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Chile: desigualdad y pobreza (I)

Fuentes: Argenpress

La encuesta de Caracterización Socioeconómica Nacional (CASEN, 2003) reafirma que a partir de 1996 los avances en el combate a la pobreza son lentos. Entre 1987 y 1996, la economía creció a una tasa promedio anual de 7,2% y la población de pobres e indigentes disminuyó desde 45.1% (5,5 millones) a 23,2% (3 millones) de […]

La encuesta de Caracterización Socioeconómica Nacional (CASEN, 2003) reafirma que a partir de 1996 los avances en el combate a la pobreza son lentos. Entre 1987 y 1996, la economía creció a una tasa promedio anual de 7,2% y la población de pobres e indigentes disminuyó desde 45.1% (5,5 millones) a 23,2% (3 millones) de la población. En ese período la cifra de familias indigentes, bajó de 17,4% a 5,7%. Sin embargo, a partir de 1997 y hasta 2003, cuando la economía creció a una tasa promedio anual de 3% la reducción de la pobreza y de la indigencia se estanca. Entre el año 2000 y 2003, las familias pobres, esto es, aquellas que viven mensualmente con $43712 en zonas urbanas, y con $29473 en zonas rurales, se redujeron en menos de un punto (0.8 exactamente, esto es de 14,9% a 14,1%) y las familias indigentes que viven con $21856 en zonas urbanas y con $16842 en zonas rurales bajaron en un punto, esto es de 5.7% a 4,7%.

Estadísticamente la pobreza ha disminuido, lo que ha crecido son las carencias que es un concepto relativo y que se mide por la deuda social. Es probable que quienes hoy sean de clase media-media, mañana bajen a la categoría de pobres. De hecho algunos estudios señalan el empobrecimiento de la clase media. Las carencias en una sociedad rentista como la chilena tienden a crecer con la globalización que es el marco de referencia necesario.

Los efectos del crecimiento sobre la reducción de la pobreza se reducen a medidas asistenciales – siempre insuficientes – por cuanto el modelo de mercado fracasa en la expansión del mercado interno. El mercado interno no se desarrolla pues existen carencias sociales importantes que se concretizan en una deuda social creciente en la cual no sólo se considera la carencia, sino que, además el costo de llegar a una familia pobre con un bien, servicio o subsidio público y el costo de generar empleos con un nivel de productividad compatible con el ingreso permanente requerido par satisfacer necesidades básicas.

Según la teoría de los economistas Linder (1961) y Bhagwatti (1964 ps. 1-84), sin una demanda doméstica importante en productos manufacturados potencialmente exportables, el progreso técnico es limitado en su desarrollo y sus consecuencias.

Esto significa que el crecimiento del modelo de mercado no va a la par con el crecimiento del mercado interno y consecuencialmente con el empleo y una mejor distribución del ingreso. Si bien la inversión en el segundo trimestre del año en curso, subió en 8%, lo que significa 24,7% del producto, ésta, difícilmente se mantendrá como cifra anual, la cual es de todas maneras insuficiente para garantizar el crecimiento del mercado interno. Esto requeriría tasas de inversión anual cercanas al 30%. Baste decir que en los primeros 6 meses del año 2004, el PIB creció 4,9%, la inversión, 7% y el consumo sólo 4%.

I) Magnitud del problema: una situación explosiva: NO la de los pobres sino la de los ‘mal empleados’

La desocupación, fluctúa alrededor de una tasa de 10% de la fuerza de trabajo, donde destaca la situación de los tramos de trabajadores jóvenes donde los niveles de desempleo se sitúan entre 26% y 28%. Las estadísticas del trabajo señalan que, 9.1% de la fuerza de trabajo que labora como dependiente a jornada completa gana el salario mínimo (SM). Si a ellos se agregan, quienes tienen ingresos hasta 1,2 veces el SM, los trabajadores sometidos al Programa de Empleo Mínimo, los trabajadores de bajos salarios en los estratos de Pymes, la fuerza de trabajo así clasificada supera el 15% de la fuerza de trabajo. Ese es el contingente que recibe directamente los embates de la crisis, a la cual deben sumarse 3 millones de pobres según la encuesta CASEN (2003), entre los cuales se contabilizan los indigentes, 840 mil. Estos estratos de trabajadores constituyen parte importante de los residuos del modelo de mercado, y que difícilmente encontrarán un puesto de trabajo desde donde afrontar la crisis.

