A Susin, cuya lealtad revolucionaria, ¡aún en las peores condiciones!, siempre me ha admirado y constituye para mi todo un estímulo.
“…el caos es precisamente la señal, el reflejo del colapso de un sistema histórico particular…”* Immanuel Wallerstein
“…el orden emerge del caos…el caos en sí mismo es creativo”** Immanuel Wallerstein
El período de crisis estructural de un sistema histórico es una etapa violenta, desordenada y de caos (es de las cosas terribles que nos depara la historia), pero también es una época de alternativa y opciones, por cuanto, el sistema se bifurca, brindándonos la oportunidad de elegir entre dos más opciones que lo sustituyan (y ésta es, por contrapartida, el lado amable de la historia).
Constatar que un sistema histórico ha arribado a su crisis estructural (y esto es válido para cualquier sistema, ya sea biológico, químico, físico, astronómico, etc.) es una operación bastante sencilla; basta con medir los porcentajes de una serie de indicadores de procesos considerados fundamentales para el funcionamiento del sistema en cuestión, y comprobamos que estos se aproximan a la asíntota (nunca sobrepasable) del 100%, y podemos confirmar que estamos delante de una crisis estructural. Sin embargo, aunque esto es lo esencial para demostrar la existencia de una crisis estructural, esto solo se hace evidente para el académico y estudioso social, para la persona de a pie (la mayoría de la humanidad) la esencia permanece oculta manifiestándose a través de lo fenoménico; en este caso, la esencia de la crisis estructural, se manifiesta a través de una serie de fenómenos fácilmente identificables, como es el desorden, la confusión, etc., que pudieran sintetizarse en el concepto de “caos sistémico”. De forma que, tal como nos muestra el par dialéctico esencia-fenómeno, que la esencia se manifiesta y el fenómeno es esencial, la crisis estructural de un sistema histórico se revela a través de los disimiles procesos de caos presente en todas las esferas sistémicas.
Crisis estructural, caos y bifurcación son conceptos relacionales, abordan el mismo fenómeno desde distintos aspectos del mismo, Wallerstein dice que “cuando hablamos de situación de bifurcación, estamos hablando de que entramos en una situación de caos”1 y, en otro lugar, también dejó claro la ligazón simbiótica de los mismos al decir que “el proceso de bifurcación es caótico”2. La bifurcación es el camino de resolución que adopta, al final, toda crisis estructural, proceso que discurre de forma caótica, cuyo resultado y fotografía final no es posible conocer con anticipación, de ahí que la historia no esté del lado de nadie y que una marcha objetiva del desarrollo social que nos encamine a una sociedad determinada no existe, sino que es el resultado de la acción subjetiva de los distintos actores sociales, de la lucha que desplieguen y de lo acertado de la estrategia empleada.
Aunque el caos está inserto dentro de la crisis estructural y es parte de ella, en efecto es “la característica primordial de una crisis estructural”3, hay una forma de determinar cuantitativamente su aproximado comienzo, “si uno mide la abscisa de las tendencias, [éstas] se mueven hacia una asíntota de 100 por ciento, que por supuesto no pueden cruzar. Un poco antes de dicho punto (digamos, cerca del 80 por ciento), las curvas comienzan a fluctuar alocadas. Esto es señal de que nos hemos movido al interior de la crisis estructural del sistema”4, de tal forma que, el caos comienza a hacerse evidente cuando, parámetros cruciales para la vida del sistema, solo le resta por utilizar el último 20%, con lo cual, aquellos factores que le han dado vida al sistema durante la existencia del mismo se agotan finalmente.
De ahí que, si puede afirmarse que el sistema-mundo capitalista entró en crisis estructural en la década del 70 del siglo XX, “cuando los mecanismos existentes para restablecer el equilibrio dejan de funcionar adecuadamente, y el sistema se aleja del mismo”5, la situación de “caos sistémico”, es más obvia su manifestación en las primeras décadas del siglo XXI, cuando se puede afirmar que “el caos es ya nuestro presente”6.
