El pasado 17 de mayo se celebraron dos megaconciertos simultáneos en México DF y en Buenos Aires para «concientizar» a la gente sobre la importancia de luchar contra la pobreza infantil en América Latina. Según leo en La Jornada, la «concientización» consistió básicamente en unos videos que se transmitieron entre cada participación con mensajes del […]
El pasado 17 de mayo se celebraron dos megaconciertos simultáneos en México DF y en Buenos Aires para «concientizar» a la gente sobre la importancia de luchar contra la pobreza infantil en América Latina.
Según leo en La Jornada, la «concientización» consistió básicamente en unos videos que se transmitieron entre cada participación con mensajes del tipo: «¿Qué pasaría si los niños de Latinoamérica hicieran un paro? O sea, que pararan de nacer. Hartos (de la situación de pobreza). Al convertirse en recurso escaso (nos daríamos cuenta de su valor) y haríamos cualquier cosa por tenerlos».
Se trata de una iniciativa de la Fundación ALAS (América Latina en Acción Solidaria) que recuerda en su página web que 32 de 54 millones de niños latinoamericanos de cinco años de edad o menos viven en la pobreza. Aunque con su sede social en el paraíso fiscal de Panamá no creo que aporte mucho en impuestos para proyectos sociales públicos, tiene su propia solución para terminar con la pobreza: «mejorar las vidas de treinta y dos millones de niños latinoamericanos afligidos por la pobreza requerirá de programas integrados de educación, nutrición y salud caracterizados por el Desarrollo Infantil Temprano (DIT). ALAS fue creada por los principales artistas, figuras intelectuales y líderes empresariales de América Latina para lanzar un nuevo movimiento que genere un compromiso colectivo con el DIT al instar la acción del gobierno y de los sectores público y privado al tiempo que se asocian con organizaciones innovadoras para crear soluciones sustentables. Al crear sociedades público-privadas para trabajar al unísono se logrará el éxito de largo plazo».
Suena muy tierno, pero ¿quiénes son esos filántropos que están detrás de ALAS? Por ejemplo Carlos Slim, el segundo hombre más rico del mundo con 59.000 millones de dólares, 7 por ciento del PIB de México. También está Emilio Azcárraga, presidente de Televisa, uno de los empresarios más ricos e influyentes de América Latina con una fortuna estimada en 1.700 millones de dólares según la revista Forbes y Alejandro Soberón Kuri, fundador y Director General de Corporación Interamericana de Entretenimiento (CIE), la empresa líder en América Latina en producción de entretenimiento en vivo y compañía fundadora de Alta Vista Films y su división distribuidora, NuVision. Tiene inversiones también en empresas de juego y apuestas. Otra de las impulsoras es la cantante Shakira, cuya fortuna es de 66 millones de dólares. En el acto también estuvo presente Arturo Elías Ayub, director de Alianzas Estratégicas, Comunicación y Relaciones Institucionales de Telmex y director general de la Fundación Telmex.
Entre los músicos que cantaron en México se encuentran Ricky Martin, Miguel Bosé y David Bisbal, mientras que en Buenos Aires escucharon a Shakira, Alejandro Sanz y Paulina Rubio, entre otros. El acto consistía simplemente en un concierto gratuito por lo que no comprendo en qué pudo mejorar la situación de los 32 millones de niños pobres.
Y como si un concierto gratis contra la pobreza de los niños no fuera populismo hueco, Shakira entra al trapo de un periodista español cuando le pregunta «¿Entonces, ALAS es también un freno al populismo?» -en clara referencia a las políticas de izquierda que pretenden desautorizar con ese término-. «Si claro», dijo la barranquillera al periódico. De forma que ya tuvieron bastante para titular: ‘ALAS es un freno a los populismos en América Latina’.
Quizás una iniciativa muy concreta y poco populista puede ser meter en la cárcel a los directivos de las multinacionales que, según ha denunciado la organización Christian Aid, evaden cada año 50.000 millones de dólares de impuestos en América Latina con los que «cada día se podría salvar la vida de 300 niños menores de cinco años».
No deja de ser insultante que esos empresarios y músicos multimillonarios quieran concienciar a los latinoamericanos sobre la pobreza infantil mediante el método de invitarles a un concierto. Un poquito de sentido común serviría para llegar a la conclusión de que si 32 millones de niños son pobres es porque alguien tiene fortunas de 59.000 millones de dólares. Esa es la primera «concientización» que se necesita tener. La siguiente acción es todavía más sencilla de deducir.