Desde diversos autores y perspectivas en el ámbito iberoamericano con el diálogo y encuentro con el europeo u occidental, consideremos que las ciencias sociales deben tener una inter-relación fecunda con la filosofía. Así se ha mostrado con la recepción, diálogo y encuentro fecundo con estas distintas corrientes de filosofía, pensamiento y ciencias sociales. Como pueden […]
Desde diversos autores y perspectivas en el ámbito iberoamericano con el diálogo y encuentro con el europeo u occidental, consideremos que las ciencias sociales deben tener una inter-relación fecunda con la filosofía. Así se ha mostrado con la recepción, diálogo y encuentro fecundo con estas distintas corrientes de filosofía, pensamiento y ciencias sociales. Como pueden ser, por ejemplo, la fenomenología, hermenéutica, existencialismo, personalismo, teoría crítica, teorías de la justicia y comunicativas o el pensamiento latinoamericano. Lo que nos posibilita una perspectiva crítica, humanista, ética y liberadora. La filosofía proporciona al científico social una base teórica, antropológica y moral con la que conocer, explicar, comprender y valorar el mundo. No es lo mismo tener una cosmovisión filosófica y antropológica del ser humano, por ejemplo, de carácter individualista, donde se niega la naturaleza social, solidaria e histórica de la persona; o colectivista, por la que el ser personal con su libertad queda atrapado o negado. El conocimiento y la ciencia no es neutra ni aséptica sino que tiene unos presupuestos subyacentes, unos principios rectores e intereses que, de forma más explícita o implícita, guían los procesos epistemológicos y hermenéuticos.
La realidad no se conoce y comprende igual desde un lugar o realidad que desde otra: desde el obrero o trabajador explotado que desde del empresario capitalista; desde la mujer violentada o excluida que desde el machismo o patriacardo; desde el indígena expoliado de su hábitat ecológica que desde la multinacional minera o petrolera; desde el cuarto y tercer mundo, desde las periferias como es el Sur empobrecido con los pobres de la tierra y las víctimas de la historia, que desde el Norte enriquecido con la vida materialista-economicista, mercantilista y consumista. Sin esta perspectiva crítica, ética y liberadora con una epistemología desde el Sur, en el criterio hermenéutico de los pobres (empobrecidos, excluidos, oprimidos y víctimas), en la com-pasión (sentir) con el otros y sus sufrimientos e injusticias, no hay una adecuada comprensión y valoración de la realidad socio-histórica. Sin una praxis liberadora y por la justicia con los pobres no hay un profundo conocimiento de lo real, de la realidad social e histórica. A su vez, como seguiremos viendo, de forma fecunda e interdisciplinar la ciencia social provee a la filosofía de una base material con el conocimiento de la realidad, con una concreción social e histórica para no caer en idealismos ni abstracciones.
En este sentido, el científico social debe desarrollar una ciencia con conciencia, con responsabilidad ética y valores o principios morales universales que expresa la razón crítica. Como es la promoción de la vida y dignidad de las personas. El bien común y la solidaridad internacional, la paz y la justicia liberadora con los pobres de la tierra. El desarrollo humano, ecológico e integral, lo femenino e intercultural. La cultura, conocimiento e investigación tendrá que estar guiada por estos criterios y valores que van determinando las opciones de estudios y realidades a explicar, comprender y valorar. No es lo mismo dedicarse a estudiar e investigar cómo vender más coches u otros productos que las condiciones socio-laborales del obrero; el cómo aumentar los beneficios del capital productivo o financiero, que el conocimiento del hambre, la pobreza, desigualdad o estratificación social. Y tampoco es igual la valoración de unas determinadas condiciones laborares como precarias e indecentes, o de esclavitud infantil como es la realidad de los niños condenados trabajar, que justificar dichas realidades como el «esfuerzo del trabajador por progresar o que por lo menos tiene trabajo al igual que el niño esclavo, que por lo menos puede conseguir algo».
