Traducción para Rebelión de Anahí Seri
Muchos de los estudiantes que se inician en la Universidad se encuentran con que la carrera que han elegido resulta ser algo distinta a lo que se habían imaginado. La brecha entre las expectativas y la realidad es especialmente pronunciada en el caso de los que estudian ciencias islámicas y son de religión musulmana.
Según dicen los profesores, entre los alumnos del primer año hay quienes se quejan, tras las clases, de lecturas críticas del Coran, o que abandonan los cursos en señal de protesta y solamente asisten a las clases de lengua árabe para poder leer ellos mismos el Corán en su versión original.
Han sido víctimas de un malentendido: pensaban que las ciencias islámicas en Alemania son una especie de teología islámica, explica Lutz Richter-Bernburg, profesor del departamento de estudios orientales de la Universidad de Tübingen. No eran conscientes de que se trata de una disciplina laica que estudia de manera crítica la religión, la cultura y la historia del Islam.
A menudo se trata de estudiantes que además de asistir a las clases de la universidad van también a los cursos del Corán en las mezquitas. Las diferencias entre los contenidos de unos y otros son importantes, pueden llegar a ser incompatibles. Es un conflicto que una estudiante resolvió, según explica, «dejando de darles crédito a los profesores que no son de religión musulmana». Son estudiantes que se estremecen cuando, en los cursos introductorios, se hace referencia al profeta Mahoma sin que su nombre vaya seguido de los epítetos tradicionales.
Gudrun Krämer, catedrática de ciencias islámicas en la Universidad Libre de Berlín, hace referencia a un alumno que exigia que las clases de lengua árabe se impartieran exclusivamente sobre la base del Corán. Incluso había redactado un libro de texto a propósito.
Pueden ser casos aislados, pero se dan en casi todos los cursos de ciencias islámicas. La proporción de musulmantes entre estos estudiantes está en torno al 50% de acuerdo con algunos profesores, sobre el 25% según otros. La mayoría de ellos no tienen problemas a la hora de darle un tratamiento científico al Islam. Además, según afirma Richter-Bernburg, incluso los otros consiguen, al cabo de uno o dos semestres, dar la impresión de que distinguen entre el sentimiento religioso y el estudio científico.
Un ejemplo de ello es Fatima Demir. En clase siempre lleva un discreto pañuelo en la cabeza. Su nombre auténtico, y el de la Universidad donde estudia, prefiere que no se haga público. Dice que en la mezquita ella es una creyente, en la Universidad una investigadora.
Pero a una compañera suya le espantan las clases de exégesis del Corán, en las que el libro sagrado se somete a una discusión científica. Dice que los que no son musulmanes no pueden explicar correctamente el Corán, pues si lo comprendieran, ya se habrían convertido, ya serían musulmanes. La compañera de Fatima probablemente no se matriculará en la asignatura de exégesis.
Esta actitud se aprecia también entre algunos estudiantes de doctorado de ciencias islámcas. Huyen de los planteamientos teológicos y prefieren recurrir a temas históricos o literarios.
Y eso que los musulmanes que han hecho su tesis sobre un tema religioso están muy solicitados, ya que la recomendación del Consejo científico ha dado lugar a que se creen centros de estudios islámicos en varias universidades, por ejemplo en Tübingen, Osnabrück y Münster. Allí se formará a los profesores que han de dar clase de religión musulmana, y también a los eruditos del Islam, así como a quienes han de ocupar las plazas universitarias de estudios islámicos. Aquí, a diferencia de las ciencias islámicas, se trata de estudios teológicos. Pero resulta difícil encontrar el personal adecuado para esta tarea. Bülent Ucar, catedrático de pedagogía religiosa del Islam en Osnabrück, se hace a la idea de que van a ser profesores visitantes extranjeros quienes ocupen estas cátedras durante varios años. «Buscamos desesperadamente a musulmanes y musulmanas que puedan ocuparse de la docencia al menos en lo que respecta la formación de los imanes.»