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Construir una estrategia ganadora para las fuerzas progresistas

Fuentes: Rebelión

Los avances de una década y la patología de una izquierda separada de la realidad Negar los cambios importantes ocurridos en el Ecuador en la última década (desarrollo de infraestructuras viales y de servicios públicos básicos, especialmente salud y educación, mejoramiento de los servicios públicos, disminución de la violencia social, mejor distribución del ingreso y […]


Los avances de una década y la patología de una izquierda separada de la realidad

Negar los cambios importantes ocurridos en el Ecuador en la última década (desarrollo de infraestructuras viales y de servicios públicos básicos, especialmente salud y educación, mejoramiento de los servicios públicos, disminución de la violencia social, mejor distribución del ingreso y reducción de la pobreza y pobreza extrema, cambio de la matriz energética, posicionamiento internacional del país y un largo etcétera al que se suma un cambio más relevante por su irreversibilidad: el cambio en la mentalidad de los ecuatorianos y en su autoestima, que permiten pensar en un país totalmente diferente al de 2007), resulta no solamente contraproducente para las fuerzas de izquierda y progresistas, sino además patológico. Y es contraproducente porque sencillamente esa negación de la realidad ha conducido entre otros efectos al aislamiento de esa izquierda, puesto que la gente común no entiende cómo cambios tan relevantes que han permitido a millones de ecuatorianos mejorar sustancialmente sus condiciones de vida, pueden ser tachados de irrelevantes por aquellos que, por sus principios políticos, se supone abogan para que se produzcan este tipo de cambios en la sociedad.

En este sentido se percibe en la izquierda ecuatoriana una doble alienación al encarar las elecciones de febrero – abril de 2017: como, por una parte, un anclaje en el pasado, que relaciona de manera mecánica y sin beneficio de inventario, al candidato Lenin Moreno y al presidente Rafael correa y de otra parte, un anclaje en el futuro que hace que la utopía que se propone desde diferentes orillas (ambientalismo, feminismo, movimiento indígena), se anteponga al análisis concreto de la realidad ecuatoriana a fin de establecer una estrategia de poder que favorezca a las fuerzas progresistas.

El primer error (el anclaje en el pasado), no permite a la izquierda hacer propuestas audaces orientadas a un acercamiento necesario con Lenin Moreno para acompañarlo en los cambios que propone para el país. esta estrategia de acercamiento permitiría a la izquierda incidir en el tablero político al interno de la agrupación de gobierno y en el conjunto de la sociedad, generando un paulatino cambio en la correlación de fuerzas favorable a la izquierda y a la recomposición del espectro de fuerzas políticas y sociales que acompañaron en el inicio al proceso de «Revolución Ciudadana».

Lo que esta izquierda no entiende, es que una vez que Rafael Correa desaparezca del espectro político ecuatoriano, las cosas volverán de manera paulatina a su cauce normal y las fuerzas que siempre han tenido una posición favorable a los cambios progresistas se realinearán en contra de las fuerzas del capital. Las diferencias que ahora separan a la izquierda tenderán a desaparecer en la medida en que han sido provocadas en buena medida por la presencia del liderazgo fuerte y poco dispuesto al diálogo, rasgo característico del estilo del Presidente Correa, el cual provocó no pocos alejamientos de fuerzas que en un inicio fueron aliados del gobierno. de Alianza País.

La pregunta de fondo es cuánto tiempo puede tardarse la necesaria recomposición de las fuerzas progresistas y las condiciones en que ese proceso se dará. Al respecto el análisis de la realidad concreta permite prever dos escenarios básicos:

1. En el contexto de un gobierno de derecha neoliberal, presidido por un banquero del Opus Dei, (Guillermo Lasso), curiosamente apoyado por unas fuerzas de «izquierda» extraviadas, que han perdido todo sentido de realidad y que, incapaces de imaginar los escenarios políticos del post-correísmo, se verán obligadas a abandonar a su «aliado» actual tan pronto este pise Carondelet y adopte las primeras medidas draconianas en contra de los sectores populares. En este momento se verá claro que este extravío de la izquierda tiene el carácter de traición a sus principios, pues esta «izquierda» habrá aupado al poder a un enemigo de los sectores populares. En este escenario, el primer reencuentro de las fuerzas progresistas será sin duda en las calles, en la pelea por los derechos de los oprimidos, para luego como siempre re-conocernos y llegar a acuerdos de otro nivel Pero para este momento, habrá desperdiciado la oportunidad histórica de profundizar los cambios que han tenido lugar en el país en la última década y de mantener vivo el proceso de cambios en el Ecuador e impulsar los cambios progresistas en América Latina. Ese es el tamaño de la traición a la que están avocadas al momento algunas fuerzas de izquierda y la responsabilidad histórica que tenemos los ecuatorianos en la actual coyuntura electoral.