a) Empleos de baja productividad

El empleo que ofrece el modelo se concentra en empresas de baja productividad y cuya repercusión más directa es la desigualdad distributiva. 80% de la fuerza de trabajo se encuentra empleada por las micro empresas y PYMES, las cuales en número representan 99% de todas las empresas del país. Sin embargo, las exportaciones de estas empresas llegan apenas al 4% del total de las exportaciones del país. 82% del universo representado por 535 mil micro empresas exporta un valor total de U$S 13,5 millones, o sea 0,1% del total de las exportaciones. En el otro extremo 6469 empresas (1% del total) representan 96% del valor total de las exportaciones. De hecho, se han producido fenómenos de transferencia de mano de obra desde la grande y mediana empresa y la actividad minera de alta intensidad de capital a la pequeña, micro empresa y talleres artesanales, empresas que se han constituido en receptáculo de mano de obra empobrecida y mal calificada. Se trata, ya no de estratos pobres desempleados, sino de una fuerza social importante, políticamente explosiva por su vulnerabilidad a los vaivenes de la macroeconomía.

b) Empleos diferenciados y discriminación

Según estadísticas del año 2002, con una tasa de crecimiento del PIB de 2%, 15% de las pequeñas y medianas empresas se encontraba en una situación de quiebra virtual por su alto nivel de endeudamiento y sus crecientes dificultades de acceso al crédito (Cf. Estudio encargado por la SOFOFA a la Consultora Foresta y a la Universidad de Chile). Estudios del INE (Th. Gálvez y M. Pollak, 1998) (1) relativos al empleo en las diferentes ramas industriales revelan que trabajadores con una misma especialización técnica o calificación reciben salarios diferentes según características personales que incluyen el sexo (2), las relaciones sociales, el aspecto físico, el establecimiento donde estudió, etc. Los menos favorecidos son empleados de empresas pequeñas, en ramas de actividad con menor nivel de productividad, en condiciones de trabajo duro y precario. Los salarios más altos se concentran en la Minería, Electricidad, gas y agua y los Servicios Financieros, mientras que los más bajos se encuentran en Servicios comunales, sociales y personales así como el Comercio. Como las primeras actividades mencionadas no generan empleos, las oportunidades laborales aparecen en sectores de niveles salariales más bajos.

c) Empleos en el segmento ‘mediano’ de la economía

La economía está creando una masa de empleos de productividad y remuneraciones medianas; empleo que se estaría depreciando y cuyas remuneraciones no corresponderían a aumentos de productividad, sino más bien a fluctuaciones de la demanda o políticas salariales. Este fenómeno sería generalizado en las diferentes ramas industriales, donde la pauta de remuneraciones no estaría fijada por personal calificado y de alta remuneración sino por el contrario por personal de calificación mediana o baja.

d) Conclusión

Según el estudio del INE referido, el modelo económico, ‘no ha generado empleos de buena calidad en una proporción que se refleje en un mejoramiento de la equidad.’ Pese a un incremento significativo en los niveles de enseñanza, este ‘aumento no se ha visto traducido proporcionalmente en mayores ingresos de los ocupados’.

II) Macroeconomía del modelo: ¿por qué el modelo no da empleo?

El modelo de inserción en la globalización ha sido el talón de Aquiles de la economía chilena. En el centro del debate se encuentran dos problemas insolubles del modelo de mercado en el curso de su gestión en estos últimos 30 años, a saber los procesos de incremento de la productividad y la transición a una Segunda Fase Exportadora. Sin resolver estos problemas el producto podrá crecer pero no dará empleos dignos puesto que se habrá fallado en la correcta inserción de la economía chilena en la economía internacional. Este es el desafío que está en el centro del debate. El resultado del modelo es pobreza y desigualdad.

La macro economía es determinante en la adaptación por las empresas de la mejor tecnología (‘dura’) y de fórmulas eficientes de organización del trabajo y la gestión (‘tecnología blanda’). Ambos son procesos claves en la inserción de las economías de América Latina y el Caribe en la economía internacional. Sin financiamiento para las exportaciones y conquista de nuevos mercados; infraestructura, capacitación y reproducción de los recursos humanos, etc., el impulso dado por la macroeconomía terminará por desvanecerse en el largo plazo. Este ha sido el desafío que en 30 años de política económica, diversa y muchas veces contradictoria (apertura y shock macroeconómico; tasa de cambio fijo, libre mercado, y privatizaciones; tasa de cambio flexible, libre mercado, privatizaciones masivas en el cobre y concesiones) la economía chilena no ha podido asumir. Esto ha llevado a una lenta y fracasada evolución hacia la llamada Segunda Fase Exportadora, pues las exportaciones, a casi 85% están representadas por recursos naturales y recursos naturales procesados. El resto, 15% son productos industriales.

