En este artículo sostiene, entre otras tesis, que la oscilación de voto entre un entre un 5% y un 10% del electorado, muestra una lucha por el voto entre Bolsonaro y Lula.
1. Optimismo realista: Lula conserva, muy estable, el 47% de los votos frente al 32% de Bolsonaro, que ha subido un punto fuera del margen de error. Lula mantiene el favoritismo con un 15% de ventaja, pero en mayo la diferencia era de 21 puntos y en julio de 18. Bolsonaro ha ido creciendo y, aunque la lucha por la victoria en la primera vuelta sigue siendo posible, la segunda vuelta se ha vuelto más probable. Bolsonaro creció entre quienes ganan entre dos y cinco salarios mínimos y entre los evangélicos, y gana en el centro-oeste. Pero Lula conserva una enorme ventaja en el nordeste, gana en el sudeste y tiene incomparablemente menos rechazo. Otras variaciones están dentro del margen de error del 2% más o menos. Ciro Gomes (candidato presidencial por el Partido Democrático Trabalhista: ndt), por ejemplo, perdió un punto, pero la mayoría de sus votantes admite que puede cambiar su voto y elegiría a Lula. En resumen, las variaciones indican que hay una lucha por algo entre el 5% y el 10% del electorado.
2. Advertencia preventiva: la táctica de Bolsonaro es impugnar la elección, pero avivar el chantaje golpista para el 7 de septiembre porque es funcional pasar a la segunda vuelta. Bolsonaro ganó un 8% entre los que ganan entre dos y cinco salarios mínimos, que son el 34% del electorado, elevó su ventaja entre los evangélicos al 10%, subió del 56% al 63% entre los que le votaron en 2018 y avanzó un 8% entre los receptores de ayuda de Brasil. Todavía es pronto para evaluar si los efectos del PEC de “las bondades» significativos (se refiere al Proyecto de Enmienda Constitucional aprobado en el Congreso que aumentó de 400 a 600 reales (117 dólares) la transferencia del programa Auxilio Brasil para 20 millones de personas: ndt). Pero Bolsonaro tiene un techo claro: una tasa de rechazo que nunca ha sido inferior al 50% durante más de un año. El dramático aumento de la miseria en 2021 y la inflación disparada, el negacionismo en la pandemia y los incendios en la Amazonia, las denuncias de corrupción y las amenazas de golpe de Estado, entre otros desastres, han sido una experiencia trágica y pesan mucho. Pero no es un «cadáver» político insepulto. Hay que derrotarlo, sin piedad.
3. Tres peligros tácticos: el «ya ganó» es una trampa, la «romantización» del pasado es un error, el «giro al centro» una táctica peligrosa. «Ya ganó» es una trampa porque, en primer lugar, es falsa y, peor aún, desmoviliza. Necesitamos el máximo de activismo, no el ánimo pasivo. Nada es más importante en una campaña electoral que hablar con la gente. La militancia de izquierdas no es la única que saldrá al campo, apasionadamente. La extrema derecha también tiene una militancia comprometida. El concurso se desarrollará en todos los terrenos, en persona y en las redes. Llamar a los familiares, dialogar en los lugares de trabajo y estudio, replicar los mensajes en las redes serán iniciativas decisivas. La motivación y el compromiso marcarán la diferencia. El reto es salir de la inercia, ponerse en movimiento, dar la cara y exponerse. Sí, el país está fracturado y escucharemos insultos. Nadie debe tener miedo de los que se ven mal. Ser paciente, mantener la calma y discutir con paciencia y tranquilidad son las claves para «dar la vuelta al voto». La «romantización» del pasado también es un error. Hace veinte años que Lula fue elegido por primera vez. Quien hoy tiene veinticinco años fue un niño. La discusión de este balance comparativo no conmueve a decenas de millones de personas. Las elecciones son esencialmente una disputa sobre propuestas para el futuro. Hay muchas razones por las que la gente vota, pero lo más importante, en una sociedad tan desigual e injusta, son los intereses que están en juego. El «giro hacia el centro» es el peor de los errores tácticos. La izquierda sólo gana autoridad cuando es auténtica y se presenta con su propia cara.
4. Honestidad política: La disputa se decidirá en las clases populares, entre los que viven del trabajo, y una subestimación de la audiencia de la extrema derecha en los sectores más oprimidos será fatal. Pero la izquierda no debe capitular ante las presiones reaccionarias contra la lucha de los oprimidos: defender los servicios públicos para las mujeres negras, el acceso a la sanidad pública legalizando el aborto para todos, no sólo para los que puedan pagar en las clínicas privadas, el fin de la guerra contra las drogas que perpetúa el genocidio de la juventud negra, y los derechos irreductibles de los homosexuales. Tenemos buenos argumentos y debemos presentarlos con la cabeza bien alta.
5. Valor estratégico: El camino de la victoria se construye en las calles ganando la supremacía en la movilización a través del impacto de la fuerza social de choque de la clase obrera, los movimientos sindicales, feministas, negros, juveniles, medioambientales, populares, LGBTQIA+, indígenas y culturales. La izquierda no gana elecciones con trucos de marketing. La izquierda gana cuando es capaz de poner en marcha un movimiento de masas arrollador y abrumador. Lula es el mayor liderazgo popular de los últimos cuarenta y cinco años y puede arrastrar a millones de personas en la lucha para derrotar al fascismo. Atrévete a luchar, atrévete a ganar.
Valerio Arcary, militante de Resistencia, corriente del PSOL, columnista de Esquerda Online.
Traducción: Correspondencia de Prensa.
Fuente (de la traducción): https://correspondenciadeprensa.com/?p=28880
Fuente (del original): https://revistaforum.com.br/opiniao/2022/8/19/cinco-notas-sobre-as-pesquisas-por-valerio-arcary-121945.html