Presión internacional a favor de un nuevo tratado vinculante
Una doble dinámica se vivirá entre el 23 y el 27 de octubre en Ginebra. Mientras en las salas del Palacio de Naciones Unidas los representantes de los Estados debatirán sobre un nuevo Tratado Vinculante sobre Empresas Trasnacionales y Derechos Humanos, enfrente, en la Plaza de las Naciones, y en distintos lugares de la ciudad, se reforzará la presión ciudadana .
Centenas de militantes de movimientos sociales y ONG de diversas regiones del mundo, así como sus pares suizos, han confirmado su presencia ante la convocatoria lanzada por la Campaña Global para Reivindicar la Soberanía de los Pueblos. Coalición integrada por más de 200 organizaciones del mundo entero, incluidas comunidades directamente afectadas por las actividades de las trasnacionales.
Las trasnacionales, violadoras consuetudinarias
Los convocantes consideran esta semana de octubre como una coyuntura crucial. Será una nueva etapa de una movilización que comenzó ya en 2014 y que exige un Tratado que «imponga obligaciones internacionales para Estados y empresas que garanticen el acceso a la justicia a las comunidades, colectivos y personas afectadas de violaciones de sus derechos humanos por empresas transnacionales», tal como lo enfatiza el Llamado de Ginebra.
Dicho Tratado podría convertirse en «uno de los pequeños frenos que los pueblos podemos imponerle a la impunidad de las transnacionales», subrayan. El imperio de la desregulación salvaje que la globalización neoliberal impuso en los últimos 30 años al mundo, dejó a las personas y comunidades desprotegidas y disminuyó – casi a cero en muchos lugares – sus derechos más elementales», diagnostica la Campaña Global. Quien denuncia «la poderosa arquitectura de la impunidad para blindar las operaciones de los inversionistas (Tratados de Libre Comercio, de protección de inversiones, mecanismos de resolución de controversias inversionista-Estado, entre otros).»
Voces del Sur exigen justicia internacional
«Participamos en la convocatoria de Ginebra en tanto Vía Campesina. Para el MST de Brasil (Movimiento de Trabajadores Rurales sin Tierra) están en juego varios temas esenciales: la situación ambiental, la apropiación de la tierra y los territorios y los derechos humanos esenciales», enfatiza Judite Santos*, una de las responsables del sector de la solidaridad internacional en dicha organización brasilera.
Es esencial «poner límites a la acción prepotente de las trasnacionales», insiste la joven militante que participa de la convocatoria de Ginebra invitada por E-CHANGER, ONG suiza de cooperación solidaria.
Santos recuerda que, justamente, el 21 de octubre se cumplen diez años del asesinato del militante de su organización Valmir Mota de Oliveira «Keno», en las cercanías del Parque Nacional Iguazú, por parte de un grupo de seguridad privada de la trasnacional suiza Syngenta condenada luego por la justicia brasilera. Cuando se habla de limitar el accionar empresarial, para el MST se trata de «una reivindicación esencial ante el embate, por parte del poder político y económico, que busca cotidianamente criminalizarnos y deslegitimizarnos en tanto actores sociales de primer plano».
Y en su análisis, la joven dirigente sin tierra, enfatiza el «choque de dos modelos de sociedad tanto en Brasil como a nivel mundial». El dominante, está «totalmente alineado con el agronegocio que implica acaparamiento de tierras por parte de las multinacionales, experimentos con semillas genéticamente modificadas y que implica un masivo consumo de agro tóxicos (promovidos por las multinacionales). Cada brasilero consume en sus alimentos 5 litros de pesticidas por año», denuncia Judite Santos.
Para su colega Renata Moreno*, de la Coordinación Nacional de la Marcha Mundial de Mujeres de Brasil, lo que se vive a nivel local y estadual en su país y lo que se experimenta en el plano internacional es bastante semejante. «Se trata una captura corporativa tanto de las instituciones de la ONU como del Estado brasilero por parte del gran poder financiero. Capturan y manipulan lo que debería ser la verdadera democracia», subraya. Y por eso «es esencial no solo denunciar sino también limitar el accionar de las corporaciones», agrega. Para la MMF, en específico, se trata de subrayar las violaciones contra las mujeres en todas las cadenas productivas de las que son responsables las trasnacionales. Y recuerda la catástrofe del derrumbe del edificio de Rana Plaza, en la capital de Bangladesh, el 24 de abril de 2013, con la muerte de más de 1.100 personas -en su mayoría mujeres-, trabajadoras textiles en condiciones sociales deplorables que producían vestimenta para cadenas internacionales, entre las cuales la española Mango, la inglesa Primark, la italiana Benetton etc. «Desde entonces, para la Marcha Mundial de Mujeres, el 24 de abril se ha convertido en una jornada internacional de lucha para hacer visible la situación de explotación de las mujeres», concluye.
La Campaña no se queda solo en la denuncia. Llega a Ginebra con propuestas concretas. Y como lo señalan sus principales portavoces, pretende seguir presionando para evitar que se descarrile el proceso de discusión del Tratado Vinculante. Con la certeza que el derecho internacional relativo a los Derechos Humanos podría experimentar importantes cambios tras este próximo periodo de sesiones del Grupo de Trabajo Intergubernamental de Composición Abierta (OEIGWG) sobre las empresas trasnacionales y otras empresas comerciales en materia de derechos humanos.
Judite Santos, del MST de Brasil y Renata Moreno, de la Marcha Mundial de Mujeres de Brasil, son apoyadas desde Suiza por E-CHANGER (Intercambiar), ONG de cooperación solidaria Norte-Sur-Norte activamente presente en la movilización de Ginebra y desde el origen en los espacios del Foro Social Mundial. (Foto Sergio Ferrari).
Información completa sobre la semana de movilización: https://www.
Sergio Ferrari desde la ONU, Ginebra, Suiza.
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