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Crisis de 2008 y especie humana

Fuentes: Rebelión

Nunca se puede decir de este agua no beberé. He repetido en esta misma sección una y otra vez que el sistema de mercado actual no es en realidad de libre mercado sino que es algo ficticio puesto que el libre mercado «puro» llevaría a los seres humanos a la destrucción, como casi ha hecho […]

Nunca se puede decir de este agua no beberé. He repetido en esta misma sección una y otra vez que el sistema de mercado actual no es en realidad de libre mercado sino que es algo ficticio puesto que el libre mercado «puro» llevaría a los seres humanos a la destrucción, como casi ha hecho ya. Por otra parte, si se aplicara serían los países que produjeran las mercancías más baratas los que se llevarían el gato al agua, es decir, en agricultura, por ejemplo, tendrían mucho que decir los productos del llamado segundo y tercer mundo y las zonas emergentes. Una vez que en Occidente elimináramos las barreras arancelarias para, en efecto, aplicar el libre comercio, se podrían vender objetos de calidad a precios asequibles pero, a cambio, nuestra posición quedaría debilitada y hemos de sobrevivir, de ahí el proteccionismo occidental y el colonialismo, tan nefasto para unos pero positivo para nosotros (y no pocas veces para los colonizados).

En esencia, el teórico libre comercio queda en manos de quienes mandan en el mundo, no de quienes gobiernan, que suelen ser súbditos más o menos sumisos de los propietarios, sino de los que han construido el mundo tal y como es, para bien y para mal. Y aquí hay que aplicar algo de filosofía aunque sea de andar por casa. Si hacemos caso a Hobbes y aseveramos que el ser humano es mezquino y egoísta, el resultado es el que estamos viendo ahora. Los EEUU, grandes adalides del mercado y del anticomunismo, están tomando medidas socialdemócratas e incluso marxistas en alguna medida, nacionalizando grandes empresas e inyectando más de setecientos mil millones de dólares para que el tinglado no se venga abajo y arrastre al resto del planeta.

Zapatero ha declarado que se ha visto a las claras la causa de la crisis actual: EEUU. Y es así, no caben medias tintas en ciertas cuestiones, la causa sustancial son los EEUU, luego habrá que añadir los matices que se deseen por países pero el núcleo del huracán está allí. Y Joaquín Almunia ha apuntado más hondo: la causa ha sido la avaricia. Ahora el sistema trata de autorregularse, está llevando a cabo una labor de saneamiento como hace el cuerpo humano cuando le entra un virus o una bacteria: provoca una subida de la fiebre y envía a los anticuerpos a trabajar. La diferencia es que el cuerpo humano destruye el virus o muere en el intento y el sistema de mercado no destruye del todo a los culpables de lo que ha sucedido a escala mundial sino que echa mano del dinero público para barrer la basura provocada por unos pocos sin purgar a fondo a esos pocos y entonces la crisis, similar o distinta, se presentará de nuevo en el futuro.

Ante ésta y otras evidencias, Marx dijo que no había que reformar el mercado como hacen los gobiernos de las dos derechas del mundo: la digamos conservadora y la socialdemócrata (la diferencia entre izquierda y derecha es aceptar o no al mercado) sino que la solución era superar el mercado, el capitalismo, es decir, destruirlo. Y no sólo por razones de disfuncionalidad económica sino porque lo reduce todo a mercancía, incluyendo las consideradas manifestaciones espirituales de los seres humanos (creación, religión…) así como a los seres humanos mismos. Marx creía que el socialismo y el comunismo no eran algo que se votaba en las urnas sino que iba mucho más allá: eran el resultado de la evolución de los seres humanos que pasan de un estadio evolutivo inferior -el mercado capitalista- a otro superior, el socialismo y el comunismo, de la misma forma en que el esclavismo dio paso al feudalismo y éste al mercado. La reflexión era y es atractiva y, por supuesto, sobre ella cae todo el odio, la manipulación y tergiversación de quienes mandan que son, por otra parte, quienes han leído más a Marx y de forma más seria para aprender a no morir en manos de su avaricia desmedida. Gracias a eso han soltado algo de sus intereses para que la gente se sienta libre y democrática, han ideado una farsa a la que llaman democracia, el mejor sistema de dominio impulsado por un segmento dirigente en la historia de la humanidad.

Esa avaricia originó guerras de religión y mundiales a las que se le aplica un vestido de marketing emocional llamado patriotismo, nacionalismo, cobardía si no se obedece, existencia de maldad a la que combatir, etc., y así se presentó ante la gente para persuadirla y convertirla en rebaño que sigue unos sentimientos, unos mitos, unos símbolos, renunciando a su libertad (eso es lo que por otra parte han hecho los humanos siempre, por tanto, el caldo de cultivo era adecuado). El mercado sin violencia y sin guerra no puede existir y lo que Marx anunciaba era lo contrario, por tanto, era y es un elemento a batir por parte de los segmentos que construyen la agenda del día en los (sus) medios de comunicación. Marx y todo lo que se crea o que en realidad responda a su herencia. Es natural, el humano egoísta que ha construido el mundo -para bien y para mal- trata de conservar su poder, su mundo, eliminando a los otros humanos conscientes y convirtiendo al resto en masa.