El caos sistémico tiene una serie de características que lo convierten en uno de los conceptos fundamentales de la “perspectiva de análisis de los sistemas-mundo”, cuyo conocimiento permite a las fuerzas antisistémicas, orientarse dentro de la realidad político social en la que se desenvuelven, así como, planificar su estrategia y acción de lucha.
El caos es un período terrible, horripilante y aterrador.
“Uno sabe que está viviendo una situación caótica cuando: (1) los principales medios se sorprenden constantemente por lo que ocurre; (2) las predicciones de corto plazo de los variados expertos van, de un modo radical, en diferentes direcciones y son expresadas con muchas reservas; (3) el establishment se atreve a decir cosas o utiliza palabras que antes eran tabú; (4) la gente ordinaria está asustada o enojada pero muy insegura de qué hacer”7.
“La confusión ideológica y analítica se convierte en una realidad estructural antes que en una variable accidental. La economía de la vida cotidiana se sujeta a fluctuaciones más salvajes que las habituales Y para las cuales teníamos explicaciones sencillas. Sobre todo, el tejido social parece menos confiable y las instituciones en las que confiamos para garantizar nuestra seguridad inmediata parecen fallar. De este modo, los delitos antisociales parecen extenderse y esta percepción crea temor y, por ende, como reflejo la expansión de la privatización de las medidas y la fuerza de seguridad. Si esto suena conocido, es porque está sucediendo, en diferentes grados, a lo largo del sistema-mundo”8.
“No será un momento agradable de vivir. Será un período negro, lleno de inseguridades personales, incertidumbres del futuro y odios viciosos”9.
En su obra, Utopística o las opciones históricas del siglo XXI, dedica todo un capítulo al tema con un pavoroso título: ¿La difícil transición, o el infierno en la Tierra?, en el cual señala la “certeza que el período de transición será muy difícil para todos los que lo vivan. Será difícil para los poderosos y para la gente común. Será una etapa de conflictos y disturbios graves, y para muchos representará el colapso de los sistemas morales”10, es decir, infernal y del que nadie estará libre, no obstante, “…aunque la experiencia será terrible, no será eterna”, al decir que, “este tipo de desorden creciente y autoreforzante no puede durar siempre, pero sí puede durar entre 25 y 50 años”11.
Durante el caos sistémico no se produce una interrupción, parálisis ni detención de ninguno de los procesos sociales.
El período de caos no significa que todo se paralice, “el que estemos en un tiempo de caos no significa que en los próximos 25-50 años no vayamos a ver funcionar los principales procesos básicos de la economía-mundo capitalista. Personas y empresas seguirán tratando de acumular capital por los medios habituales. Los capitalistas buscarán el apoyo de las estructuras estatales, como lo han hecho en el pasado. Los estados concurrirán con otros estados para tratar de convertirse en el principal centro de acumulación de capital. La economía-mundo capitalista podrá entrar, probablemente, en una nueva fase de expansión, mercantilizando aún más los procesos económicos en el mundo entero y polarizando más aún la distribución efectiva de la riqueza”12.
El caos es fuente de nuevo orden.
Esta idea la toma Wallerstein del desarrollo de las ciencias en el siglo XX, durante el cual, el modelo newtoniano como algo universal para todos los momentos y relaciones de los sistemas, es puesto en duda por físicos y matemáticos, y los sistemas sociales, no son la excepción de ello.
“Éste es el modelo que Prigogine ha sugerido para todos los sistemas complejos (‘orden’ mediante ‘caos’), y el más complejo de todos los sistemas conocidos es el sistema social histórico. Incluso en el caso de sistemas tan sencillos como son los sistemas físicos, el tiempo se vuelve la variable principal al reconceptualizar la realidad como una serie de procesos estocásticos e irreversibles dentro de la cual los procesos reversibles y deterministas son un caso limitado y especial. Si esto es así respecto a los sistemas sencillos, con mayor razón lo es en el de sistemas históricos complejos”13.
“Del caos vendrá un nuevo orden, diferente del que conocemos. Diferente; no necesariamente mejor”14.
