La ‘crisis’ económica, tan magnificada mediáticamente en Ecuador, no es, ni de lejos, comparable con el pasado inmediato.
Desde 1982 comenzó la crisis de la deuda externa, en adelante atendida con tres tipos de políticas: recortes al gasto público, prioridad al pago de la deuda externa y medidas económicas orientadas a liberar mercados, en acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Osvaldo Hurtado (1981/84) giró del reformismo al aperturismo e incluso sucretizó deudas privadas. León Febres-Cordero (1984/88) edificó un gobierno de empresarios y plutócratas, con autoritarismo y represión. Rodrigo Borja (1988/92) no sorteó las liberalizaciones económicas e inició la flexibilidad laboral. A partir de 1990 se impuso el Consenso de Washington (WC), que Sixto Durán-Ballén (1992-1996), el continuador del modelo económico febrescorderista, asumió para debilitar al Estado, privatizar todo lo posible y colapsar la inversión social.
Con Abdalá Bucaram (1996/97) continuó el ‘modelo’, unido a una corrupción inédita. Fabián Alarcón (1997/98) sirvió tanto al WC como al FMI. Jamil Mahuad (1998-2000) consolidó el dominio plutocrático, salvó bancos con fondos nacionales y dolarizó al país; mientras Gustavo Noboa (2000/03) potenció los intereses de las cámaras de la producción. Lucio Gutiérrez (2003/05) suscribió la última carta de intención con el FMI, en la misma línea de las otras 15 suscritas desde 1983. Y Alfredo Palacio (2005/07) mantuvo las herencias, y se encontró con mejor coyuntura en la economía latinoamericana.
Las ‘décadas perdidas’ en América Latina fueron de crisis global en Ecuador entre 1982-2006, y el modelo empresarial-neoliberal se levantó sobre la precarización laboral; reformas tributarias que debilitaron los impuestos directos como el de rentas, para generalizar otros como el IVA; la debacle de los servicios públicos (educación, salud, seguridad social, vivienda); la desinstitucionalización del Estado y el derrumbe de las condiciones de vida y de trabajo de la población, que dispararon la emigración. Semejante ‘modelo’, convertido en ideal del alto empresariado local y del capital transnacional, determinó la ingobernabilidad de la última década con 7 gobiernos, 1 dictadura nocturna y 3 presidentes electos, pero derrocados. «¡Que se vayan todos!» fue, finalmente, el grito acumulado por la ciudadanía.
La historia merece refrescarse, porque en Ecuador, así como en otros países latinoamericanos con gobiernos progresistas y de nueva izquierda, resurge una derecha neoliberal e internacionalizada, que funge distanciarse del pasado y luce renovada, humanista y con rostro de sabiduría ante la ‘crisis’ económica de la región.
Pero las recetas que ofrece no son nada nuevas y se repiten por todos los medios: disminución del gasto público, recortes sociales, reducción de impuestos, apertura al capital extranjero, tratados de libre comercio con los países capitalistas centrales, garantías a los inversionistas privados, mercado libre, flexibilización del trabajo. Es decir, el retorno del pasado ya vivido.
Fuente: http://www.telegrafo.com.ec/opinion/columnistas/item/crisis-economica-sin-memoria.html