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Crisis del Estado

Fuentes: Rebelión

No fueron pocos los que aprobaron la Constitución de Montecristi, fue el pueblo entero, que le volvió a dar una oportunidad al sistema bajo la promesa de que el Estado reorganizado sobre la base de firmes principios éticos, podía generar la via para transitar hacia otro modelo de desarrollo, que sobre todo, defienda y respete […]


No fueron pocos los que aprobaron la Constitución de Montecristi, fue el pueblo entero, que le volvió a dar una oportunidad al sistema bajo la promesa de que el Estado reorganizado sobre la base de firmes principios éticos, podía generar la via para transitar hacia otro modelo de desarrollo, que sobre todo, defienda y respete la vida. Pero ya vemos los límites de esa propuesta, no se han podido construir las condiciones para salir de un escenario donde parecería que lo único que importa es el poder y el valor de cambio.

Que me disculpen los amigos gobiernistas, pero -sin dejar de reconocer los méritos conseguidos, que se esmeran en publicitar con el uso de un marketing hasta hace poco desconocido-, no creo que sea saludable el tratar de peremnizarse en el poder, con lo cual se pierde l a diferencia entre la defensa de la revolución y la defensa de los privilegios de una burocracia estatal que ahora se cree ungida de la verdad absoluta. Tampoco creo, y lo digo sin temor a equivocarme, que una revolución pueda sostenerse sobre los hombros de una sola persona. Y con esto no quiero decir que los opositores tengan la razón. La cuestión es más compleja que el tomar partido por supuestos contrarios que son parte de lo m ismo que uno critica. A la vuelta de la esquina seguramente estarán en la misma posición de defensa del sistema y en contra de los cambios que al inicio -o justamente antes de las elecciones-, apoyan; gages del oficio.

Como ciudadano no veo que se esté construyendo una mejor forma de hacer política. No me contento con los agravios que sufren quienes no coinciden con el gobierno, ni con los insultos burlones que la oposición lanza al gobierno porque dizque ya le ‘perdieron el miedo’. Quiero, queremos, una nueva forma de administrar el poder, y esto no pasa solo por el mejoramiento de las condiciones tecnológicas. Vea cómo las tecnologías de la comunicación han revitalizado a la vieja forma de hacer política.

Reconozcamos que el modelo Estatal y la forma de hacer política que éste admite, está en crisis, pues se aleja de las prácticas democráticas en la medida en que se torna funcional a otros intereses. Ese Estado no coincide con los intereses de una revolución donde los ciudadanos puedan generar otro tipo de logicas de con-vivencia y de buen-vivir, y con ello reiteramos la legitimidad de los anhelos que fueron plasmados en la «carta fundamental» del 2008, que más que fundar un nuevo Estado parece que apunta a fundar otro sistema en la medida que apela a la sabiduría de todas las culturas, que nos reivindica (a los ciudadanos) como herederos de las luchas sociales de liberación frente a todas las formas de dominación y colonialismo, que nos invita a la construcción de una nueva forma de convivencia ciudadana, en diversidad, que reconoce el derecho que tenemos a opinar y expresar el pensamiento libremente, el derecho a organizarnos y manifestarnos en forma libre y voluntaria, que establece el derecho a que se respete integralmente la naturaleza.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.