¿Cuál fue el marco macroeconómico de esta evolución? Con la depreciación del tipo de cambio, se favoreció las exportaciones, lo cual compensó los efectos negativos de la baja de aranceles en la producción nacional de bienes competitivos con las importaciones. En el caso del mercado internacional con precios a la baja de aquellos bienes de alta elasticidad precio-oferta de exportaciones, especialmente materias primas, se produjo una reasignación de factores ocupados en la producción de dichos bienes hacia industrias de consumo nacional en lugar de otras industrias de exportación y/o eventualmente de sustitución de importaciones. Con ello, el frente exportador se estrechó en lugar de buscar otras alternativas (el cobre se sustrajo a esa lógica, puesto que frente a la baja del precio en los mercados internacionales, apostó a la sobreproducción exportadora). Este es un marco que con diversas variantes, relativas especialmente a la tasa de cambio, se reprodujo regionalmente, terminando inevitablemente en la reprimarización de las economías latinoamericanas y en bajos niveles de productividad y competitividad. Se llegó a la vía de la reprimarización por la simplificación de situarse en un modelo exportador competitivo desde sus inicios, para asegurar de ese modo el financiamiento de la diversidad productiva, la modernidad y la competitividad. Con lo cual se ha vulnerabilizado la economía.

III) El alto costo social cuando no crece la productividad y se vive en la globalización

Agreguemos que en el mercado interno las diferencias de productividad total entre distintos países son notables. Estudios de Naciones Unidas indican que, incluso en la época de mayor expansión económica de la región (1950-1973), el crecimiento de la productividad total de factores alcanzó poco más de la mitad que el de las Economías Recientemente Industrializadas (ERIs) asiáticas; se estancó entre 1973-1980; cayó durante la crisis de la deuda de los años 80; y se ha mantenido sin avances dramáticos en la década de los 90. Con lo cual la brecha entre las ERIs, las economías industrializadas y las economías latinoamericanas se ha ensanchado dramáticamente en las últimas cuatro décadas. Otros estudios comprueban que no hay convergencia entre los niveles de productividad laboral del sector manufacturero en América Latina y en los EEUU, durante 1970-1994, salvo en el interregno 1973-1982 (Fr. Sercovich CEPAL, 1998) (3). En síntesis, el desafío de la productividad no sólo no se asumió sino que tuvo efectos negativos importantes para las economías latinoamericanas en el comercio internacional.

Las cifras de productividad total llevaron a los asiáticos (‘tigres asiáticos’ más miembros de la ASEAN), a duplicar su participación en el mercado de la OCDE. Estudios de CEPAL (aplicación del software CAN) demuestran que América Latina no sólo no se adaptó al cambio, sino que al especializarse en recursos naturales, perdió participación en el mercado. Sin embargo, no todos fueron ‘perdedores’. La búsqueda de las empresas transnacionales norteamericanas y europeas, de centros de producción cercanos y con menores costos explica la inserción más dinámica de México y España – aunque no necesariamente con mayor equidad – en la economía internacional. Es más, la industria automotriz, con procesos importantes de reestructuración en los países de origen es una de las actividades que explican su incorporación en el grupo de los ‘ganadores’. En otros sectores, como las refinerías de petróleo y productos conexos la productividad de la región se asemeja a la de EEUU En resumen, la difusión tecnológica en el ámbito internacional e interno en América Latina y el Caribe, ha sido lenta, lo cual ha llevado a limitaciones importantes en la innovación y la competitividad de la región y a su problemática inserción en el comercio internacional.

IV) Sin resolver lo fundamental el gobierno repite la solución que una derecha primitiva le vendió a Pinochet para salir de la crisis de 1982

La opción del gobierno ha sido atacar el problema mediante políticas asistenciales equivalentes en su noción a las políticas del PEM y POJH de la época de la dictadura cuyo principal inspirador fue Francisco Soza Cousiño (dirigente empresarial de la construcción) como forma de resolver la crisis de 1982 (En lugar de cortar el agua con la llave la Concertación tapa el caño con la mano para impedir el paso del agua). Es el caso del programa Chile Solidario que atiende 120 mil familias pobres del país de un total de 250 mil.

