«O cambiamos el país ahora o no lo cambiamos nunca», por lo que se impone «convertir en irreversible el cambio en las relaciones de poder en función del ser humano y de las grandes mayorías», y en esta perspectiva «construiremos la patria chica -Ecuador- y la patria grande -América Latina-, una nueva patria para dejar […]
«O cambiamos el país ahora o no lo cambiamos nunca», por lo que se impone «convertir en irreversible el cambio en las relaciones de poder en función del ser humano y de las grandes mayorías», y en esta perspectiva «construiremos la patria chica -Ecuador- y la patria grande -América Latina-, una nueva patria para dejar a los hijos de nuestros hijos». Estas palabras hacen parte del agradecimiento de Rafael Correa al pueblo ecuatoriano que el domingo 17 de febrero le ratificó en las urnas su confianza de manera contundente: 57.78% de los votos validos, mientras su inmediato seguidor, el banquero Guillermo Lasso, apenas alcanza el 22.26%. Al tiempo que se confirma que la tienda oficialista contará con una mayoría calificada en la Asamblea Nacional.
Entre los logros indiscutibles del presidente Correa en sus seis años de mandato destaca su decisión por recuperar la soberanía nacional, que se expresa en el finiquito de la base norteamericana en Manta, la reversión del reparto de utilidades con las petroleras (ahora, 80% para el Estado y 20% para éstas), reducción del valor de trechos de la deuda externa, el distanciamiento de los organismos financieros internacionales, por decir algo. Por lo mismo, coloca en su agenda de prioridades la integración latinoamericana. Tan es así que, asumiendo a fondo la presidencia pro tempore de la naciente Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), contribuyó a darle el impulso necesario para que tome la viada inicial; cuestión necesaria a cualquier iniciativa colectiva o personal.
En este sentido, su gobierno ha jalonado con ímpetu para que en las dinámicas integracionistas se contemple la necesidad de avanzar hacia una nueva arquitectura financiera regional, que entre otros componentes registra la creación del Banco del Sur y el establecimiento del Sucre (Sistema Unitario de Compensación Regional de Pagos), como instrumento monetario virtual en el comercio de la región. De ahí que en su mensaje, el mandatario ecuatoriano señaló que la tarea es seguir profundizando en esa integración (Alba, Unasur, Celac), que «ya no es un sueño».
Tras el triunfo electoral, el mandatario ecuatoriano ha puesto particular énfasis en resaltar la importancia estratégica de avanzar en los procesos de integración para enfrentar las amenazas que se ciernen en la región. Al respecto, en un intercambio con la prensa internacional acreditada en el país (20/02/13), destacó que si bien los países de la región no tienen la fuerza suficiente para incidir en el cambio de relaciones de poder a nivel global -que está bajo el dominio del capital y, por tanto, donde los mercados dominan las sociedades-, sí pueden actuar para frenar cuando menos los abusos del capital transnacional, como los tratados de protección recíproca de inversiones.
«Si hay un atentado a los DDHH en un país latinoamericano se tiene que agotar todas las instancias jurídicas para llevar ese caso a las instancias internacionales, pero cuando es un ‘atentado’ a los intereses del capital, cualquier transnacional puede llevar a un Estado soberano a estos tribunales, que son una alcahuetería, siempre en función de las transnacionales. Están ahí para defender el interés del inversionista, del capital transnacional», señala Correa, para luego acotar: «Ante eso sí puede responder la región y por eso una de nuestras prioridades es la integración, ya que están destrozando nuestros países». Y da como ejemplo la arremetida de la transnacional Chevron contra Ecuador.
La transnacional Chevron vs Ecuador
Hace unos días, la Comisión de las Naciones Unidas para el Derecho Mercantil Internacional (Cnudmi) falló a favor de la transnacional Chevron-Texaco que exige al gobierno ecuatoriano la suspensión de la sentencia emitida por una corte del país para que pague una multa de 18.000 millones de dólares por daños ambientales y afectaciones a la salud de la población en la Amazonia ecuatoriana. Esta sentencia corresponde a un juicio que comunidades indígenas amazónicas interpusieron contra la transnacional hace como 15 años.
En estas circunstancias, precisa Correa: «Chevron ha desatado una campaña a nivel mundial para desprestigiar al país en forma impresionante, que somos unos corruptos, que el sistema de justicia no sirve para nada, y nos demanda ante el tribunal de Naciones Unidas invocando el Tratado de Protección Recíproca de Inversiones suscrito en 1998… Chevron, en ese tiempo Texaco, salió del país en 1992, e invoca el Tratado de 1998, y lo peor de todo es que el Tribunal se declara competente y nos ordena suspender la sentencia contra Texaco, como si el Presidente pudiera suspenderla. Ahí sí no tendríamos seguridad jurídica en este país».