2. El otro escenario es un acercamiento lo más acelerado posible en el tiempo que resta para el balotaje electoral del 2 de abril de 2017, generando acuerdos concretos entre la candidatura de Alianza País y las fuerzas de izquierda que apoyaron en primera vuelta al general Paco Moncayo. En este escenario, la izquierda habrá actuado demostrando que tiene conciencia del momento histórico que atraviesa el país y sobreponiéndose a las diferencias que surgieron en una coyuntura política específica que está prácticamente superada. Esa conducta demostraría además la madurez de una izquierda que está cercana a cumplir un siglo de lucha por los derechos de los trabajadores y de los oprimidos.

 

La Revolución Ciudadana (RC) en juego: hacia una estrategia ganadora desde AP

Queda claro entonces, que lo que se juega en las elecciones del 2 de abril en el Ecuador, es la continuidad o no del denominado proceso de «revolución ciudadana», y con él, se juega a la vez en parte la continuidad y profundización del denominado «ciclo progresista» en América Latina.

El camino para Alianza País y Lenin Moreno para ganar a Guillermo Lasso -representante de la banca, corresponsable del feriado bancario y partidario del neoliberalismo más rapaz- se presenta complejo.

Como se manifestó más arriba, el desarrollo de una estrategia ganadora depende en buena medida de la visión política de los actores del proceso político y de su capacidad para desarrollar una estrategia ganadora. Pero, ¿en qué consiste esa estrategia ganadora desde la candidatura de Lenin Moreno?

Con una votación cercana al 40%, para llegar a Carondelet, la tarea consiste en asegurar que por lo menos un 11% adicional del electorado se sume a la votación del candidato de AP. No obstante, la votación por los demás candidatos (el 60% restante de votos válidos de la primera vuelta), se puede leer sin mucho margen de error como un voto de protesta en contra del gobierno saliente. Esta realidad hace pensar que el electorado que no votó a favor de Alianza País en la primera vuelta, no lo haría en la segunda vuelta a menos que existan factores objetivos que permitan observar de manera clara un cambio de rumbo respecto de algunos aspectos de las políticas desarrolladas en los diez años de RC.

La disyuntiva, entonces, es clara: si bien es patológico, no reconocer los avances de 10 años de RC, como quedó sentado más arriba, resultaría un suicidio político, de su parte, el no ser capaces de reconocer los errores cometidos en esos años y el no enviar a la sociedad un mensaje claro en el sentido de que se tiene la voluntad política de corregir esos errores. En este contexto surgen dos preguntas claves: ¿en qué aspectos se deberían corregir las políticas desarrolladas por AP el nuevo gobierno? Y, ¿qué parte del electorado es susceptible de recuperar a favor de AP?

Los cambios necesarios

Uno de los déficits más importantes del denominado proceso de la «revolución ciudadana», ha sido la escasa participación efectiva que se ha permitido a organizaciones sociales y partidos políticos inicialmente «afines» a los objetivos del gobierno, en la toma de decisiones y en la orientación general de la política. Es este aspecto el presidente saliente aclaró en repetidas oportunidades que para él la democracia nace y termina en los procesos electorales. Frases como: «si quieren gobernar que ganen las elecciones«, fueron un mensaje recurrente del primer mandatario respecto de aquellos que se atrevían a cuestionar tal o cual orientación de la política pública del régimen.

Otra de las críticas recurrentes se relaciona con la judicialización de la protesta social y la acusación demasiado fácil y frecuente de «terrorismo y sabotaje», con el que se acusó a quienes se atrevieron en su momento a elevar su voz de protesta en contra de las políticas del régimen. Como han señalado en repetidas ocasiones analistas políticos, la acusación de terrorismo y sabotaje es desproporcionada en el contexto de un país como el Ecuador, en el que no existen grupos alzados en armas que cuestionen el status quo. Cabe indicar que más de un dirigente social o indígena ha sido condenado a dos años de prisión o más bajo estas acusaciones, según las denuncias realizadas por los organismos defensores de derechos humanos. Esta conducta desde AP ha provocado (a mi juicio con razón), el alejamiento del gobierno de AP de las fuerzas progresistas y el candidato de Alianza país debería anunciar que revisará los casos en que se han producido este tipo de procesos a fin de amnistiar a los luchadores sociales injustamente encarcelados.

