El gobierno de Lenín aspira a seguir el proyecto del movimiento Alianza País. Sin embargo, la discrepancia pública con Correa y con el vicepresidente generó ruido mediático y un debate al interior del oficialismo. Lenín Moreno goza de un amplio respaldo popular, alrededor de un 80 por ciento según todas las encuestas.
Lenín Moreno goza de un amplio respaldo popular, alrededor de un 80 por ciento según todas las encuestas.
El presidente de Ecuador, Lenín Moreno, cumplió 100 días en el poder en medio de expectación por las medidas económicas que pudiera aplicar, de compromiso en la lucha contra la corrupción, de llamado a un diálogo no excluyente y de pública discrepancia con su antecesor y ex aliado Rafael Correa.
«Estamos cumpliendo nuestras ofertas, no necesitamos 100 días para hacerlo. Cuento con ustedes para seguir trabajando y ustedes, cuentan conmigo para seguir transformando el país en la patria que todos anhelamos», dijo Moreno en una alocución pública. En efecto, la mayor gestión del mandatario socialista, de 64 años, desde que asumió en mayo, fue el macroplan «Toda Una vida», que busca construir más de 300 mil viviendas populares, favorecer los emprendimientos de empleo para jóvenes y dar seguridad, salud y bonos a los ancianos, entre sus rasgos prioritarios.
En paralelo, desde el primer día abrió un amplio diálogo con todos los sectores, incluso los que desde la izquierda y fundamentalmente desde la derecha confrontaron siempre a Correa. Por el Palacio pasaron industriales, comerciantes, indígenas, policías, militares, grupos sociales y líderes de todo tipo. Pero los primeros meses no estuvieron exentos de problemas que pusieron cuesta arriba su gestión: los casos de corrupción que alcanzaron a su vicepresidente, Jorge Glass, y una ruptura con Correa y otros líderes del movimiento oficialista Alianza País (AP) siembran dudas sobre el futuro del proyecto Revolución Ciudadana.
Corrupción es la palabra más escuchada en estos días, con una avalancha de delaciones de ex ejecutivos de la constructora brasileña Odebrecht, que aseguran que funcionarios ecuatorianos recibieron 33,5 millones de dólares en sobornos para entregar contratos en tiempos de Correa. El ex director de Odebrecht en Ecuador Jose Santos señaló que Glas, que también fue vicepresidente de Correa y ahora se enfrenta a los tribunales, pedía dinero por cada contrato.
Moreno, quien prometió en la posesión «una cirugía mayor» contra la corrupción, lo despojó de funciones específicas y le quitó toda confianza.
«Lastimosamente, el dedo apunta cada vez más hacia usted», le dijo Moreno a Glas en un evidente deslinde con el que fuera hombre de confianza del anterior mandatario, del que también fue vicepresidente y ministro coordinador de Sectores Estratégicos. «Es preciso reconocer que el cambio permitió destapar la podredumbre del correísmo. La fresa del pastel fue congelar a Glas a la espera de que la Justicia haga su trabajo», dijo el analista Carlos Arcos.
Glas asegura ser inocente y Correa le cree. Los choques entre el presidente y su antecesor pusieron en apuros a la agrupación oficialista Alianza País, dentro de la que comenzó una extraña convivencia entre críticos y seguidores de Moreno. Correa, un líder con mucho peso incluso ahora que vive en Bélgica, acusó a Moreno de no continuar con rasgos fundamentales de la Revolución Ciudadana y lo llegó a calificar de traidor y a proponer la formación de un nuevo partido.
Más compleja aún es la situación económica, que, según el nuevo gobierno, está al límite por irresponsabilidades de un ex mandatario que, por su lado, presume de que dejó «la mesa servida». «La situación es crítica. Necesitamos mejorar las condiciones de financiamiento, generar mayores ingresos, aumentar nuestras exportaciones, el ingreso de dólares a la economía y fomentar la inversión privada», evaluó Moreno. Aunque adoptó un paquete de iniciales medidas de austeridad, las más fuertes están anunciadas para septiembre, pero aún no se sabe cuaés serán sus características.
«Es importantísimo que exista democracia, libertad y se combata la corrupción. El gran problema es lo económico, petróleo bajo, deuda grande, economía paralizada, empleo que se pierde, eso es lo que hay que atacar», afirmó un referente de la derecha, Jaime Nebot, alcalde de Guayaquil, la ciudad más grande del país. Pero el analista Pablo Zambrano destacó que Ecuador no está en la situación desesperante de Venezuela. «La economía pasa por un proceso de recesión que tiene que ver con la caída de la producción, el empleo y el consumo», relativizó. Los números rojos son subrayados por analistas como Walter Spurrier, quien los justifica por situaciones externas: «El país perdió cerca de seis mil millones de dólares anuales por la caída del precio del petróleo y alrededor de cinco mil millones en rentas fiscales».
En lo internacional, aunque está en construcción la nueva política, Moreno condenó la violencia y la existencia de presos políticos en Venezuela, lo que podría ser el inicio de un lento cambio en el respaldo irrestricto de Quito a Nicolás Maduro. Con Colombia, entretanto, ratificó el compromiso de ser garante y anfitrión de diálogos de paz entre el Gobierno y la guerrilla del ELN.
Moreno, atado a una silla de ruedas por un disparo de asaltantes que le dejó parapléjico hace 19 años, goza por ahora de amplio respaldo popular, alrededor de un 80 por ciento según todas las encuestas. Aunque los analistas coinciden en que es pronto para saber qué pasará cuando empiece a aplicar medidas concretas en un marco de dificultades económicas y de desconfianza por escándalos de corrupción que vienen del período anterior.
Fuente: http://www.pagina12.com.ar/59957-cien-dias-de-expectativas-y-peleas-internas