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Algunas verdades sobre el “Código da Vinci”: Mentid y filmad que algo queda (en las cuentas bancarias)

Código da Vinci ¡Por las barbas de Leonardo!

Fuentes: Rebelión/Fundación Federico Engels

«Quien piensa poco, yerra mucho1«. Leonardo hubiera reído a carcajada batiente. No entendería eso de un thriller en el Museo del Louvre, gozaría con la existencia de una hermandad secreta «Opus Dei«, el nexo con Jesucristo y el Santo Grial…. Leonardo da Vinci se hubiera meado de risa (¿si?) con la lectura posmoderna de un […]

«Quien piensa poco, yerra mucho1«.
Leonardo hubiera reído a carcajada batiente. No entendería eso de un thriller en el Museo del Louvre, gozaría con la existencia de una hermandad secreta «Opus Dei«, el nexo con Jesucristo y el Santo Grial…. Leonardo da Vinci se hubiera meado de risa (¿si?) con la lectura posmoderna de un grupo de negociantes editoriales que inyectaron opio mediático (con placer burgués exquisito de «cultos» y «progres») a los símbolos de sus cuadros y se pusieron, con eso, a vender libros como locos. Y luego de reír a carcajadas montaría en cólera multiplicada por más de 30 millones de ejemplares (más los piratas) traducidos a 30 idiomas, al menos, con semanas y más semanas en el «Top»de las listas de libros más vendidos «all over the world«. Ni Leonardo, que no pocas veces se devanaba los sesos para vender proyectos a los poderosos2, hubiera imaginado las argucias que desarrollaría el capitalismo. La moral de la impunidad mercantil se pasea oronda disfrazada de «cultura».
Leonardo, que no tiene culpa, no se merece semejante trato, el «arte» del Código de Brown no está en lo escrito, ni en su ingenio ni en su erudición, el arte de este libro está en la manera de venderlo. Ninguno de los acertijos eruditos con que el autor juega tiene la menor importancia o utilidad. Inventa un oscurantismo ligth pensado para las vidrieras y los supermercados al alcance de lectores contentados con quedarse afuera creyendo a fe ciega en los dichos, con apariencia sabihonda, que el autor pergeñó, para crearle tonos míticos a un texto francamente pueril escrito para entretener incautos. Eso de la «Sección Áurea» que se mueve sola, los números mágicos, los neo hallazgos de las pirámides de Egipto… la mano del muerto, es bisutería ilustrada para darle brillo a la ignorancia de lectores ávidos de misticismo chocarrero. Santo Grial del marketing.
En ningún sentido la obra de Leonardo es esa baladronada vulgar de hipótesis trasnochadas con que Brown se adueña de un halo iniciático y paranoico. Vista en su contexto histórico, político y de clase, la obra de Leonardo, gústenos o no, abunda en apuntes de índole muy diversa propios de una mente indagadora en plena prehistoria del pensamiento científico. Más de una especulación de Leonardo, por su método y sus vicios ideológicos, le condujo a intuiciones de todo tipo sobre reverbverancias cósmicas o divinas en la tierra, muchas otras lo pusieron de frente a la más cruda y concreta realidad de la materia y el enjambre de sus disquisiciones no es sino el paisaje de la mente brillante de Leonardo en una época de transición bajo los primero rayos de la razón científica que, más tarde, no sin contradicciones y abusos, reinaría hasta el presente. Leonardo da Vinci, mezcla de artista y científico… como muchos. Pero este no cobra regalías ni derechos de autor… lo entendió bien la industria ahora fílmico-editorial y se aprovecha de eso.
Brown no tiene intención literaria. Juega de manera simplona con la noción de «secreto» sectario como coartada que seduce a intereses y morbos variopintos. No importa si fija sus escenarios en una capilla en Escocia en 1446, el edifico multimillonario del Opus Dei o si usa los pasillos del Louvre como alusión a la Casa Blanca… lo importante es que sea rentable una historia plagada de «caballeros», como los Templarios, que entregan la vida por el Santo Grial, sea tal un secreto de Estado, de empresa o de partido político… en Wall Steet o en la oficina de Dick Cheiny. La venta del libro hizo florecer una lista interminable de coartadas turísticas, souvenirs, ediciones de lujo tipo Biblia, conferencias, cursos, reuniones y congresos televisivos que se plagaron instantáneamente con especialistas al vapor que afilaron en la víspera la espada de su sentido común más ilustrado. Y siguen lucrando.