En estos momentos, «está en casación esa sentencia y es terrible lo que está haciendo ese Tribunal de Arbitraje, que es tan solo un recadero de estas transnacionales. Ante eso, sí puede protegerse América Latina, sí podemos hacer nuestras propias instancias de arbitraje realmente equilibradas, esos tratados son tan asimétricos que las transnacionales sí pueden demandar al Estado pero el Estado no puede demandar a las transnacionales. ¡Es un horror!», acota.
Por lo mismo, recalca: «Estamos denunciando todos esos tratados de protección recíproca, una de las herencias más letales de la larga y triste noche neoliberal, una antología del entreguismo, una antología del neocolonialismo». Y se refiere también al caso de la Oxy (Occidental) «que incumplió la ley ecuatoriana y el tribunal del CIADI (Centro Internacional de Arreglos de Diferencias Relativas a Inversión) le da más de lo que pidió la petrolera, y reconociendo que había incumplido la ley lo que hace es juzgar la ley, (aduciendo) que es muy dura la ley, como si el inversionista no conociera la ley ecuatoriana. Imagínense si eso le hicieran a Estados Unidos».
Ecuador sintoniza con Mercosur
Como las perspectivas integracionistas ahora tendrán que jugar en un escenario que tiende a ser más complejo y desafiante con el anuncio de negociaciones de un tratado de libre comercio entre Estados Unidos y la Unión Europea, y la puesta en marcha de la Alianza del Pacífico, en cuyo contexto Mercosur se perfila como epicentro para consolidar la dinámica de integración regional autónoma, en el diálogo con la prensa internacional, ALAI preguntó al Presidente si Ecuador va a formalizar su integración plena en esta instancia.
«Nos dan la razón -señaló-, porque resulta que si se ha podido vivir sin tratados de libre comercio porque recién Estados Unidos y la Unión Europea van a comenzar a negociar un tratado de libre comercio. ¿Cómo pudieron desarrollarse sin tener ese libre comercio? El libre comercio es una gran falacia… Uno de los grandes errores es tratar de hacer lo que hacen los países desarrollados ahora que son los campeones mundiales de la competitividad y no hacer lo que hicieron cuando tenían nuestro nivel de desarrollo… Hay que hacer lo que hicieron cuando tenían nuestro nivel de desarrollo… todos los nuevos industrializados aplicaron políticas para proteger su empleo y su producción nacional. ¿Cuándo empiezan a pregonar el libre comercio? Cuando están en la frontera tecnológica y nadie les gana en productividad y competitividad, yo también lo haría; pero es un absurdo que nuestros países creamos esos cantos de sirena».
«Y tiene razón de que hay un Eje del Pacífico de libre comercio -acota-, y por eso es la importancia de Mercosur, que tiene una visión totalmente distinta, coincidente con la de Ecuador… por ejemplo, Mercosur es muy reticente a estos tratados de libre comercio y a los tratados de protección recíproca de inversiones. El eje del Pacífico es muy proclive a esas cosas y Ecuador está en medio de ese Eje del Pacífico y es el único que quiebra ese Eje del Pacífico, por eso el interés es mutuo: Ecuador acercarse a Mercosur y Mercosur integrar a Ecuador».
Luego de explicar que Ecuador está analizando cuestiones de aranceles y otras medidas afines por el hecho de no tener moneda nacional, Correa es enfático al señalar: «ratificamos nuestro gran interés de ingresar como miembro a Mercosur porque la visión comercial de Mercosur se acerca mucho más a la visión del Ecuador, que nada tiene que ver, con todo respeto, a la visión del Eje del Pacifico que es neoliberal, no nos engañemos, libre comercio, estos tratados de protección de inversiones, el sálvese quien pueda; respetamos mucho la visión de estos países, pero no la compartimos, compartimos la visión de Mercosur».
En la contienda electoral, las propuestas de los candidatos de la derecha giraron en torno a un reestablecimiento de las políticas neoliberales, para colocar al mercado como eje regulador y, por tanto, reducción de la presencia del Estado, desregularización económica, flexibilidad laboral, menos impuestos a los ricos, apertura a la «inversión extranjera» y a tratados de libre comercio… y, consecuentemente, de entrada, la salida de Ecuador del ALBA y un alineamiento irrestricto con Estados Unidos; en las circunstancias, una incorporación a la Alianza del Pacífico.
No cabe duda que con el triunfo de Rafael Correa ganan los procesos de integración, en las esferas gubernamentales. Pero, a la vez, se multiplica el reto a los movimientos sociales en cuanto a la formulación de propuestas e iniciativas; vale decir, para hacer realidad la proclama: «pasar de la protesta a la propuesta» y así apuntar a una correlación de fuerzas favorable a la construcción de la Patria Grande.