Aquí Wallerstein elucubra, “antes que nada, ¿cuáles son nuestras opciones reales? Desde el momento en que tenemos sólo un sistema histórico realmente existente, se abren ante nosotros, en mi opinión, tres grandes posibilidades. La primera es que ese único sistema se rompa en múltiples sistemas históricos, cada uno de ellos con una división del trabajo separada de la de los otros. En breve, podríamos volver, en este sentido, a la situación anterior al año 1500 o incluso tal vez anterior al 8000 antes de Cristo. No parece muy plausible, a no ser que se produjera mediante un Armagedón nuclear, cosa que no descarto pero que me parece posible prevenir. Si siguiéramos ese camino, nuestra discusión actual sería en gran manera irrelevante.
Las otras posibilidades implican la transformación de nuestro actual sistema histórico que cubre toda la Tierra en otro sistema histórico que cubriera toda la Tierra pero que fuera de un tipo diferente. Esto me parece más probable. De hecho, creo que nos encontramos en los primeros estadios de tal proceso. Pero, en este caso, se nos abre la cuestión sobre qué futuros alternativos hay, cuál es más probable, cuál es más deseable y qué podemos hacer para que el más deseable sea también más probable. Voy a intentar responder a cada una de esas preguntas.
¿Qué futuros alternativos hay? Si bajamos a los detalles, las respuestas, sin duda, son innumerables. Sin embargo, en su estructura básica, en realidad sólo hay dos posibilidades. Podríamos construir un sistema que sería, como el actual y la mayoría de los antecedentes, jerárquico, desigualitario y opresivo. Por supuesto que siempre ha habido personas que dicen que todos los sistemas históricos (o por lo menos los complejos) han tenido esas características por necesidad. Alternativamente, podríamos construir un sistema que fuera relativamente igualitario y democrático y que cumpliera el slogan de la Revolución Francesa. También ha habido a lo largo del tiempo numerosos defensores de tal sistema. Otros, claro está, los han visto como utópicos. Si utópico significa que es socialmente imposible, no estoy de acuerdo con esa proposición aun cuando los argumentos que podría aplicar serían necesariamente especulativos o deductivos y no basados en la experiencia empírica.
Si, de todos modos, estamos dispuestos a conceder que hablamos de dos posibilidades históricas realistas a largo plazo, entonces la pregunta se mantiene: ¿qué podemos decir sobre sus posibilidades históricas? La teoría del progreso, tanto en su versión liberal como en la marxista, ha argumentado la inevitabilidad (aunque tal vez de tipo lento) del logro de una realidad democrática igualitaria. Sin duda que rechazo cualquier concepto de que esto es históricamente inevitable. No veo ninguna prueba empírica que lo avale en modo alguno. Y la razón es que no creo que ninguno de los sucesivos sistemas históricos hasta ahora conocidos haya sido más progresivo que su inmediato antecesor. En concreto, no creo que la economía-mundo capitalista haya representado un progreso sobre sus predecesoras. En el mejor de los casos, no ha sido peor. Pero puede argumentarse que, de hecho, ha sido mucho peor”15.
El caos aumenta las posibilidades del sujeto como centro de la transformación social.
Sin embargo, “en una aparente paradoja, una situación caótica es la más sensible a la deliberada intervención humana. Es en los periodos de caos, a diferencia de los periodos de relativo orden (relativo orden determinado), en los que la intervención humana marca una diferencia significativa”16. “En una época así todos podemos tener un gran impacto en lo que sucede. En los momentos de bifurcación estructural, las fluctuaciones son locas y las pequeñas presiones pueden tener grandes consecuencias, a diferencia de lo que sucede en períodos más normales, más estables, cuando las grandes presiones en el mejor de los casos sólo tienen pequeñas consecuencias”17. “Podríamos pensar un periodo caótico de una transición sistémica como un período en que el ‘libre albedrío’ reina de manera más o menos soberana, sin las trabas -que normalmente tiene- de la camisa de fuerza de la costumbre y de las limitaciones estructurales”18.
Dicho con otras palabras, “Sólo en momentos de bifurcación sistémica de transición histórica, la posibilidad se convierte en realidad”19.
“La política de la transición es distinta a la de los períodos cuasinormales. Aprovecha la ventaja y gana posiciones en un momento en que cualquier cosa es posible políticamente y en el que la mayoría de los actores encuentran extremadamente difícil formular estrategias de alcance medio”20.
