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China cuestiona en la OMC la narrativa comercial de Estados Unidos

Fuentes: Rebelión

En una intervención contundente durante la última reunión del Consejo del Comercio de Servicios de la Organización Mundial del Comercio (OMC), China ha criticado duramente la política estadounidense de «aranceles recíprocos», señalando que su enfoque se basa en una visión parcial e inexacta del comercio internacional. Estados Unidos promueve una narrativa centrada únicamente en la balanza comercial de bienes, ignorando deliberadamente el peso creciente del comercio de servicios y otros componentes clave de la balanza de pagos.

Tal y como denuncia China, la política estadounidense se basa en un argumento simplista: si un país exporta más bienes de los que importa desde Estados Unidos, entonces esa relación es injusta y debe corregirse con aranceles. Esta lógica, advierte China, omite aspectos esenciales del intercambio económico internacional. “Reducir el comercio global a un cálculo de déficit y superávit de bienes manufacturados es no solo engañoso, sino económicamente inexacto”, han afirmado en la OMC.

El centro del argumento chino radica en la distinción entre dos conceptos fundamentales pero a menudo confundidos: la balanza comercial y la balanza de pagos.

La balanza comercial se refiere exclusivamente al saldo entre exportaciones e importaciones de bienes físicos. Es el componente más visible y, políticamente, el utilizado en los discursos simplificados de Trump sobre el comercio.

La balanza de pagos, en cambio, es un sistema contable mucho más amplio que registra todas las transacciones económicas entre un país y el resto del mundo. Incluye no solo bienes, sino también servicios, rentas de inversión, transferencias unilaterales, y movimientos de capitales.

China argumenta que, si se analiza la balanza de pagos completa, el supuesto desequilibrio que denuncia Washington se vuelve mucho más matizado e incluso se revierte en ciertos sectores.

En realidad, se podría decir que Estados Unidos cuenta con un superávit oculto en servicios. Según las cifras compartidas por la delegación china, Estados Unidos ha obtenido en 2024 un superávit de aproximadamente 300.000 millones de dólares en el comercio de servicios, un área donde domina globalmente gracias a su liderazgo en sectores como tecnología, finanzas, propiedad intelectual, educación superior y consultoría.

“Estados Unidos es un beneficiario neto del comercio internacional cuando se considera la cadena de valor global completa. Obtiene enormes beneficios a través de la venta de servicios, licencias, marcas, y conocimiento especializado que no aparecen en los titulares sobre déficit comercial”, han destacado.

Además, Estados Unidos capta gran parte del valor agregado en productos globalizados, incluso cuando estos se ensamblan o fabrican fuera de su territorio. Un teléfono móvil producido en Asia, por ejemplo, puede incluir diseño, software, marca y derechos de propiedad intelectual estadounidenses, cuyos beneficios aparecen en la balanza de servicios, no en la de bienes.

China ha acusado a Estados Unidos de aplicar un doble estándar: criticar los déficits comerciales de bienes mientras ignora deliberadamente los superávits en servicios, y de beneficiarse de un sistema que ahora pretende reformar a su favor.

“La OMC no puede funcionar solo para el beneficio de las economías desarrolladas cuando les conviene. Su legitimidad depende del respeto a las reglas por parte de todos los miembros, sin excepciones ni interpretaciones selectivas”, ha expresado China. Asimismo, ha hecho un llamamiento a que cualquier negociación bilateral se alinee con los principios fundamentales del multilateralismo, especialmente el de no discriminación. Un ejemplo de estas prácticas anómalas lo encontramos en la negociación de Estados Unidos con Vietnam, en la que Washington ha ofrecido condiciones comerciales más favorables a cambio de compromisos estructurales del gobierno vietnamita, sin pasar por los mecanismos multilaterales de la OMC, en contra de China.

Se necesita una reforma profunda de la OMC, que incluya una actualización de las reglas para reflejar el peso creciente de los servicios, el comercio digital y la movilidad de capitales. La Unión Europea, Australia, Canadá, Brasil y Pakistán están a favor de evaluar las relaciones económicas internacionales desde una perspectiva más global y actualizada, que refleje la realidad del siglo XXI.

Muchos coincidieron en que el comercio de servicios no solo representa una porción creciente del PIB global, sino que es esencial para garantizar cadenas de suministro resilientes, promover la innovación y reducir la dependencia de sectores volátiles.

La intervención de China en la OMC pone sobre la mesa un debate crucial: el comercio internacional ya no puede medirse exclusivamente por el intercambio de bienes tangibles. El conocimiento, la tecnología, los derechos de autor, la ingeniería financiera y los servicios profesionales son hoy piezas centrales del comercio global. Ignorar esto lleva a diagnósticos erróneos y políticas comerciales ineficaces o incluso contraproducentes.

En este sentido, la insistencia estadounidense en una lógica arancelaria basada en la “reciprocidad” de bienes esta desfasada respecto al funcionamiento real de la economía global, y choca con el principio básico de la OMC: resolver disputas bajo reglas comunes, no imponer condiciones bilaterales en base a cifras incompletas.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.