La revista de la Fundación Cultura Estratégica (FCE) publicó el 7 de junio un importante trabajo editorial dedicado a resaltar el fuerte contraste ente la alianza estratégica para el siglo XXI que se está consolidando entre China y Rusia y la situación de enemistad enfrentamiento y que se aprecia entre los líderes de occidente. El […]
La revista de la Fundación Cultura Estratégica (FCE) publicó el 7 de junio un importante trabajo editorial dedicado a resaltar el fuerte contraste ente la alianza estratégica para el siglo XXI que se está consolidando entre China y Rusia y la situación de enemistad enfrentamiento y que se aprecia entre los líderes de occidente.
El presidente ruso, Vladimir Putin, recibió a su homólogo de China, Xi Jinping, en Moscú esta semana para una visita de estado de tres días. En el encuentro no sólo se apreció el afecto personal cultivado entre ellos en casi 30 reuniones en los últimos seis años. El presidente Xi se refirió a Putin como un amigo cercano y un gran aliado internacional.
Más importante aún es el hecho de que las dos naciones están solidificando una alianza estratégica que podría definir la geopolítica del siglo XXI, considera el editorialista de la FCE.
Putin y Xi -que también asistieron recientemente al Foro Económico Internacional de San Petersburgo- firmaron allí una serie de acuerdos comerciales bilaterales que impulsarán el desarrollo euroasiático y, de hecho, el desarrollo mundial.
De particular importancia es el continuo impulso de Moscú y Beijing para llevar a cabo el comercio internacional en monedas nacionales, evitando de esta manera, el uso del dólar estadounidense como medio de pago en las transacciones internacionales. Este es un paso crucial para contrarrestar el pretendido control hegemónico del sistema financiero global por parte de Washington.
Ante los ojos del mundo en estos momentos Washington abusa de su posición privilegiada de imprimir o retener dólares para imponer su dominación imperial. Este abuso debe detenerse, y se detendrá cuando Rusia y China allanen el camino hacia un nuevo mecanismo más justo de las finanzas y el comercio internacional.
La política de cooperación y asociación entre iguales descrita por Putin y Xi se basa en el respeto mutuo y la prosperidad pacífica. Esta visión no es para esas dos naciones, sino para todas las demás porque está política implica un mundo multilateral sin sujeciones de ningún tipo. En el contexto a estos principios la consolidación de alianza entre Rusia y China es una esperanza para un futuro pacífico del planeta, afirma la revista rusa de la FCE.
Esta visión positiva es especialmente bienvenida en un momento en que Estados Unidos, bajo el presidente Donald Trump, ha desatado una gran tensión y múltiples conflictos en su intento por apuntalar su deteriorado dominio mundial.
Los Estados Unidos están ejerciendo sanciones y amenazas a numerosas naciones, incluidas Rusia y China, y lo hacen, incluso, hacia sus supuestos aliados en Europa; todo en un intento desesperado por afirmar su poder hegemónico y unipolar.
Esta política Imperial es la negación de las políticas de solidaridad y asociación delineada por los liderazgos ruso y chino. El estilo estadounidense no solo es inútil, sino que sobre todo conduce a la destrucción y la guerra. Un camino por el que, en definitiva, nadie gana, dice el editorialista de la FCE.
La historia ha mostrado a donde lleva una política como la estadounidense. En el siglo XX se libraron dos horrendas guerras mundiales – con cerca de 100 millones de muertos – en gran parte debidas a la rivalidad imperialista.
Rusia y China fueron las dos naciones que más sufrieron en esas conflagraciones. Ambos conocen el horrible costo del conflicto, pero también lo precioso que es la paz. Por eso es alentador ver a esos dos países forjando un nuevo paradigma de cooperación internacional basado en la solidaridad y el compromiso con el desarrollo del bien común de todas las naciones.
Mientras Putin y Xi aportan a un sólido proyecto de futuro, los de Estados Unidos y algunos otros países occidentales muestran en público sus desavenencias. La falsa camaradería de los líderes occidentales es desmentida por sus continuas disputas y rivalidades. Trump y otros mandatarios europeos han celebrado el 75º aniversario del desembarco de Normandía en junio de 1944, acontecimiento militar que anunció la apertura del frente occidental en la Europa ocupada por los nazis y contribuyó a la derrota del Tercer Reich, pero no fue ni de lejos la batalla más importante. El llamado Día D no fue un hito definitivo en el devenir de la guerra.
La verdad histórica es otra. Es indiscutible que fue el Ejército Rojo Soviético y los colosales sacrificios de ciudadanos soviéticos los que constituyeron la fuerza fundamental para derrotar a la Alemania nazi y lograr la liberación de Europa del fascismo. La trascendental Batalla de Stalingrado, que destruyó la máquina de guerra nazi, concluyó en febrero de 1943, unos 16 meses antes de que los aliados occidentales lanzaran su día «D».
Los líderes occidentales disfrutan engreídamente especulando sobre presuntas glorias pasadas. Esta feria de vanidades no cambia el registro histórico ni la verdad objetiva. Quienes no aprenden de la historia repiten sus errores y caen nuevamente en un callejón sin salida. Son líderes a los que el futuro espanta, dice la FCE.
Blog del autor: http://manuelyepe.wordpress.com/
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