A estos dos elementos, se suman cuestionamientos que podríamos considerar como «menores», relacionados, por ejemplo, con el trato que el Presidente saliente ha dado a quienes ha clasificado como «enemigos de la RC»: ponchos dorados (refiriéndose a los dirigentes indígenas), izquierda infantil (oposición de izquierda), ecologistas infantiles (movimientos ambientalistas), intelectuales con la panza llena, pachamamistas, expresiones despectivas con la que se designaba a otros grupos opositores, entre un sinnúmero de adjetivos utilizados para denigrar (en la concepción del presidente), a los diferentes grupos de oposición. Este gusto por la adjetivación y etiquetamiento fáciles de los opositores, se combinó con una incapacidad institucional e institucionalizada para el diálogo con la oposición, sea del signo que sea. El candidato Lenin Moreno podría dar señales en el sentido de que esa política ha llegado a su fin, con un llamado al diálogo a las fuerzas progresistas y de izquierda que apoyaron el proceso de la RC en sus inicios y que se han alejado de este proceso en los 10 años transcurridos desde el inicio de este proceso.

El electorado que se puede recuperar para la RC.

El análisis de los resultados electorales del 19 de febrero, evidencia que Pachakutic ha recuperado un importante caudal de votación en las provincias de la Sierra Centro del país, provincias en las que perdió en primera vuelta Lenin Moreno y que en su momento fueron bastiones de la RC. Los resultados alcanzados con número de votos por provincia se indican en el siguiente cuadro:

Cuadro 1: ECUADOR, RESULTADOS DE LAS ELECCIONES, 19 DE FEBRERO DE 2017

VOTACIÓN OBTENIDA POR PACHAKUTIC EN PRIMERA VUELTA

(ELECCIONES DE ASAMBLEISTAS NACIONALES O PROVINCIALES)

Provincia

Total

votos válidos

Votos alcanzados

% de votación

Provincial

Nacional

COTOPAXI

308.588

37.460

12.14%

0,36%

CHIMBORAZO*

330.629

84.211

25,47%

0,80%

BOLÍVAR

139.046

18.854

13,56%

0,18%

IMBABURA

302.922

23.749

7,84%

0,23%

LOJA

310.955

38.123

12,26

0,36%

PICHINCHA**

1.879.780

53.386

2.84%

0,51%

AZUAY**

492.387

10.192

2.07%

0,10%

CARCHI**

122.508

3.161

2.58%

0,03%

CAÑAR**

150.109

15.401

10.26%

0,15%

TUNGURAHUA**

375.800

17.625

4.69%

0,17%

Total provincias de la Sierra

4.412.724

302.162

6.85%

2,89%

*En Chimborazo Pachakutic participó en unidad con Alianza País.

**En estas provincias se toman los resultados para asambleístas nacionales (Pachakutic no presentó candidaturas a asambleístas provinciales en estas provincias).

Por consiguiente una alianza con este sector mejoraría sustancialmente las posibilidades de elección del candidato oficial. Un acercamiento de esta naturaleza además tendría un importante contenido simbólico, al re-proyectar hacia la sociedad una imagen de continuidad del proyecto inicial de transformaciones sociales acompañadas por los movimientos sociales más relevantes del país, como sin duda lo sigue siendo el movimiento indígena.

A manera de conclusión

Es urgente que la izquierda en el Ecuador despierte a la realidad y complejidad del escenario político presente, lo analice con serenidad, identifique lo que está juego y formule una estrategia adecuada a esa realidad que garantice el éxito y continuidad del proceso iniciado con la RC. Esa estrategia implica un proceso de acercamientos mutuos entre las fuerzas de izquierda y progresistas antes de las elecciones de abril, con la suscripción de acuerdos públicos que entreguen el mensaje a la sociedad en el sentido de que la RC aún tiene aliento y vida para rato. Esos acuerdos implican la revisión de procesos en los que luchadores sociales fueron acusados de manera desproporcionada de terrorismo y sabotaje y enviados a prisión, así como acuerdos programáticos que profundicen los cambios y sin duda el compromiso de las fuerzas de izquierda de corregir desafortunados pronunciamientos en favor del candidato banquero.

De darse estos acercamientos, lo más probable es que queden temas pendientes en los que no se alcancen acuerdos, pero aquellos acuerdos que se alcancen tendrán una relevancia más allá de sí mismos al viabilizar y refrendar lo mejor del proceso de cambios que ha vivido el país en los últimos 10 años

Por la unidad de la izquierda y la continuidad de los cambios en favor de los sectores sociales oprimidos.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.