La economía de Brasil se mantuvo al cabo de 2006 entre las menos rendidoras de América Latina, con una expansión de apenas 2,9 por ciento. Se frustró así, por segundo año consecutivo, el sueño de un rápido crecimiento. El resultado divulgado este miércoles por el estatal Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE) representa menos […]
La economía de Brasil se mantuvo al cabo de 2006 entre las menos rendidoras de América Latina, con una expansión de apenas 2,9 por ciento. Se frustró así, por segundo año consecutivo, el sueño de un rápido crecimiento.
El resultado divulgado este miércoles por el estatal Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE) representa menos de la mitad del promedio de los países en desarrollo (6,5 por ciento, en la estimación de la CEPAL) y se ubica muy por debajo del promedio latinoamericano, de 5,3 por ciento.
Brasil sólo superó a cuatro países pequeños y pobres de la región –Belice, Guyana, Haiti y Jamaica–, según el balance preliminar de la CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe, organismo dependiente de la Organización de las Naciones Unidas).
El desempeño del producto interno bruto (PIB) en 2006 está «por debajo de lo que el país necesita», admitió el ministro de Planificación, Paulo Bernardo.
Pero la expansión registrada en el último trimestre del año pasado indica que la economía brasileña puede aspirar a crecer 4,5 por ciento en 2007, como espera el gobierno, matizó.
El cuarto trimestre del año pasado cerró con un crecimiento de 1,1 por ciento sobre el trimestre anterior y de 3,8 por ciento sobre el mismo periodo de 2005, caracterizado por una confirmación de la recuperación de los sectores agrícola e industrial.
El presidente Luiz Inácio Lula da Silva anunció en enero, al iniciar su segundo periodo de gobierno de cuatro años, el denominado Programa de Aceleración del Crecimiento, cuya meta es una expansión anual del PIB de cinco por ciento a partir de 2008, después del 4,5 por ciento previsto para este año.
Pero en los últimos cuatro años, que correspondieron al primer periodo de gobierno de Lula, el crecimiento alcanzó un promedio de sólo 2,6 por ciento, lo cual desató muchas críticas, especialmente de sus aliados políticos y los empresarios industriales.
Ese resultado contrasta con los obtenidos por otros grandes países en desarrollo, como China e India, y con los de vecinos latinoamericanos como Argentina y Venezuela, que adoptaron políticas económicas distintas y crecen más de siete por ciento al año.
La economía brasileña prácticamente se estancó en 2003, el primer año del gobierno de Lula. El crecimiento ascendió a 0,5 por ciento, lo que representó una caída de 0,9 por ciento del PIB por habitante.
Al año siguiente se registró el mejor resultado desde la década pasada, 4,9 por ciento, pero el crecimiento cayó a 2,3 por ciento en 2005.
Expertos atribuyen estos resultados a la elevada tasa de interés del Banco Central, la más alta del mundo en términos reales.
En los primeros meses del gobierno de Lula, llegó a 26,5 por ciento. En 2004, cayó, lo cual permitió una recuperación económica, pero subió nuevamente en 2005, cuando inició una lenta reducción hasta el 13 por ciento actual.
También incide la sobrevaluación del real, la moneda nacional, que se cotiza hoy a 47 centavos de dólar, cerca de 30 por ciento más que hace cuatro años. Eso golpea los sectores agrícolas e industriales exportadores o que compiten con importaciones.
Por esas razones, el Banco Central y su presidente, Henrique Meirelles, están bajo fuerte presión para acelerar la reducción de la tasa básica de interés.
No faltan políticos, como el diputado laborista y ex líder sindical Paulo Pereira da Silva, que exigen la renuncia o destitución de Meirelles, acusado de actuar en contra del programa del gobierno y del crecimiento económico.
La discrepancia entre el Banco Central y el gobierno originó una insólita situación el martes, cuando Meirelles concurrió a la Comisión de Asuntos Económicos del Senado para informar a los legisladores.
Mientras líderes oficialistas, como el senador Aloizio Mercadante, del gobernante Partido de los Trabajadores (PT), atacaron la actitud conservadora de la autoridad monetaria, que fue defendida por la oposición.
El anuncio del PIB de 2006 repercutió menos mal en el mundo económico que en el político, porque analistas del sector financiero esperaban un resultado inferior, de 2,7 por ciento.
Otro dato permite augurar mejoras. La formación bruta de capital fijo, un indicador del nivel de inversiones, aumentó 6,3 por ciento respecto del año anterior.
Varias medidas de estímulo a la inversión privada incluidas en el Programa de Aceleración del Crecimiento deben ser aprobadas por el parlamento.
Los analistas económicos y empresarios se dividen sobre la factibilidad de una expansión anual del PIB de cinco por ciento.
Los más conservadores consideran indispensable una reforma del deficitario sistema de previsión social y una drástica reducción de gastos corrientes del gobierno para recuperar la capacidad inversora del Estado.
Otros destacan la necesidad de ampliar rápidamente la infraestructura de transportes y energía, para destrabar la economía.
El presidente Lula se manifestó seguro de que Brasil reúne las condiciones para una fuerte expansión económica.
Otros datos de la economía son alentadores. Brasil obtuvo en 2006 un superávit comercial de 46.077 millones de dólares, un récord histórico. La inflación bajó a 3,14 por ciento, la deuda externa ya no preocupa y la deuda pública baja lentamente en proporción al PIB.
* Instituto Brasileño de Geografía y Estadística, en portugués (http://www.ibge.gov.br)