Con su tono de ficción más o menos anti-católica, pero no demasiado mister, el Código Da Vinci es un éxito de la cultura de masas. Una aventura simplona, con pasajes inverosímiles, que envuelve con el celofán de misterio la ignorancia de muchos lectores dispuestos sucumbir a-críticamente ante cualquier simbología secreta en la pintura de Leonardo Da Vinci, en las muelas de la Gioconda o en las baldosas de San Pedro. Todo a pesar de Leonardo que no sentía gran interés por agregar al mundo deformaciones místicas3 ni siquiera en su vida sexual.
«Quien de verdad sabe de qué hablar, no encuentra razones para levantar la voz«4.
Hay un toque de ficción irreverente que en tono documental produce efectos perturbadores en lectores poco informados… táctica muy marquetinera y también muy medida esa de revelar que, Jesús, Dios, tuvo vida sexual con María Magdalena y que tal, produjo hijos, portadores de su sangre, son el Santo Grial… y de ahí sectas y mas sectas para todos los gustos y para justificar cualquier estratagema expropiadora del poder social. En ese marco toda fantasía es posible y pobre, la realidad ha superado cualquier delirio literario… Jesús y María, hombre y mujer, puestos en trance de goce genital, facilita el espanto del burgués más pedófilo. En México la derecha más reaccionaria anda ofendida con el Código de Brown, mientras no deja de financiar a las mafias pedófilas asociadas con gobernadores preciosos. Se desgarran las vestiduras y la hipocresía protagoniza desmayos magníficos, llenos de indignación, justo antes de pasar las publicidades… la misma burguesía autora y cómplice de la explotación y el saqueo, la misma burguesía que reprime trabajadores y es causa de injusticias atroces, emigraciones masivas, enfermedades curables, desnutrición, ignorancia… barbarie, pues; esa misma burguesía se debate ofendida por el uso que Cristo le dio al pito entre las piernas de Magdalena, según Brown, claro. La burguesía que quiere esconder las revistas5 porno en Valencia, España, para que el Papa no las mire a su paso. Y con sus ideas lustrosas y sus sacrosantos intelectuales orgánicos, la burguesía adorna el cepo místico de una novela que casi nadie entiende a fondo pero donde pretenden atrapar la conciencia a de los lectores, igual que hacen con la tele. Sólo que esta vez quienes se lucen son los eruditos con su «inmaculada concepción» del arte literario y su, no poco sospechosa, abundancia de conocimientos improbables e imposibles de probar. No se salvan ni las barbas de Leonardo.
«El cardenal Francis Arinze, prefecto de la Congregación del Culto, exhortó a los cristianos a utilizar todos los ´ medios legales ´ para impedir la distribución de la película. ´ Los cristianos no pueden quedarse con los brazos cruzados diciéndose ‘debemos perdonar y olvidar’. Hay muchos medios legales para que sea respetado el derecho a la fe ´, dijo»6.
La Iglesia Católica es tratada con simplismos bobalicones como sise tratara de un tablero de damas maniqueo donde sólo se mueven fichas negras y blancas. De la lucha de clases de su influencia en el renacimiento, de la base económica y material de los pueblos… dieta pura. Dan Brown, declara: «todas las descripciones de arte, arquitectura, documentos y rituales secretos en esta novela son fidedignas«. Y hasta en eso hay debilidades sin fin. Licencias de escritor, habrá pensado. Y no son pocos los diarios, folletines, periodistas que aplauden el «rigor» y el método de semejante trabajo histórico. Los misterios de la religión y los enigmas del arte son un pasto de lectores que han probado su mansedumbre y su alienación desde hace muchas novelas de tono similar. Dan Brown escribe con la pasión y la erudición de un crucigrama. Su contribución al conocimiento de esas zonas secretas leonardinas sólo requiere la ayuda de un buen diccionario para rellenar cuadritos ociosos de una erudición tediosa, ficticia e inútil. Nada de eso reprochable si fuese un juego abierto, una jugada de la ficción, si quedase claro, si no se camuflara y sirviera de engaño.
Dan Brown7 se anuncia como investigador sobresaliente y ni una palabra sobre la ficción en la novela, la construcción del imaginario, la fantasía libre… nada se menciona que pueda ensombrecer la táctica rentable de pararse en la frontera de lo ambiguo… si parece «real» el público paga más. Es el negocio de vender libros pseudo históricos sobre mitos y secretos de la Iglesia, los evangelios, el cristianismo, las verijas de las diosas… especie de calentura new age para consumo de lo mágico. El cristianismo jamás ha sido el tipo de organización que la novela ideó para hacer funcionar sus tesis, la verdad es otra. ¿Habrá tenido Jesús hijos con María Magdalena, hay descendencia, qué ventajas obtiene la Iglesia católica por mantener oculta semejante verdad?
