Existen pocos estudios sobre los ciclos de crisis económica en el Ecuador republicano y además se ha privilegiado en ellos el derrumbe de las exportaciones. Sin embargo, la falta de investigaciones históricas a menudo se ha sustituido con la aplicación de teorías sobre las crisis provenientes de las economías capitalistas centrales, que no se ajustan […]
Existen pocos estudios sobre los ciclos de crisis económica en el Ecuador republicano y además se ha privilegiado en ellos el derrumbe de las exportaciones. Sin embargo, la falta de investigaciones históricas a menudo se ha sustituido con la aplicación de teorías sobre las crisis provenientes de las economías capitalistas centrales, que no se ajustan a los procesos que tienen países primarios-exportadores y «subdesarrollados».
Las crisis siempre han creado escenarios políticos inesperados. La del cacao (desde inicios de la década de 1920) acompañó a casi 30 años de inestabilidad gubernamental (una veintena de gobiernos); la del banano (avanzó desde 1960) a una década igualmente inestable; la del petróleo (a inicios de la década de 1980) se fundió enseguida con la crisis de la deuda externa, cuyas repercusiones se integran a la crisis bancaria de los noventa, en un largo proceso de construcción del modelo empresarial de desarrollo, que mantuvo una fase de equilibrio gubernamental entre 1979-1996 y ocasionó una profunda inestabilidad en la década inmediata, con siete gobiernos, una efímera dictadura y el deterioro sistemático de las condiciones de vida y de trabajo de amplios sectores de la población.
En América Latina el fin del siglo XX trajo dos «décadas perdidas». No hay duda de que con el gobierno de la Revolución Ciudadana (RC) se inició (2007) un nuevo ciclo histórico, que dejó atrás el modelo empresarial. Como lo han reconocido organismos internacionales (Cepal, Pnud, BM y FMI) hasta 2014 hay significativos avances económicos y sobre todo sociales, de manera que en el país mejoraron las condiciones de vida y de trabajo.
Pero hay algunas tendencias de empleo contractivo desde 2015. De acuerdo con las informaciones del Banco Central, el último ciclo económico habría comenzado en marzo del 2010 y continúa hasta marzo de 2016 (73 meses); pero desde fines de 2014 se habría entrado en una etapa que pasó de la «desaceleración sobre tendencia» a la «desaceleración bajo tendencia» (bit.ly/2bArQOp). En definitiva, estamos en «crisis», aunque de acuerdo con el mismo BCE, Ecuador espera alguna recuperación a partir del segundo semestre de 2016.
Como en otros momentos históricos, la «crisis» es mala consejera. Y en una coyuntura de calentamiento político para las elecciones de febrero de 2017, la «crisis» ha puesto al descubierto una serie de límites, contradicciones y debilidades de la RC, imposibles de resumir en este artículo.
Desde luego, los ataques de las derechas se lanzan contra el «modelo» implementado en una década, al que se le acusa de «fracasado». Calientan así el terreno para revivir la economía de libre empresa, esta sí históricamente malograda en América Latina y nefasta en Ecuador. Pero la actual coyuntura electoral parece proyectar una doble repercusión para el gobierno de Alianza País (AP): aunque probablemente pueda tener mayor seguridad un candidato oficialista para el Ejecutivo, llega debilitada su figura debido a la «crisis»; pero el Legislativo tiene tendencia a la pérdida de AP. Todo lo cual pondría en riesgo los propósitos de la RC hacia el futuro.