos, pero varios de sus colaboradores fueron fusilados. El 21 de agosto de 1944, L’Humanité dejó la clandestinidad y recomenzó a aparecer en una hoja impresa por los dos lados.
Tuvo un periodo brillante hasta 1948, en que se crea el semanario L’Humanité Dimanche, muy exitoso entre las clases populares. Compra su sede y patrocina eventos culturales y deportivos, pero en 1989 el diario parisino desaparece y en abril de 1990 Humanité-Dimanche se vuelve una revista de éxito efímero. Se renueva en 1997 y 99 pero padece los vaivenes que conoce la prensa en general y la política en particular. Y es que la caída del muro de Berlín, con su zaga en la Unión Soviética y luego en Yugoslavia, afectaron profundamente la moral de los comunistas franceses y su caudal electoral.
No obstante, en los últimos años el Partido Comunista Francés (PCF) ha logrado reponerse y ha encontrado estrategias para volver a la escena política. Por eso es que el órgano editorial del PCF festejó este fin de semana sus cien años no sólo con la tradicional fiesta que se realiza anualmente en La Courneuve, suburbio norte de París, sino bajo el lema de «La creación, la solidaridad y un No de izquierda a la Europa ultraliberal».
La fiesta incluyó la exposición «Cien pintores para los cien años de la Huma» (apócope autocariñoso), con obras de gran formato que se colocaron formando cubos a la intemperie, y otra bajo techo, con obras de Honoré Daumier y Gustave Doré e ilustraciones de la Comuna de París entre otros trabajos. Hubo foros de discusión y análisis con temas como «¿Francia está en declive industrial?» alusivo a la emigración de sus industrias a países donde el costo de la mano de obra es menor, con graves consecuencias para el empleo, y otros donde intervinieron «progresistas y pacifistas del mundo entero» y especialmente el presidente del Movimiento para la Paz de Estados Unidos y marines veteranos de la guerra contra Vietnam que se oponen a la ocupación de Irak.
América Latina, presente
En otro más intervinieron las esposas del dirigente palestino encarcelado en Israel, Marwan Barguthi, y del director de un diario preso en Argelia, y en otro, relativo a problemas de América Latina, hablaron Jesús Pérez, canciller de Venezuela, y Enrique Villuendas, del Comité Central del Partido Comunista Cubano. Este último, además, en respuesta a la pregunta de una periodista sobre si la permanencia de Fidel Castro no era incompatible con la democracia, contrastó los horrores de la «democracia burguesa» padecida más de 60 años en la isla, con los logros del gobierno encabezado por Castro, a quien su pueblo ha relegido cada cinco años justamente por dichos logros.
Así, del viernes 10 por la tarde al domingo 12 ya entrada la noche, sobre varias hectáreas con stands instalados por las secciones del PCF llegadas de toda Francia y stands de partidos, publicaciones y organizaciones afines de todo el mundo, con tres escenarios para grupos musicales entre los cuales este año la estrella fue Jean Ferrat, una multitud de comunistas, gente de izquierda en general, curiosos y hasta provocadores, probaron comida de Senegal, Irán, Persia, Cuba, Marruecos y Vietnam, entre otras, así como especialidades de toda Francia continental y de sus islas, para irse a sus casas con la perspectiva de la invitación que hizo el director del periódico homenajeado, Patrick Le Hiaric: «ser actrices y actores en la escritura de un manifiesto para un mundo más humano». Cosa que se instrumentará a través de 13 ágoras repartidos por el territorio francés, donde se discutirán los temas que deberán marcar la trascendencia del documento.