Pero en problema mayor de esta novela no radica en su ya dudosa riqueza histórica, sino en su reivindicación de «lo secreto», «lo oculto», las teorías conspiratorias, las relaciones ocultas entre la red financiera mundial y la Iglesia Católica vía Opus Dei. María Magdalena esconde en su sexo con Jesús, los secretos de una serie de depósitos bancarios que se diluyen como un espíritu viviente en el reino de los cielos financieros. Se hace pasar el placer sexual de Cristo como un rito de fertilidad signo de los tiempos, que en realidad sólo es un rito de acumulación capitalista, muy rentable, en una historia muy pobre. Su desenlace es previsible.
Leonardo termina siendo victima de una conspiración mercantil que se aprovecha ahora de su trabajo para sacar renta de una obra cara a la cultura y al desarrollo humano. Especie de privatización del patrimonio cultural de la humanidad. Una vez más se explota el trabajo de otro en benéfico de unos vivos que controlan medios y modos de producción material, y de imaginarios, al antojo alienante de las leyes del mercado. El aporte de la moral hegemónica es rotundo: nada te detenga a la hora de idear negocios, no hay límite que valga. Dios, Cristo, Leonardo la Virgen María, la Santísima Trinidad… distorsionemos todo, degeneremos todo, escribe, filma… miente que algo quedará (en las cuentas bancarias).
«Una de las principales características de los grandes científicos del Renacimiento era que eran seres humanos completos. Tuvieron un desarrollo completo que permitió, por ejemplo, a Leonardo da Vinci ser un gran ingeniero, matemático y mecánico, y al mismo tiempo un gran artista y un genio. Lo mismo con Durero, Maquiavelo, Lutero y muchos otros, de los que Engels escribió:»Los héroes de esos tiempos no se encontraban aherrojados todavía por la división del trabajo, cuyos efectos limitativos, con su producción de unilateralidad, vemos tan a menudo en sus sucesores». La división del trabajo, por supuesto, juega un papel necesario en el desarrollo de las fuerzas productivas. Sin embargo, bajo el capitalismo, ha sido llevada hasta tal extremo que se empieza a convertir en su contrario8«.
Leonardo termina convertido una marca «marca» mercantil, una usurpación del trabajo a quemarropa de monopolios, que queda adherida al apellido Brown y al affaire mediático de los payasos oportunistas que siempre saben invertir en todo lo que movilice a negociar con la ignorancia, bajo el proteccionismo gubernamental, en todas partes. Leonardo es una víctima pero no es la única. Detrás, junto, arriba… quedan aquellos que, por una razón u otra, jamás supieron quién fue Leonardo, que papel jugó y juega en la historia y viceversa. Quedan atrapados quienes incluso con buena fe, depositan su confianza, y su dinero, en los dichos y hechos del autor y sus padrinos. Queda un remanente de lectores, y de no lectores, algunos cinéfilos, acaso, con un imaginario desprotegido donde de ahora en adelante habrán de librar luchas semióticas muy desiguales para poder neutralizar el virus farandulero con que se infectan períodos cruciales de la Historia de las luchas humanas. «La ciencia resurgió triunfante en el período del Renacimiento. Fue obligada a llevar a cabo una batalla feroz contra la influencia de la religión (por cierto, no sólo la católica, sino también la protestante). Muchos mártires pagaron con su vida el precio de la libertad científica. Giordano Bruno fue quemado vivo. La Inquisición juzgó a Galileo dos veces, obligándole a renunciar a sus opiniones bajo amenaza de tortura. La tendencia filosófica dominante del Renacimiento fue el materialismo. En Inglaterra, éste tomó la forma del empirismo, que afirma que todo conocimiento es derivado de los sentidos. Los pioneros de esta escuela eran Francis Bacon (1561-1626), Thomas Hobbes (1588-1679) y John Locke (1632-1704). La escuela materialista emigró de Inglaterra a Francia donde adquirió un contenido revolucionario. En manos de Diderot, Rousseau, Holbach y Helvetius, la filosofía se convirtió en un instrumento para criticar la sociedad existente en su conjunto. Estos grandes pensadores prepararon el camino del derrumbamiento revolucionario de la monarquía feudal en 1789-939.«
Pero queda sobre todo el desafío de evitar que el discurso de lo «oculto», lo «camuflado» o lo «soterrado» impida ver que el motor verdadero de la Historia no son los «grandes hombres» (o mujeres) con biografías misteriosas u ocultas. Eso implica una regresión a las visiones idealistas y subjetivas. Se trata de un desafió donde debemos reiterar que de nada sirve una mirada sentimental o mística de la Historia por más que la moralidad hegemónica quiera imponernos semejante ideología, con novelas o películas en el mercado. Nos queda, pues, la tarea de comprender la Historia sin los elementos moralistas que conlleva el Código Da Vinci, con su moralidad contradictoria que traiciona al propio Leonardo». La moral y a moraleja de la novela y la película sólo tienen sentido en el marco del capitalismo y sus crisis actuales. Aprovechemos para explicarlo.
«Quien no castiga el mal ordena que se haga«10.
No traicionemos a Leonardo ni a la herencia que nos legan las mejores luchas humanas. El espíritu renacentista de Leonardo simboliza una tendencia muy poderosa de lucha a favor de abrir las mentes humanas hacia posibilidades científicas infinitas. No dejemos que nos lo roben. Leonardo soñaba con borrar los límites a la cultura humana e incrementar su dominio sobre la naturaleza y la historia. Desde el renacimiento el pensamiento comenzó a verificar los beneficios y la riqueza del análisis crítico. Hubo no pocas luchas para enfrentar a las mentes más oscuras, conservadoras y sectarias… hubo luchas importantísimas para superar los axiomas más viejos que ofrecían como incognoscibles para los humanos comunes, hubo luchas herías contra las verdades eternas en las manos efímeras de los «iluminados«.
El Código da Vinci, en su versión celuloide o en su versión papel, niega la existencia de las leyes del desarrollo social, aborda la historia desde un punto de vista subjetivo y moralista, traiciona la visión científica de Leonardo y termina pintándolo como un sacerdote. Esta obra es un sermón que distorsiona toda visión racional de los hechos, plaga la realidad con tendencias oscurantistas, reivindicándolas. Omite las mejores transiciones de un sistema social a otro y sepulta la verdad de las fuerzas motrices fundamentales que determinan estas transiciones: La lucha de clases. Esta es su tarea más importante, enturbiar y soterrar lo único que nos ha permitido alcanzar una concepción científica de la historia.
No olvidemos el gran paso científico que se produjo en el Renacimiento con la separación de la ciencia de la religión, no olvidemos que comenzó ahí una etapa del pensamiento armado con la observación y el experimento, partiendo del mundo real material, para volver a él y no a los dioses ni a los fantasmas. Eso costó mucha sangre. El Código mercantil de Brown es una regresión en forma de película o libro. No olvidemos que la Historia de la iglesia es una agenda sin paralelo de infamia y crimen, por los cuales hasta el propio Papa tuvo que pedir perdón. El Código de Brown resume un Historia plagada de mitos hipócritas. Brown no podrá, como parece, comprar alguna de las indulgencias que ya en 1517 el Papa León X publicó en la Taxa Camarae para salvar almas11.
Leonardo da Vinci no se merece este trato. No se trata de no ver o no leer12, se trata de ver y leer críticamente, siempre. No traicionemos a Leonardo haciéndonos cómplices de un affaire retrógrado el destila ese pesimismo burgués que quiere hundirnos con él en su sopor de inestabilidad, incertidumbre, depresión y miedo ante el futuro que les hará pagar todas su tropelías. No derramaremos ni una lágrima la crisis es de ellos. Sólo organicémonos como clase, abramos sus libros de contabilidad, expropiémosles lo mejor que tengan. «Si una persona es perseverante, aunque sea dura de entendimiento, se hará inteligente; y aunque sea débil se transformará en fuerte13«.
La maniobra de secuestrar a Leonardo da Vinci con impunidad absoluta, para vender ficción paupérrima, con películas, libros, conferencias o púlpitos de todo género, contiene, entre otras, la idea de que se aproxima el fin del mundo (su mundo), contiene, entre otras, la idea de que todavía existen claves secretas para su supervivencia, que alguien posee el secreto, en algún lugar y que todos dependemos de eso. Que les ayudemos a salvarlo. Pero la realidad es que lo que llega a su fin es este estado miserable de crimen y burla, de barbarie y miseria creadas por una clase particular y un sistema socioeconómico, el capitalismo, que alcanza sus límites finales desesperado y envilecido. No cantamos victorias no alcanzadas pero ya se ve en todo el mundo un malestar que bien puede, esta vez, pasar a ser uno que se convierta en revolución con un plan de todos, hecho por todos. Y los códigos de ese plan no son, ni serán, secreto alguno.

1 Frase atribuida a Leonardo da Vinci: http://www.elrelojdesol.com/leonardo-da-vinci/citas/la-vida-03.htm

2 «…ofreciendo sus servicios a Ludovico Sforza, Duque de Milán; había marchado a Milán como embajador de Florencia, dentro del plan de los Medici de difusión del arte florentino como motivo de prestigio e instrumento de propaganda cultural. En Milán estuvo durante 17 años, trabajando en variados proyectos de todo tipo, tanto artísticos como científicos, en los que el deseo de experimentar era su principal objetivo. Esto no le impedía realizar encargos ocasionales para Florencia, que frecuentemente dejaba inacabados. Tras la invasión de Milán por las tropas francesas, regresa a Florencia para trabajar como ingeniero militar. Por estos años realizó múltiples disecciones, mejorando y perfeccionando su conocimiento de la anatomía. En Florencia recibió el encargo de decorar una sala de la Cámara del Consejo, que nunca acabó. En 1506 regresó a Milán y al año siguiente entró al servicio de Luis XIII de Francia, para quien trabajó como pintor e ingeniero. Entre 1513 y 1516 está en Roma, pero consciente de que no puede competir con Miguel Ángel acepta la invitación de Francisco I de Francia y se traslada allí, falleciendo en el castillo de Cloux, cerca de Amboise, en 1519.» http://www.artehistoria.com/frames.htm?http://www.artehistoria.com/genios/pintores/2516.htm

3 «…Leonardo representó una ruptura con los modelos universales establecidos durante el Quattrocento. Se opuso al concepto de «belleza» ideal, defendiendo la imitación de la naturaleza con fidelidad, sin tratar de mejorarla. Y así contempla la fealdad y lo grotesco, como en sus dibujos de personajes deformes y cómicos, considerados las primeras caricaturas de la historia del arte. Su dominio del color y la atmósfera le hace también el primero en ser capaz de pintar el aire. La perspectiva aérea o atmosférica, como hoy se conoce, es una característica inconfundible de su obra, en especial de los paisajes. Leonardo fue el primero en considerar que la distancia se llenaba con aire y que éste hacía que los objetos lejanos perdiesen nitidez y se viesen azulados. Vivió en una época en la que el humanismo y el estudio de los clásicos estaban de plena vigencia; sin embargo, parece que tuvo dificultades intentando aprender latín y griego, los idiomas cultos y la llave de acceso a la cultura filosófica neoplatónica que dominaba Italia y parte de Europa. Leonardo escribió la mayor parte de sus escritos en toscano, un dialecto florentino. Pero escribía al revés, como visto por un espejo. La obra pictórica de Leonardo es muy escasa y discutida. El signo del artista fue el abandono sistemático de los proyectos que se le encargaban, por muchas medidas que tomaran los clientes mediante contratos, cláusulas, etc. Él mismo no se definía como pintor, sino como ingeniero y arquitecto, incluso como escultor…. Leonardo que era homosexual, sufrió persecución por este hecho y estuvo a punto de enfrentarse a la Inquisición…»

4 Frase atribuida a Leonardo da Vinci: http://www.elrelojdesol.com/leonardo-da-vinci/citas/la-vida-01.htm

5 http://servicios.lasprovincias.es/valencia/pg060421/prensa/noticias/CValenciana/200604/21/VAL-CVA-125.html

6 El código Da Vinci divide a jerarcas católicos: http://www.jornada.unam.mx/2006/05/12/a09n1esp.php

7 http://www.danbrown.com/

8 Ted Grant y Alan Woods: http://www.engels.org/libros/razon/raz_4_17.htm

9 Ted Grant y Alan Woods http://www.engels.org/libros/razon/raz_1_2.htm

10 Frase atribuida a Leonardo da Vinci: http://www.elrelojdesol.com/leonardo-da-vinci/citas/la-vida-04.htm

11 http://venezuela.elmilitante.org/index.asp?id=muestra&id_art=2471

12 http://www.elcodigodavinci.com/

13 Frase atribuida a Leonardo da Vinci: http://www.frasedehoy.com/call.php?file=autor_mostrar&autor_id=609