ES PROBABLE QUE algo muy feo pueda ocurrir en cualquier momento en suelo estadunidense para intentar (en)cubrir el colapso tanto de los bonos como de los ominosos hedge funds (fondos de cobertura de riesgo). No es normal que en la misma semana se haya evacuado la Casa Blanca y el Capitolio debido a la enésima […]
ES PROBABLE QUE algo muy feo pueda ocurrir en cualquier momento en suelo estadunidense para intentar (en)cubrir el colapso tanto de los bonos como de los ominosos hedge funds (fondos de cobertura de riesgo). No es normal que en la misma semana se haya evacuado la Casa Blanca y el Capitolio debido a la enésima amenaza misteriosa ni que Newsweek
haya difundido, para luego retractarse sin desparpajo, la desacralización del Corán en los inodoros de la base de Guantánamo, repleta de prisioneros islámicos. El sacrilegio propalado por el semanario había sobrexcitado al mundo islámico, en particular en Afganistán, donde se escenificaron violentas manifestaciones.
NEWSWEEK PERTENECE A The Washington Post, portavoz predilecto del establishment, del que es propietaria la israelí-estadunidense Catherine Meyer Graham, a quien sus enemigos acusan de estar infeudada por los célebres servicios secretos del Mossad y el espionaje británico del MI6. ¿Será?
Y ESE SEMANARIO NO se cuece al primer hervor para cometer tamaña artimaña en forma poco profesional. Tampoco han faltado advertencias estremecedoras a los más altos niveles del establishment, como el extenso artículo de Robert MacNamara, de título aterrador («Apocalipsis pronto»; Foreign Policy, mayo-junio, 2005). El polémico ex secretario del Pentágono durante la guerra de Vietnam y ex director del Banco Mundial, quien conoce como pocos los dédalos del poder, advierte que tanto el nuevo programa nuclear de Baby Bush como su rechazo a ratificar el Tratado de Abolición Integral de Pruebas Nucleares (CTBT, por sus siglas en inglés) desencadenarán la proliferación por otros estados que se sientan desprotegidos y que haría más probable un intercambio nuclear o un ataque terrorista en suelo estadunidense.
ANTES DEL 9 DE SEPTIEMBRE de 2001 existía en EU una escenografía sicológica similar a la que se vive en forma angustiosa en el presente: el fin de semana anterior a los «atentados terroristas» -que cada vez más se asientan como un montaje hollywoodense-, una relevante reunión mundial de economistas celebrada en Moscú había vaticinado el inminente colapso de las finanzas estadunidenses con todo y sus bonos. En los centros financieros anglosajones de Nueva York y la City ya está muy cantada la espera del «colapso por efecto dominó» de los ominosos hedge funds -«fondos de cobertura de riesgo» (Peter Koening y Louise Armistead; The Times, 15/5/05): «malas inversiones por algunos de los principales hedge funds en Londres han provocado pérdidas sin precedente (sic), demandas para recuperar el dinero y rumores de una espiral de la muerte (sic) que pesan mucho sobre las acciones y los bonos (…) Los predicamentos de GLG (creada por banqueros de la correduría Goldman Sachs), el mayor grupo europeo, con 13 mil millones de dólares en cartera, exhibe el estrés de los hedge funds en Europa y en EU». La descalificación de los bonos de las automotrices GM y Ford al estatuto «chatarra» ha ocasionado severas pérdidas en varias firmas de hedge funds en Londres que reflejan las «ventas de pánico y el efecto cascada».
WILLIAM DONALDSON, MANDAMAS de la comisión reguladora bursátil (SEC, por sus siglas en inglés), había puesto hace poco el grito en el cielo sobre el «desastre» (sic) al que podría llevar la especulación de los hedge funds (The Financial Times, 12/5/05).Al ser manejados en forma discrecional desde los paraísos fiscales (off-shore) y al gozar de la cobertura desregulada que les confiere la increíble «contabilidad invisible» (off-balance-sheet) -una genuina impunidad financiera-, nadie sabe a ciencia cierta la cantidad de hedge funds que pululan en el planeta. Algunos calculan su monto en un millón de millones -10 a la doceava potencia (Richard Beales; The Financial Times; 12/5/05)- y otros los colocan hasta en 2 mil millones de millones (10 a la quinceava potencia). Para asentar lo que decimos, más vale que lo describa en términos mas esotéricos el especialista en finanzas Mark Gilbert («El tictac de los derivados hedge funds de GM»; Bloomberg; 13/5/05): «los hedge funds no detallan en ningún lado su compra ni su venta, por lo que es muy difícil discernir lo que ocurre (sic)y si los intercambios han provocado victimas». ¿Alguien entendió?
PARA UNA MENTE CIENTIFICA pulcra y alejada de las truculencias crapulosas de las finanzas globales es imposible entender los nuevos juegos especulativos de la plutocracia bancaria anglosajona. Gillian Tett (The Financial Times, 12/5/05), un Diógenes de las finanzas especulativas, se aventura a «buscar la luz en el lóbrego (sic) fondo común de las deudas» y llega a la conclusión de que el «mercado es muy opaco y nadie desea revelar nada», además de que se puede aventurar «cualquier cifra sobre el tamaño del mercado». El grave problema consiste en que este juego satánico de la plutocracia anglosajona es susceptible de arrastrar al planeta a una «sequía crediticia» (credit crunch) y que los justos, en especial los segmentos valetudinarios, paguen por los pecadores.
