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Corredor humanitario

Fuentes: Rebelión

A enemigo que huye, puente de plata. Y, como éste no es tiempo de castillos, a enemigo ahuyentado, corredor abierto; pero corredor humanitario, que para eso somos gente civilizada. Si tienes miedo a un ratón, métele todo el terror en el cuerpo, mátale algunas crías y déjale algún agujero de emergencia para que ponga los […]

A enemigo que huye, puente de plata. Y, como éste no es tiempo de castillos, a enemigo ahuyentado, corredor abierto; pero corredor humanitario, que para eso somos gente civilizada. Si tienes miedo a un ratón, métele todo el terror en el cuerpo, mátale algunas crías y déjale algún agujero de emergencia para que ponga los pies en polvorosa. Entonces puedes aplastar la ratonera con la conciencia un poco más tranquila. «Humanitario» es adjetivo que significa «que mira o se refiere al bien del género humano»; y también «benigno, caritativo, benéfico». Por ejemplo, Jehová fue humanitario con el pueblo de Israel cuando lo sacó de Egipto haciendo un pasillo humanitario en el mar Rojo. Y humanitaria es Europa, el G-8 y la ONU, que se preocuparon por abrir un pasillo humanitario para el éxodo de casi un millón de libaneses; y humanitario, Israel, que lo concedió.

Cuando Yahvé sacó a su pueblo de la esclavitud del Faraón, se cuidó mucho de que sus elegidos no se fueran como pobres vagabundos: «yo daré a este pueblo gracia en los ojos de los egipcios, para que cuando salgáis, no vayáis con las manos vacías sino que pedirá cada mujer a su vecina y a su huéspeda alhajas de plata, alhajas de oro, y vestidos, los cuales pondréis sobre vuestros hijos y vuestras hijas; y despojaréis a Egipto.» Otras gentes hay que están dejadas de la mano de Dios y, cuando van por la ruta humanitaria, todo lo han dejado atrás. En la foto, la madre libanesa lleva a la niña en brazos. A su vez, la niña, con el chupete en la boca, lleva en brazos una muñeca y se queda mirando a la cámara y a ti con los ojos llenos de preguntas. No hubo tiempo para más juguetes. Mientras, las teúves muestran a niños del país vecino sonrientes, con rotuladores de colores en la mano y escribiendo en la barriga de las bombas sus propios nombres y el nombre del malvado destinatario.

Y Condi, el arcángel negro del Emperador, dice que no tiene sentido dar tregua por ahora al duelo entre los katiushas de la «mierda» de Hezbulá (Bush dixit) de una parte y las bombas de la otra (¡y de cuando en cuando una de fósforo blanco!). Y, desde la fiereza de sus dientes de pantera, anuncia, como un San Gabriel del siglo XXI, la buena nueva del nacimiento doloroso de un Nuevo Oriente Medio (The New Middle East). Para preparar el parto, las panzas de los aviones de USA llevarán más de doscientas veinte toneladas de bombas GBU-28 y otros artefactos que desde esos cielos de Dios guiarán los satélites contra las ratoneras blindadas de Hezbulá.

La niña libanesa de la imagen sigue mirándonos para siempre con el chupete en la boca y el único juguete que pudo llevarse y que ahora aprieta entre los brazos. Hay niños que parecen dejados de la mano de Dios.