Por tanto, las ciencias sociales sin esta perspectiva filosófica, antropológica y crítica, sin conciencia ética y liberadora, se convierte en pura estadística, técnica y positivismo reduccionista que poco tiene ver con el estudio social. Tal como se ha desarrollado en la historia de las ciencias humanas. La ciencia social ha de impregnarse de imaginación, artesanía, interdisciplinariedad…con la filosofía u otras humanidades que sirven de sustento o base teórica, explicativa, comprensiva y valorativa a los datos o hechos de la realidad que han de asimilarse e integrarse en una compresión y valoración global de la realidad. Los datos, estadísticas o muestreos se deben articular con las filosofías y teorías explicativas, compresivas de lo real, en la misma realidad con sus problemáticas, conflictos, dominaciones e injusticias. Con sus causas o raíces, las relaciones humana y estructuras sociales, los sistemas políticos y económicos, el sentido de las acciones sociales con los valores e ideas o ideales, la cultura e ideologías…que estructuran la realidad de las personas, de los pueblos y del mundo.
Se trata de unir lo subjetivo, el sujeto personal, con lo objetivo. La acción y la estructura, el mundo de la vida y los sistemas, los hábitos y los campos de fuerzas sociales, la conciencia y los ordenamientos jurídicos-políticos. La infraestructura material-económica con la superestructura del derecho, gobierno e ideológica, el ello (vida afectiva) con el superyó de los otros, de la moral y la cultura. Con una visión global y crítica de la totalidad social con sus contradicciones, asimetrías, dominaciones, dependencias, desigualdades e injusticias que dañan la vida, generan víctimas y empobrecen a las personas o a los pueblos. Crítica y desideologización de lo real.
La teoría-ciencia social critica en la memoria compasiva y justicia con las víctimas de la historia, en la opción liberadora con los pobres de la tierra, asume este sufrimiento, la vida dañada o desperdiciada e injusticia del desorden establecido que, con apariencia de progreso, padecen los oprimidos. No hay contradicción pues entre el conocimiento de la objetividad de la realidad, de la naturaleza-esencia y verdad de lo humano, y la conciencia crítica-ética de la ciencia, la opción por las víctimas y los pobres. Ya que la realidad de los oprimidos y empobrecidos es el lugar donde se desvela la negatividad de la historia, las contradicciones y patologías de todo tipo, materiales, sociales, culturales, ideológicas e históricas con sus dominaciones e injusticias. Por todo ello, la ciencia social (con filosofía) crítica es la que asume esta negatividad con los sufrimientos, privaciones y conflictos sociales, la dominación e injusticias que padecen los diversos grupos oprimidos y empobrecidos. Como los trabajadores, las mujeres, los campesinos e indígenas, los refugiados y migrantes…, los parias, pobres y excluidos.
Una negatividad e injusticia que es material, real y concreta con las condiciones económicas y del capital, políticas y sociales, culturales e históricas que no posibilitan la vida y dignidad de las personas, de los pueblos y pobres; que impiden el bien común y la satisfacción de las necesidades, que niegan los derechos humamos y sociales con estas condiciones que hacen posible el desarrollo humano, ecológico e integral. Con una visión y conciencia universal en una ética cosmopolita, una solidaridad internacional y efectiva que se hace aún más necesaria en la era global en la que vivimos. En los tiempos contemporáneos de mundos líquidos y redes informacionales, de mercados globales, comercio mundial y finanzas planetarias. Con la economía y el capital (de casino) financiero-especulativo, productos y burbujas bursátiles tóxicas, basuras (falsa) y endeudamientos generacionales. Deslocalizaciones, paraísos fiscales y compra a granel de emisiones contaminantes, liberalizaciones y privatizaciones. La sociedad mundial del riesgo con los trabajadores pobres y el precariado, el trabajo indecente. La amenaza bélica, nuclear, biotecnológica y ecológica. El hombre «masa, light y transgénico», la ética indolora, el post-humanismo…En fin, todas estas viejas, actuales y nuevas cuestiones sociales que una ciencia crítica debe afrontar sin claudicar ante lo «políticamente correcto» con conciencia ética a hombros de todos estas corrientes, autores y maestros que, en el ámbito iberoamericano, nos precedieron en este complejo y apasionante mundo de lo social, filosófico y humano.
Agustín Ortega Cabrera. Trabajador Social y Doctor en Ciencias Sociales (Departamento de Psicología y Sociología, ULPGC), Experto Universitario en Moral, Doctor en Humanidades y Teología (UM-ITM). Es profesor e investigador de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador y en el Centro Universitario de Estudios del Seminario Diocesano de Ibarra. Investigador en la Universidad Loyola Andalucía.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.