El fallo de Marx es que valoraba demasiado a la masa y creía -tal vez- que el segmento de la avaricia era poco menos que memo y se iba a dejar fagocitar por una masa concienciada por el marxismo (que además antes era analfabeta y ahora analfabeta funcional). Como se basaba en Rousseau creía que el ser humano se había desviado de su naturaleza por obra y gracia de «otros». Y no es así exactamente, lo que sucede es que lo que vemos en la masa y en los señores de la avaricia que nos han llevado a esta situación (y a la del calentamiento climático y a los paraísos fiscales y a las corrupciones en la derecha, en la izquierda y en el centro) es la propia naturaleza humana, lo que Marx quería destruir no era en realidad al maligno sino al ser humano mismo que impulsa para su suerte y su desgracia a la especie. Y cuando eso se ha llevado a término, con Lenin, con Mao, con Fidel, etc., se han visto los resultados: a un olmo no se le pueden pedir peras, no se le puede exigir al humano que no lo sea. De ahí que los regímenes actuales, inspirados en el marxismo, como los nuevos movimientos en América Latina, no vayan a llegar a parte alguna a medio plazo, salvo al mercado pero no a un estadio superior, por ahora.

Porque ésa es otra. Hay contradicciones de hacia dónde se dirige la naturaleza de la especie. Trotsky ya hablaba de que el socialismo y el comunismo son propios de superhombres pero Nietzsche le diría que se olvidara de que eso lo hiciera la masa, eso sería propio de una minoría, la masa se refugiaría en el cristianismo y en el propio marxismo para no hacer nada o aplicarse la ley del mínimo esfuerzo.

Y así están las cosas, éste es el estado actual de mis conocimientos, de mi encrucijada, no sé si alguien me puede ayudar pero desde luego no me convence ya ni el pensamiento crítico actual que conozco porque se cree que la gente va a despertar si se la educa cuando eso por ahora se ha demostrado que no es así, despierta una exigua minoría, el resto se acomoda, de acuerdo con la naturaleza más dominante, incluidos a los propios impulsores del pensamiento crítico, algunos de los cuales se tornaron y se tornan en piezas del engranaje del mercado, sólo que su papel en el gran teatro del mundo creado por los seres humanos es precisamente el de críticos, críticos que acaban por reforzar al mismo sistema que critican porque lo legitiman al dedicarse sólo a charlar sin actuar bajo ninguna articulación seria.

El fallo de base está en creer que lo que existe es -sólo- obra de unos seres humanos malignos. No es así. Lo que hay es obra del ser humano, por acción, omisión o falta de evolución. Todos los seres humanos occidentales tiene la oportunidad de acceder a fuentes de información y formación de lo que ocurre. ¿Por qué no lo hacen? Porque no lo desean. Han sido informados de «lo que pasa» y «pasan» de auto-educarse y formarse. Quienes lo hacen se llevan el gato al agua pero, por regla general, se corrompen y terminan en la avaricia, al tiempo que tiran del resto de sus semejantes, no es la conciencia la que determina a la sociedad sino las condiciones sociales creadas por los hombres quienes determinan la conciencia, dijo también Marx. El yo no es dueño en su morada sino que existen elementos que lo determinan, afirmó Freud. Entonces hay que salir en ayuda del sistema que para bien y para mal sustenta y hace posible la vida y la muerte en el planeta Tierra, el que nos puede llevar a la subsistencia, a la continuidad de la existencia o a la destrucción. Quienes surgen para apoyar el sistema con el dinero público son piezas esenciales del propio sistema, por eso no se acaba de zanjar nunca el problema de fondo. Pero el sistema también somos nosotros, por ahora, y si es que nos da tiempo a ser algo más elevado evolutivamente porque quede claro que el mercado es incompatible con una vida racional, sosegada y espiritual, he ahí la esquizofrenia de quienes defienden, por ejemplo y a un tiempo, el no al aborto, la dignidad humana, el mercado y los EEUU. El mercado es una situación de inmadurez permanente, un juego con conceptos culturales erróneos para el desenvolvimiento tranquilo y certero de la especie porque se basa en la ecuación producción-creación de la demanda (por cualquier medio)-consumo como fin último y utilizando todos los resortes, ello sobre los pilares de la competitividad paroxística y la insolidaridad.

 

De ahí que sea necesario seguir abundando en todo cuanto se acaba de indicar y en esa dirección va este texto, consciente como soy de que sólo una minoría puede aceptarlo en realidad porque los escritores, intelectuales, etc. somos capaces de arreglar el mundo en una mesa, delante del ordenador, pero de la abstracción -imprescindible, necesaria porque es humana también y apunta alto, como ha sucedido en otros momentos de la Historia- a la realidad -posible o no, probable o no- va una distancia que no invalida la acción nunca porque eso invalidaría una posible evolución. Lenin, Fidel, Mao, tal vez Chávez, hicieron y hacen lo que hay que hacer (no se puede permitir el abuso de unos pocos contra los otros muchos) pero una cosa es eso y otra que lleguen los momentos por evolución cuando tienen que llegar. En teoría, eso sólo es posible desde el mercado pero el mercado a su vez destruye y se defiende, de manera que, si tal momento evolutivo llega, es porque se está dando en estos instantes otro tipo de evolución acaso poco perceptible en la especie humana. El mercado sería, a un tiempo, pirómano y bombero, lo que no sabemos es cuál de los dos personajes vencerá o si se producirá una síntesis a primera vista imposible.

 

Tras la caída del muro de Berlín y la URSS ha habido que empezar de nuevo y echar mano de otros vectores para explicarnos qué ha pasado. A eso lo llamamos pensamiento complejo. En ello estamos, en el problema que se enuncia así: el problema no es que el mundo esté mal sino en cómo ha llegado a esta situación, por qué, y si tiene arreglo.