Sin enfrentarse a los problemas centrales ya enumerados, el gobierno busca la transferencia de recursos (financieros) hacia los sectores sociales en situación de pobreza. Sin embargo, ni siquiera en ese plano parcial se ataca a lo principal, a saber políticas eficaces de distribución del ingreso. Las cuales podrían en último término satisfacer los requisitos básicos de una política de flexibilización laboral. Es el caso del limitado subsidio de cesantía en Chile. En países industrializados existe flexibilización laboral pero correctamente financiada. La derecha chilena en su ceguera exige una flexibilización espuria que ninguna legislación laboral civilizada en el mundo podría aceptar.

Otros elementos que el Estado de Chile utiliza con muchas restricciones y por tanto incapaz de constituir excedentes para financiar políticas distributivas son la política tributaria, la previsión social.

Fiscalización tributaria defectuosa. Recuérdese que el Estado de Chile dictó la Ley de Evasión Tributaria, cuyos mecanismos son aún parciales e incompletos y abren la puerta a la elusión tributaria. Es el caso de las depreciaciones aceleradas, el pago de intereses por préstamos contraídos en empresas relacionadas con la filial en Chile y los precios de transferencia.

Con el mecanismo de la depreciación acelerada se retiran flujos de caja como si no fueran renta, cuando en realidad lo son. Se argumenta que la ‘Ley de Evasión Tributaria’ habría cambiado esta situación. Esto último es parcialmente correcto en cuanto se refiere al pago del impuesto de Primera Categoría. No es el caso del Impuesto de Segunda Categoría o Global Complementario pues cuando se distribuyen dividendos, en el momento del pago del Global Complementario se descuenta el crédito de manera proporcional a las rentas que tributaron. El resto quedando afecto al impuesto Global Complementario o adicional sin crédito. (4) Con relación a la ley de Impuesto a la Renta que impone un impuesto de 4% a las remesas por pago de intereses de préstamos, la Ley de Evasión Tributaria establece que el impuesto se elevará a 35% cuando las remesas correspondan al pago de intereses por préstamos otorgados por empresas relacionadas y que equivalgan a 3 veces el capital de la empresa deudora. Si bien el mecanismo previsto es un avance sobre la legislación anterior, en la práctica la elusión tributaria se perfecciona creando en el extranjero acreedores ficticios no relacionados. Sobre esta realidad, representada por el conflicto de los precios de transferencia debemos reconocer que en Chile no se ha legislado. Se trata de una realidad compleja pues dichos precios se refieren a empresas relacionadas en distintos países y los casos se refieren a préstamos, prestación de servicios, uso o transferencia de bienes tangibles, uso o transferencia de bienes intangibles y transacciones en los mercados de futuro. En conclusión, la manipulación de estos precios de transferencia en transacciones con empresas relacionadas en el extranjero puede disminuir los ingresos o generar gastos excesivos, según el caso.

La única o principal tributación de estas empresas extranjeras es de un 4% por las remesas de intereses, mientras que los nacionales pueden llegar a pagar hasta un 40% por los retiros o distribuciones de las empresas nacionales. Las estadísticas de la Tesorería General de la República durante el año 2002 señalan que de los impuestos recaudados de 12 grandes empresas mineras, el ítem que aporta la mayor recaudación es el impuesto retenido a los trabajadores y profesionales que asciende a U$S 24 millones 306 mil 773, mientras que los asociados al impuestos a la renta en el mismo período fueron de U$S 18 millones 750 mil.

Previsión social. 45% de los trabajadores de Chile gana menos de $290 mil, contra 65% en esa situación en 1990. De cualquier forma estos trabajadores quedan excluidos de las posibilidades que abre el sistema previsional pues este supone que todos los trabajadores cotizan. Además es dudoso que logren la garantía estatal pues en ese caso se exigen 240 cotizaciones mínimas. Subrayemos que todos los beneficios de las dos modificaciones a la ley de pensiones, esto es, rentas vitalicias variables y retiro programado con renta vitalicia inmediata están orientados a personas de ingresos medios altos y altos, lo que reduce su impacto al grueso de la población.

