Antes de mi conferencia en la Casa Lamm el lunes pasado, inscrita en el tema «La ultraderecha en México hoy», y dado que yo habría de referirme a la ultraderecha en el mundo que por fuerza tenía que tocar los resultados de las votaciones en Francia y en Holanda sobre la Constitución Europea, quise hacer […]
Antes de mi conferencia en la Casa Lamm el lunes pasado, inscrita en el tema «La ultraderecha en México hoy», y dado que yo habría de referirme a la ultraderecha en el mundo que por fuerza tenía que tocar los resultados de las votaciones en Francia y en Holanda sobre la Constitución Europea, quise hacer un ejercicio con el público que me pareció interesante.
Ese ejercicio consistió en preguntar si lo que leería a continuación reflejaba una posición de izquierda o de derecha. El texto que leí para ese ejercicio fue el siguiente:
«Salvaguardar el Estado-nación, necesidad de un proteccionismo razonado para luchar contra un capitalismo apátrida que destruye los empleos y la dignidad de los trabajadores franceses y amenaza los muros enteros de nuestra economía, rechazar a la tecnocracia de Bruselas, voluntad de emanciparse de una construcción europea avasallada por Washington -no es por nada que George W. Bush se haya pronunciado a favor del SÍ.»
En cuanto terminé de leer el texto citado, la gente -en clara mayoría- gritó que era de izquierda. Ya suponía que esa iba a ser la respuesta, por eso la importancia del ejercicio, pero luego me permití darles la fuente del texto: era una declaración del ultraderechista y neofascista Frente Nacional (de Francia), dirigido por Jean-Marie Le Pen, llamando a votar por el NO. Hubo contrariedad entre el público.
La lección del ejercicio fue, para mí, que sobre la Unión Europea (UE) hay ciertas coincidencias entre la ultraderecha y algunas izquierdas, como las hubo, por ejemplo, en Seattle cuando los neonazis de Alianza Nacional (de Estados Unidos) marcharon juntos con los altermundistas en contra del neoliberalismo.
Mi amigo James Petras escribió en su artículo «Referendos en Europa: la izquierda contrataca» (La Jornada, 6/06/05), que «El Frente Nacional, de extrema derecha, fue factor (que influyó en el NO), pero sólo en la medida en que apeló al mismo descontento de la izquierda». Esto es inexacto, si no wishful thinking. La ultraderecha europea es ultranacionalista y se ha pronunciado desde hace tiempo en contra de la Unión Europea y en defensa de los capitalistas nacionales, así como también en contra de la globalización neoliberal. Al igual que la izquierda, culpa -con razón- al neoliberalismo y al poder de las corporaciones trasnacionales de no fomentar el empleo, sino todo lo contrario, y de afectar, por la concentración de capital, a los empresarios pequeños y medianos. Fue con este discurso, en lo fundamental, además de su rechazo a los inmigrantes, que el Frente Nacional obtuvo el 16.9 por ciento en la primera vuelta de las elecciones presidenciales en Francia el 21 de abril de 2002, cuando la extrema izquierda (Liga Comunista Revolucionaria y Lucha Obrera), en conjunto, alcanzaba 9.9 por ciento. Conviene recordar que el partido de Chirac, en esa primera vuelta, logró el 19.9 por ciento. Asimismo, no es buena idea olvidar que en las elecciones legislativas del país galo (junio de 2002), los mismos partidos de extrema izquierda citados obtuvieron 1.3 y 1.2 por ciento de la votación, respectivamente, en tanto que el Frente Nacional se apuntó a su favor 11.3 por ciento.
¿Será cierto que el Frente Nacional ha apelado al mismo descontento de la izquierda? Si fuera así, su votación estaría por debajo de la alcanzada por la izquierda, que no es el caso, ni siquiera sumando el porcentaje de votos del Partido Comunista Francés, que obtuvo 4.8 en las elecciones legislativas mencionadas y 3.4 en la primera vuelta de los comicios presidenciales.
La diferencia sustancial entre la izquierda radical (pues el Partido Socialista, como tal, no es contrario a la UE) y la ultraderecha, al margen de la defensa de la economía nacional, es que la ultraderecha dice defender a los trabajadores franceses en contra de los inmigrantes (al igual que a los trabajadores nacionales en otros países), en tanto que la izquierda, en general, dice defender a los trabajadores, sean nacionales o inmigrantes.
¿Y cuáles fueron los puntos principales que argumentaban los holandeses contrarios a la Constitución europea? Que Holanda, país pequeño, perdería parte de su identidad nacional. Esto es, la defensa del nacionalismo y, también, el rechazo al euro porque éste ha encarecido, como en todo el continente, los productos de consumo necesario para los trabajadores y las clases medias bajas. En Holanda, dicho sea de paso, el NO puso en las mismas filas a amplios sectores de derecha, de centro, de izquierda alternativa y de izquierda radical, a pesar de que, como en Francia, tienen diferencias distinguibles.
Los que nos consideramos de izquierda podemos cometer muchos errores, menos uno: desestimar los avances de la ultraderecha que, por ahora, tiene diferencias con la derecha, sobre todo en Europa, pero mañana pueden aliarse como ya lo han hecho en el pasado. La ultraderecha en México, aliada en cierta forma con la derecha, ha venido ganando terreno, tanto en el Partido Acción Nacional como en el gobierno de la República, y éste no es un dato secundario, no debiera serlo.