«Se ha marchado Lucio Magri, un suicidio asistido en Suiza. A los 79 años. Destrozado de dolor por la muerte de una esposa muy querida, desgastado por las miserias de un país que no ama los sueños, ni tampoco los retos…Yo, que apenas le conocí y nada me autoriza a hablar de él, quiero escribir […]
«Se ha marchado Lucio Magri, un suicidio asistido en Suiza. A los 79 años. Destrozado de dolor por la muerte de una esposa muy querida, desgastado por las miserias de un país que no ama los sueños, ni tampoco los retos…Yo, que apenas le conocí y nada me autoriza a hablar de él, quiero escribir solo acerca del gesto silencioso y digno, del derecho a decir basta, del valor de hacerlo sin palabras de sobra. Acaba la espera y empieza el dolor. Hay un dolor que une también a quienes no se han conocido, no se han· tratado, pero se encuentran dentro de la enorme fatiga de vivir. (Un dolor) Que nos hermana a todos».
Es martes 29 de noviembre de 2011. Llega la noticia de la desaparición de Lucio Magri, del suicidio de Magri y no puedo hacer otra cosa que asentir ante la forma en que ha resuelto terminar con esa «fatiga de vivir».·
Echo un vistazo rápido a la prensa digital italiana, y a las principales cabeceras que llevarán mañana la noticia en primera, y me quedo con las diez líneas (Dieci righe, exactamente así se llama su recuadro) de arriba escritas, en la página de Sinistra Ecologia Libertà, por Claudio Fava, diputado europeo y coordinador nacional de Sinistra Democratica, quien hoy se cuenta también entre los promotores del proyecto Sinistra e Libertà (Izquierda y Libertad).
Lucio Magri, protagonista de la «izquierda herética», ha muerto por voluntad propia, porque vivir se le había vuelto intolerable. «Quería cambiar el mundo y el mundo de los últimos años le parecía un insoportable desmentido de su utopía, la señal intolerable de un fallo, la amarguísima constatación de la separación entre él y la realidad. Por eso ha decidido cortar por su cuenta, evitando a los amigos el espectáculo de la sangre en el adoquinado». Lo escribe Simonetta Fiori en La Repubblica. «¿Qué importan los detalles? ¿Qué queréis saber ahora? No cotilleéis demasiado», se dice Simonetta… «No era capaz de morir solo, le ha ayudado un médico amigo…».
En Il Manifesto, ·le despiden con un «Adios compañeros, Magri ha decidido morir» y recuerdan que fue uno de sus fundadores, en la estela del ’68, junto con otros disidentes del PCI. ·También le recuerda la derecha. Il Corriere della será habla del «final inesperado de un importante periodista y político… la noticia de la muerte se difundió por la noche, entre los amigos». Algunos ya lo sabían, «he decidido morir», les dijo. En una carta ha dejado escritos los motivos.
Magri entró en el Partido Comunista Italiano en los años ’50, cuando tenía poco más de veinte años, después de una corta experiencia militante en la juventud democristiana de Bérgamo. En 1969, tras el impacto que supuso ver a los tanques rusos invadiendo Checoeslovaquia, se unió a otros disidentes comunistas sacando a los quioscos de Roma,· el 23 de junio de 1969 , el primer número de ·la revista Il manifesto, que inmediatamente se contemplaría como «un caso ejemplar de herejía política» y· que luego, ·en 1971, se transformaría en diario, lo que les valió la expulsión. ¿Qué había en las páginas de aquella revista-escándalo, que vendió cincuenta mil ejemplares del número· uno? Un artículo sobre la revolución cultural china, algunas premoniciones sobre el posterior compromiso histórico entre comunistas y democristianos y, bajo el titular «Praga está sola», ·un elogio de la «primavera checoeslovaca» (la primera de tantas primaveras revolucionarias), que Moscú reprimió.
Luego participó en la fundación del Partido de Unidad Proletaria por el Comunismo y en 1984 reingresó en el PCI, donde continuó hasta su disolución y transformación en PDS, en 1991; en aquel momento contribuyó a la creación del Partido de la Refundación Comunista, donde militó hasta 1995 cuando la corriente que encabezaba lo abandonó e ingresó en el movimiento Demócratas de Izquierda. Magri no compartió la opción de sus compañeros,· se quedó al margen y ya nunca volvió a tener carnet político.
En 2009 publicó «Il sarto di Ulm» (El sastre de Ulm), un libro importante que recorre la historia del PCI, desde el final de la segunda guerra mundial, y la suya propia. ·»La parábola de la izquierda -escribió su antigua compañera, entonces directora del· Il Manifesto, Rossana Rossanda- desde el enfrentamiento en el XI congreso en el Sesentayocho hasta el compromiso histórico de Enrico Berlinguer, cuando el mayor partido de la clase obrera cerró los ojos sobre la realidad de la sociedad italiana abriendo el camino a su disolución… Il sarto de Ulm, diario de una crisis entre pasado y presente… es una reflexión seria y cerrada, quizá la primera, sobre las opciones que guiaron al PCI … Magri busca las causas en la problemática que se iniciaba en los años sesenta y en las divisiones del grupo dirigente frente a ella». Después decía que Lucio Magri era una figura singular.
También era un hombre muy atractivo. En la casa romana de Magri, el grupo de familiares y amigos que sabía lo que estaba ocurriendo esperaba este 29 de noviembre la noticia que tenía que llegar de Suiza. Simonetta Fiori, entre ellos, cuenta que han pasado el tiempo mezclando «recuerdos privados y públicos«, hablando del «gran jugador de ajedrez, gran esquiador, político generoso que preparaba documentos y ocultaba su firma…En la fotos de las estanterías nos mira él, bellísimo y aún joven, con una expresión entre melancólico y maldito. En el dorso de la imagen más seductora, una dedicatoria lacónica: «A Emma, su abuelo».
Otra firma en Repubblica: la de Nello Ajello que recuerda el congreso de la disolución del PCI en Rímini, febrero de 1991: «La escena muestra la patética sesión en que Achille Occhetto no fue elegido secretario por pocos votos…Quienes estuvieron presentes conservan una imagen de Lucio Magri en pie mientras, al conocer el resultado de la votación, agitó el puño cerrado y gritó un antiguo slogan: «¡Viva Marx, viva Lenin, Viva Mao Tse-tung!»
· «Entre el final de los años ’50 y la mitad de los ’60 -escribió Lucio Magri en octubre de 2001 en Il Manifesto, en el artículo titulado «I cruciali anni ’60»-,una serie de cambios de enorme relieve en el panorama internacional y en la sociedad italiana pusieron a prueba la cultura y la política de los comunistas italianos: les ofrecieron la ocasión de hacer una elaboración estratégica más explícita y sometieron a una áspera verificación lo que se había sembrado,· con mil dificultades. Entre otras cosas, la ocasión de desarrollar de forma más completa las intuiciones de Gramsci sobre la «revolución en Occidente» y de traducir lo que hasta entonces no era más que una inspiración, un territorio cultural, en una política efectiva». «Se pusieron así en evidencia tanto la potencialidad como los límites de lo que he definido como «gramscismo», es decir la versión togliatiana del pensamiento de Gramsci».
Fuente: http://www.socialismo21.net/index.php/home/1145-ciao-lucio-magri