LA CAIDA FINANCIERA anglosajona no va aislada y forma parte de una guerra financiera subrepticia que no se atreve a decir su nombre entre EU y China. Andie Xie, desde Hong Kong, especialista de la zona Asia/Pacífico de la correduría Morgan Stanley (9/5/05), expone una tesis fascinante: «El fin del juego cíclico» que se inició en 1998 entre el «consumo anglosajón y la inversión china», los dos motores que mueven a la economía global, y que ahora ha pasado a la etapa de colisión debido al alza en los precios del petróleo y al exagerado déficit de cuenta corriente de EU. El alza del petróleo obliga a los bancos centrales a restringir el crédito a pesar de la disminución del crecimiento, mientras el déficit de cuenta corriente incrementa la inestabilidad. A juicio de Xie, «se encuentran opuestos los intereses de los ciclos económicos de China y EU», por lo que un «epílogo favorable» para el segundo sería un «aterrizaje duro» para China con consecuentes «bajos precios del petróleo que disminuirían el déficit de cuenta corriente estadunidense, lo que haría desaparecer sus presiones inflacionarias. Las tasas de interés disminuirían en EU y el dólar se fortalecería», en forma similar a lo que sucedió con la crisis financiera asiática de 1997. La revaluación forzada del yuan (la divisa china) que exigen los halcones de Washington ocasionaría la fuga de capitales de China y el estallido de la burbuja de los bienes raíces chinos.
LO REAL ES QUE las dos burbujas, la estadunidense y la china, después de su colusión en 1998 empezaron ocho años más tarde la colisión. A juicio de Xie, China puede superar las presiones para revaluar el yuan, mientras se toma el tiempo necesario para reformar su muy vulnerable sistema financierio: «el aumento en las reservas internacionales puede mejorar la influencia de China en los mercados internacionales y brindarle un colchón monetario cuando el ciclo comercial opere la vuelta y el dinero caliente cese de llegar».
EL DEFICIT DE CUENTA corriente de EU ha ocasionado una inundación de dólares en la economía global, lo cual explica la especulación de los bienes raíces en China. En las antípodas del ciclo económico, «es del interés de China que EU aumente sus tasas de interés», según Xie, quien aduce que la revaluación del yuan constituye un «juego estratégico» de «cómo el ciclo comercial de intereses conflictivos de China y EU debe llegar a su fin». La colisión se ha contaminado con la irrupción de los grupos textileros de EU y con «algunos politólogos que ven el crecimiento de China como un desafío estratégico». Xie asesta un golpe de maestro a los panegiristas de la revaluación del yuan cuando destaca que, prácticamente quebrado, el sector automotriz de EU no es competitivo frente a Japón y Europa, pese a sus divisas revaluadas. No oculta que en «tres décadas» (sic) China se convertirá en la mayor economía del mundo, lo que tendría «implicaciones estratégicas para EU». Expone varios puntos convergentes entre China y EU que pueden promover una «relación productiva», como ha sucedido hasta ahora. El consejo de Xie es que China debe esperar sin revaluar y aprovechar el alza de las tasas de interés de la Reserva Federal hasta que el ciclo comercial se enfríe, mientras declina el precio del petróleo. Curiosamente no toma en serio las bravatas retóricas sobre las sanciones comerciales proteccionistas del Congreso contra China que perjudicarían mucho más a EU, lo cual afectaría las acciones de Wall Street y la burbuja estadunidense de los bienes raíces. Recuerda que la enmienda proteccionista Smoot-Hawley hundió a la economía de EU en la Gran Depresión. Con Baby Bush siempre hay que esperarse lo peor y hace mal Xie en confiarse cuando los neoconservadores se han desatado contra China. El feroz Robert Kegan (The Washington Post,15/5/05) manipula la historia a su antojo para concluir que China no será diferente a los caminos que tomaron Alemania y Japón, lo que hace inevitable la confrontación. Otro todavía más feroz, el israelí-estadunidense Robert Kaplan, coloca a China como el enemigo de la «nueva guerra fría» que ya empezó en el océano Pacífico, a fortiori para la próxima guerra caliente que requerirá tres flotas de EU en la región para detener a las naves chinas (The Atlantic Monthly, junio 2005).
LOS CHINOS TAMPOCO se dejan amedrentar y el primer ministro Wen Jiabao, al recibir a un grupo de la Cámara de Comercio de EU, asentó que «no adoptaría una acción precipitada, menos bajo presión del exterior» (Xinhuanet,16/5/05). Nadie desea repetir la amarga lección de la revaluación del yen de Japón, que sucumbió a las presiones estadunidenses en la década de los 80 para caer en un marasmo del que todavía no sale. Una cosa es reformar el sistema financiero de China en forma gradual y otra es optar por el suicidio económico para beneficiar exclusivamente a las parasitarias finanzas anglosajonas.