En una entrevista concedida, en 2007, al columnista polaco del diario socialdemócrata mexicano La Jornada, Maciej Wisniewski, resumió muy bien las grandes posibilidades que se presentaban, para la creación humana, en una época de caos sistémico, “Un periodo tal de caos, es algo muy negativo en términos de la seguridad personal, y también en términos de ser capaz de predecir cualquier cosa. Pero al mismo tiempo es algo muy positivo, porque en realidad esto permite a la creatividad humana un espacio mucho mayor, dado que en tiempos normales tenemos muy poco espacio para transformar las cosas, pero en cambio en los tiempos de caos es exactamente cuando disponemos de enormes espacios para llevar a cabo estas transformaciones. Esto es así, porque cada pequeña acción de cada persona, afecta de una manera muy significativa las posibles salidas de la situación de bifurcación que estamos ahora viviendo. Entonces, usted puede decir que es un periodo muy excitante, en el que se cumple ese viejo proverbio chino que dice ‘Estamos ahora bajo la gran maldición de vivir tiempos muy interesantes’”21, sin dejar de aclarar que, ello solo “nos ofrece una oportunidad pero también crea una presión moral. Si al final de la transición el mundo no es claramente mejor de lo que es hoy, y bien podría no serlo, entonces sólo nos podremos echar a nosotros la culpa. Ese ‘nosotros’ somos los miembros de la Widerstand. El ‘nosotros’ somos los científicos sociales. El ‘nosotros somos’ todas las personas decentes, comunes y corrientes”22.
A los filósofos e historiadores gusta mucho aquella cita en que Marx dice que “Una formación social jamás perece hasta tanto no se hayan desarrollado todas las fuerzas productivas para las cuales resulta ampliamente suficiente, y jamás ocupan su lugar relaciones de producción nuevas y superiores antes de que las condiciones de existencia de las mismas no hayan sido incubadas en el seno de la propia antigua sociedad. De ahí que la humanidad siempre se plantee sólo tareas que puede resolver, pues considerándolo más profundamente siempre hallaremos que la propia tarea sólo surge cuando las condiciones materiales para su resolución ya existen o, cuando menos, se hallan en proceso de devenir”23. Pues esas circunstancias, que son únicas, solo se dan en las épocas de “caos sistémico”, cuando la “naturaleza [del nuevo sistema] la han de moldear fundamentalmente nuestros actos en esta etapa de transformación en la que el ‘libre albedrío’ parece encontrarse en su punto óptimo”24. Este período es, al que con toda propiedad, le podemos endosar aquello que Lenin dijo para las épocas revolucionarias, como “fiesta de los oprimidos y explotados”25.
La solución del caos es a priori imprevisible.
Si bien toda crisis sistémica porta en su interior la solución, el resultado de la misma es incognoscible de antemano, “la naturaleza de este nuevo sistema es intrínsecamente incognoscible por adelantado”26, pero esta forma de desarrollarse los fenómenos sociales, donde la incertidumbre es el rasgo fundamental previo a la bifurcación, no es algo específico y sólo de los sistemas sociales, es un rasgo propio de todos los sistemas. “Qué bueno que Ilya Prigogine nos diga que la incertidumbre es la realidad central del universo y no nada más de nuestra actual situación histórica”27, de lo que se desprende que este atributo de movernos hacia lo desconocido no debe, por tanto, asustarnos ni detenernos, es algo característico de la realidad objetiva.
“¿Qué futuro para el mundo? La respuesta es incierta. Pero sí es muy seguro que todos, individual y colectivamente, podemos afectar el futuro más de lo que creemos, precisamente porque estamos viviendo en una etapa de transición, de bifurcaciones caóticas, de opciones”28.
“En una situación caótica, lo único de lo que podemos estar seguros es de que se nos ofrecerán rutas nuevas y en un sentido verdadero se nos pide que elijamos entre ellas”29.
“En el caos aumenta el margen de acción, pero es incierto”30. “El resultado es impredecible intrínsecamente. [aunque] Por otra parte, podemos influir en su resultado. