En octubre tendremos elecciones municipales. A través de nuestro voto y de nuestros impuestos vamos a dar empleo y poder a quien, en nuestro nombre, va a administrar el municipio. Muchos electores votan sin conocer a los candidatos a concejales y a alcalde, presionados por los medios de comunicación, por la propaganda electoral, por familiares […]
En octubre tendremos elecciones municipales. A través de nuestro voto y de nuestros impuestos vamos a dar empleo y poder a quien, en nuestro nombre, va a administrar el municipio. Muchos electores votan sin conocer a los candidatos a concejales y a alcalde, presionados por los medios de comunicación, por la propaganda electoral, por familiares y amigos, y hasta chantajeados por activistas electorales.
La democracia brasileña, sin embargo, ha madurado, a pesar de los políticos que conciertan alianzas sin ninguna propuesta programática, sólo centrados en una obsesión: mantenerse en el poder.
No siempre recordamos el nombre del candidato a concejal que votamos en las elecciones anteriores. Ahora se fortalece en todo Brasil el movimiento para negar el voto a quien se le ha abierto expediente judicial. Al menos el elector tiene el derecho de saber si su candidato tiene currículo, expediente, ficha policial o sentencia condenatoria.
En una democracia participativa los concejales debieran representar la voluntad de los electores. ¿Cuántas veces su concejal le llamó para pedirle su opinión? Normalmente la mayoría de los concejales acaban representando intereses corporativos, como el de las empresas de transporte público o de la especulación inmobiliaria. Y no son raros los que, captados por el ejecutivo municipal, hacen lo contrario, durante el ejercicio de su mandato, de todo cuanto prometieron en la campaña electoral.
Ahora se da algo nuevo, no en el reino de Dinamarca, sino en la democracia brasileña: el control del poder público municipal por la sociedad civil. En vísperas de la elección de nuevos alcaldes, la iniciativa merece ser reproducida en todo el Brasil. Se trata del Movimiento Nuestra São Paulo.
Sin carácter partidario, congrega a casi 450 movimientos sociales e instituciones interesadas en mejorar la calidad de vida de la mayor metrópoli brasileña y de reducir el abismo entre el gobierno municipal y la población, fortaleciendo la democracia participativa.
El Movimiento Nuestra São Paulo nació hace unos dos años. Creó grupos de trabajo para estudiar cómo se podía volver más habitable la ciudad, y más eficiente la administración. En febrero de este año consiguió introducir una enmienda a la Ley Orgánica, que obliga al próximo alcalde a presentar, 90 días después de su toma de posesión, un programa detallado de las metas, basado en indicadores para cada área de la administración municipal y por cada una de las 31 vicealcaldías y de los 96 distritos de São Paulo.
Al establecer metas, el poder ejecutivo contribuye a un mayor control de los gastos públicos, o sea, al modo de administrar y gastar el dinero del pueblo confiado a él a través de los impuestos.
En mayo el Movimiento promovió el 1º Foro Nuestra São Paulo -Propuestas para una Ciudad Justa y Sustentable-, en el que participé junto a 750 representantes de la sociedad civil. Allí fueron analizados los principales desafíos sociales, económicos, políticos, ambientales y urbanos de la capital bandeirante, sugeridos por la sociedad civil y por los grupos de trabajo del Movimiento.
Ahora, el próximo 21 de julio, serán entregados a los candidatos a la alcaldía de la capital paulista las 1.500 propuestas de movimientos sociales, universidades, empresas y ciudadanos interesados en construir una ciudad justa y sustentable. En dicha ocasión cada candidato podrá hacer uso de la palabra durante diez minutos. Se espera que incorporen las propuestas a sus programas electorales y de gobierno.
Iniciativas como ésta contribuyen a mejorar el nivel de nuestros representantes políticos. Ética no es sólo rechazar la corrupción y no aprovecharse del cargo para obtener ventajas personales, familiares y corporativas. Es también coherencia de principios, servicio al bien común, respeto a la voluntad y a las aspiraciones de los ciudadanos.
Quiera Dios -y los electores- que esa moda tenga éxito. Así estaremos elevando el nivel de la democracia brasileña, haciéndola verdaderamente participativa. (Traducción de J.L.Burguet)
– Frei Betto es escritor, autor de «La mosca azul. Reflexión sobre el poder», entre otros libros.
Más información: http://alainet.org