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Cierre histórico de las «universidades»

Fuentes: Rebelión

Al amanecer del jueves 12 de abril del 2012 todos los ecuatorianos nos despertamos con la noticia de que 14 ‘universidades’ de categoría E fueron cerradas. Los principales noticieros del país mostraban las imágenes de un cartel colocado en las puertas de entrada de estas ‘universidades’ que decía: SUSPENDIDA POR FALTA DE CALIDAD ACADÉMICA. En […]

Al amanecer del jueves 12 de abril del 2012 todos los ecuatorianos nos despertamos con la noticia de que 14 ‘universidades’ de categoría E fueron cerradas. Los principales noticieros del país mostraban las imágenes de un cartel colocado en las puertas de entrada de estas ‘universidades’ que decía: SUSPENDIDA POR FALTA DE CALIDAD ACADÉMICA.

En términos generales, se entiende por universidad una institución, pública o privada, que se dedica a la enseñanza superior, que produce investigación y que tiene una relación con la comunidad. Para cumplir con tales objetivos, las universidades se ordenan por facultades, escuelas, departamentos, centros de investigación; brindan servicios en laboratorios, salas de cómputo, de lectura, biblioteca, departamento editorial; y cuentan con una planta profesional docente y administrativa, además de los estudiantes.

La evaluación realizada por el CEAACES concluyó que 14 ‘universidades’ (entre comillas) no cumplían con los mínimos requisitos para ser consideradas como tales. Y, lo que es aún más grave, tal como señaló el presidente del CES, René Ramírez, estas universidades cometieron una «estafa social» al mercantilizar la educación. En efecto, los dueños de estas entidades aprovecharon la peor época del neoliberalismo (la gran mayoría fueron creadas entre 1994 y el 2000) para hacer de la educación un negocio, dejando de lado el hecho de que la educación es un bien público. Estos gerentes jugaron con el futuro de los estudiantes, prometiéndoles un cartón (el título) más que un buen nivel de conocimientos.

Este evento, que vino al día siguiente de la condena a los dueños de Filanbanco, es una prueba más de que el país está saliendo de la larga noche neoliberal para entrar en otra etapa de revolución y cambio radical. En esta nueva fase, partiendo de la Constitución ¾ que indica que la educación superior es un bien público que debe tener calidad y pertinencia ¾ y de la Ley Orgánica de Educación Superior, se empiezan a sentar los cimientos para transformar la universidad para transformar la sociedad , apostando a un vínculo estrecho entre los centros de enseñanza superior, los sectores productivos y la sociedad en general.

La transformación de la universidad en Ecuador tiene como reto formar profesionales de alta calidad que contribuyan a la producción del conocimiento científico, sobre todo en ciertas áreas que el Plan Nacional para el Buen Vivir considera como necesarias para cambiar la matriz productiva vigente.

Se han dado pasos claros y firmes para mejorar el campo de la educación superior en nuestro país. Ahora quedan dos desafíos importantes. El primero, de corto plazo, es la ejecución del plan de contingencia que tiene una duración de un año y que, afortunadamente, viene con las medidas cautelares pedidas por el CES, que permitirán financiar, en parte, este plan que va a costar al Estado alrededor de 60 millones de dólares durante 5 años – costo de una mentira social que deberá asumir la sociedad ecuatoriana – . Si bien la prioridad son las y los estudiantes que han sido estafados, el plan también considera acciones para profesores y trabajadores. La decisión que ha tomado el gobierno es inédita no solo en el país, sino en la región, tal como lo indicara el Dr. Pedro Henríquez Guajardo, Director del Instituto Internacional de la Unesco para la Educación Superior en América Latina y el Caribe.

El segundo desafío, a mediano plazo, será mejorar sustancialmente el nivel de la educación superior en el país, y articularlo con el de enseñanza media. Este quizás es el reto más complejo, debido a que no solo se debe mejorar el nivel de conocimiento de los estudiantes, sino construir una base ética para cambiar el trabajo en las universidades. Esto consiste, entre otras cosas, en elevar la producción investigativa y ponerla en el centro de cada universidad, de cada facultad, articularla con la docencia y orientar el conocimiento producido en las aulas hacia las principales necesidades y preocupaciones de la sociedad. Con esta decisión de cerrar las 14 ‘universidades’, tomada con firmeza política pero también con alto criterio y rigurosidad académica, el Ecuador entra en una etapa fundamental de transición para llegar a la gran transformación, tanto de la educación superior como de la sociedad en general.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de los autores mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.