V) La desigual distribución del ingreso: constataciones irritantes

La encuesta CASEN proporciona datos que justifican nuestra inclusión en el pelotón de avanzada de los países con peor distribución del ingreso del mundo en el puesto 10 y junto a Namibia, Lesotho, Botswana, Sierra Leona, República Centroafricana, Swazilandia, Sudáfrica, Brasil y Colombia. El cuadro más abajo señala un diferencial el año 2003 de 34 veces entre el primer y décimo decil, supera las diferencias del período 1990-1996 y lo muestra junto con el obtenido el año 2000 como uno de los peores resultados de desigualdad de la encuesta.

Junto a la participación en el ingreso total conviene analizar las cifras del ingreso por persona y mensual. En 1990 la diferencia entre el decil más pobre de la población y el más rico era de 49 veces. El año 2000, ¡64 veces! y el 2003, ¡60,3 veces! En EEUU esta última cifra corresponde a 10,4 veces. Si agrupamos los dos deciles extremos considerados, esto es, 20% de la población en cada caso, las diferencias disminuyen: 20,8 veces en 1990; 24,5 veces el año 2000 y 23 veces en 2003 (Cf. Cuadro 2, infra).

Según las cifras del Cuadro 2, el promedio general mensual en pesos actualizados de noviembre 2003 en el período 1990-2003 es el siguiente:

Contrástense estas cifras con el valor de la ‘canasta indigna’ (de TERRAM) para una familia representativa de 4 personas: $174.949,8

Bajo la monarquía islámica de Jordania el decil de los mas ricos gana 9 veces más que el decil de los mas pobres, Israel bajo el gobierno de Sharon 10 veces, Italia bajo el gobierno de Berlusconi 6 veces, USA bajo el gobierno de Bush 16 veces y Chile bajo el gobierno del socialista Lagos 34,33 veces. Los porcentajes del producto bruto destinados a la salud por diversos gobiernos son: Jordania 5,3%, Israel 6,1%, Italia 5,6%, Estados Unidos 5,8%, Colombia 5,2%, Argentina 4,9% y Chile 2,7%.

N{otas: 

1) Thelma Gálvez y Molly Pollak. Empleo y Equidad. Revista Estadística y Economía. Primer Semestre 1998. El estudio se basa en Cuentas Nacionales (Banco Central de Chile); Encuesta Nacional del Empleo (Instituto Nacional de Estadísticas, INE); Encuesta Suplementaria de Empleo (INE); Indice de remuneraciones por hora (INE); Encuentra Nacional del Empleo y Suplementaria de Ingresos (INE).

2) El mercado laboral de las mujeres se organiza en función de las remuneraciones. Esta sensibilidad se expresa en que salarios muy bajos – gastados casi en su totalidad en transporte y comidas – determinarán que la mujer prefiera quedarse en su hogar.

3) Cf. Benavente, J.M.; G. Crespi, J. Katz y G. Stumpo (1996): La transformación del desarrollo industrial de América Latina, Revista de la CEPAL, Nº 60, LC/G. 1943-P, Santiago de Chile, Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), en Francisco Sercovich. La convergencia hacia mejores prácticas productivas y de políticas: el acuerdo de la OMC sobre medidas de inversión vinculadas al comercio. Revista de la CEPAL, Nº 64, LC/G. 2022-P, Santiago de Chile, Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).

4) Supongamos un ejercicio donde la utilidad financiera antes de impuestos es de 10.000 y el beneficio de la depreciación acelerada la rebaja en 6000, en cuyo caso la base imponible sería 4000. Sometida a un impuesto a las ganancias de 16.5% (sobre 4000), el impuesto pagado sería de 660. Luego de estos cálculos la utilidad financiera posible de distribuir es de 9340 (10.000-660). Al distribuir el total de las utilidades, los accionistas pueden disponer de un crédito por la suma de 660 de manera proporcional a las utilidades que tributaron, es decir 4000. El resto, esto es, 5340 queda afecto al global complementario o adicional (si se trata de una remesa al extranjero) sin crédito.

* Héctor Vega es abogado y economista de la Universidad de Chile, Doctor de Estado en Ciencias Económicas de la Universidad d’Aix-Marseille y Doctor de Tercer Ciclo en Ciencias Sociales del Desarrollo de la EHESS de Paris.