Soy negado para los votos. Cuando mucho, garantizo el mío. No suelo subir a una plataforma o grabar dibujos. Prefiero ser adalid electoral de propuestas, como la reforma agraria, que de personas. Aun así, la celebración de elecciones me permite estar en cercanía de los candidatos. En general, son amigos cuya trayectoria política acompaño. Si […]
Soy negado para los votos. Cuando mucho, garantizo el mío. No suelo subir a una plataforma o grabar dibujos. Prefiero ser adalid electoral de propuestas, como la reforma agraria, que de personas. Aun así, la celebración de elecciones me permite estar en cercanía de los candidatos. En general, son amigos cuya trayectoria política acompaño.
Si doy apoyo a un candidato ello se vuelve público, obviamente. Este año, si algún candidato a diputado federal me busca, tendrá que firmar una lista de compromiso, el cual podré divulgar. En caso contrario, no hay ningún trato.
Si cada elector exigiese por escrito compromisos a sus candidatos, quizás después no quedase esa sensación de que fue engañado, escarnecido, usado como mero peldaño de una escalera edificada sobre ambiciones personales.
Éste es el esquema de compromisos que propongo:
1) Actuar con rigor ético, no aceptar recursos de una doble caja, publicar en Internet la contabilidad de la campaña e informar de ello a la Justicia Electoral. Y si es elegido, publicar entradas y gastos de su actividad parlamentaria.
2) No ahorrar esfuerzos para impedir que mi partido firme acuerdos turbios y alianzas contrarias a sus principios, e investigue todas las sospechas de corrupción, nepotismo y falta de decoro, castigando a los culpables.
3) Luchar por la reforma política que privilegie el financiamiento público de las campañas, penalice la caja doble y admita la revocabilidad de los mandatos por medio de la acción popular. Combatir el voto secreto en las sesiones parlamentarias y hacer siempre público su voto.
4) Apoyar a los movimientos empeñados en la reforma agraria, en la educación política de nuestra población, en la erradicación del trabajo esclavo y del trabajo infantil, en el combate al latifundio, a la explotación sexual de niños y a todas las formas de discriminación, así como en la defensa del medio ambiente y de un desarrollo sustentable.
5) Empeñarse en pro de una política económica que impida la privatización del patrimonio público, reduzca los intereses, priorice el capital productivo y favorezca, en primer lugar, el acceso al trabajo y al salario, el mercado interno, la agricultura familiar, las pequeñas y medianas empresas, de modo que se reduzca el desempleo y la desigualdad social.
6) Defender el superavit primario en nivel inferior al 3% del PIB y el aumento de las inversiones de la Unión en educación y en salud hasta el 8% del PIB por lo menos.
7) Promover la reforma tributaria que adopte el impuesto progresivo (cuanto más ingreso más pago); el aumento de la parte correspondiente por los artículos de lujo y la exoneración de los productos de la canasta básica.
8) Aumentar el salario mínimo por encima de la inflación e impedir que se vea desvinculado de los beneficios de la Seguridad Social.
9) Combatir las causas de la violencia urbana, como el desempleo, la desescolarización de niños y jóvenes, la falta de viviendas, el tráfico de drogas y la corrupción policial, la «cultura» mediática que hace apología del crimen.
10) Defender la inmediata reforma del sistema judicial, de modo que se agilicen los procesos, poner fin a los foros privilegiados, acabar con la impunidad de los crímenes de cuello blanco y federalizar las violaciones a los derechos humanos.
Habría otros muchos asuntos importantes, pero eso queda por cuenta de la conciencia del elector, de lo que él juzgue imprescindible para el perfeccionamiento de nuestras instituciones democráticas. Al actuar así estará dejando de ser sólo amigo o correligionario del candidato para sumir la postura que más interesa: la de ciudadano.
Cuando se trata de la cosa pública no debiera existir acuerdo privado, pues en caso contrario el elector corre el serio peligro de ver a su candidato hacer en la vida pública lo que hace en la privada.
Los políticos son como los frijoles: sólo funcionan en la olla de presión. Es derecho y deber del elector cobrarle a su candidato. Todos los derechos de ciudadanía son producto de conquistas, nunca de la benevolencia del poder público. Por eso el voto no es un homenaje, es delegación, y quien recibe tiene el deber de rendir cuentas. (Traducción J.L.Burguet)
– Frei Betto es escritor, autor de «Trece cuentos diabólicos y uno angelical», entre otros libros.
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