La ética no vende, se vende. ¡Quien esté libre de pecado que tire la primera denuncia! El principio es el final. Tener principios no puntúa para las oposiciones, no desgrava en la declaración y acelera la pérdida de amistades. Toma y calla. Sin vergüenza. Es la moda. Los pantalones, por debajo de la rodilla. La […]
La ética no vende, se vende. ¡Quien esté libre de pecado que tire la primera denuncia! El principio es el final. Tener principios no puntúa para las oposiciones, no desgrava en la declaración y acelera la pérdida de amistades. Toma y calla. Sin vergüenza. Es la moda. Los pantalones, por debajo de la rodilla. La dignidad, minúscula, tamaño tanga.
Las «buenas noticias» son un mal ejemplo. Por eso, no aparecen en los medios. El gobierno de Noruega anunció el martes la venta, por razones éticas, de 337 millones de euros que tenía invertidos su Fondo del Petróleo en Walt-Mart, el gigante estadounidense de la distribución. Los noruegos, cuartos exportadores mundiales de crudo, gestionan buena parte de sus beneficios petrolíferos a través de ese fondo. Tienen «prohibido» ya hacer negocios con diecinueve multinacionales. Por ética.
Walt-Mart es la primera empresa del mundo y la decimoctava economía del planeta, justo detrás de Bélgica y por delante de Suecia. Según el Ministerio de Finanzas noruego, Walt-Mart «emplea a menores de edad en contra de las normas internacionales, permite condiciones laborales insalubres en muchos de sus suministradores, bloquea sistemáticamente los esfuerzos de los trabajadores por crear sindicatos y discrimina salarialmente a las mujeres». Por algo es la número uno.
Otro gobierno, el de Australia, ha pedido esta semana a las compañías y empresarios de su país que no inviertan en el Sáhara. «El Ministerio de Asuntos Exteriores y Comercio considera que el estatus del Sáhara Occidental y el derecho internacional deben ser considerados ante la posibilidad de importar recursos naturales». En 2002, la ONU dictaminó que el Sáhara es un estado «no autogobernado». Invadido, secuestrado.
Hace un mes, la Unión Europea firmó un nuevo acuerdo pesquero con Marruecos. Pese a las fuertes protestas del gobierno saharaui en el exilio, el convenio incluye las aguas del Sáhara Occidental. El derecho de autodeterminación… para la fauna marina saharaui. Los peces son libres para decidir en qué redes quedan atrapados. Por supuesto, en las nuestras son muy bien recibidos.
En Irak, en los ratos muertos, entre un tiro de gracia y una ejecución sumaria, los soldados estadounidenses reciben estos días clases de ética. Las lecciones son «para sumarse a una serie de estándares legales, morales y éticos en el campo de batalla» y han comenzado después de que un vídeo desvelará que los veinticuatro terroristas abatidos en noviembre en Haditha en realidad eran civiles desarmados, algunos de ellos mujeres y niños. Las víctimas recibieron varios disparos a corta distancia y no fallecieron a causa de la metralla ni de las balas perdidas, como afirmaban los Marines. Fueron asesinados a sangre fría.
Un poquito de ética lo cura todo. No es la primera vez. Hace unos meses, en medio de otro escándalo, George W. Bush reprendió a sus hombres y los mandó también al «colegio». El personal de la Casa Blanca tendrá que asistir a clases de ética y manejo de datos de inteligencia. Lewis ‘Scooter’ Lobby, brazo derecho del vicepresidente de EEUU, acababa de ser procesado por filtrar el nombre de una espía de la CIA cuyo esposo había criticado duramente la guerra de Irak.
Lo peor es lo mejor. En el tiempo de la ética inversa, la cuestión no es aprender, sino desaprender. En Bilbao, el próximo curso, abrirá sus puertas la primera Escuela de Desaprender. El tanga tiene los días contados.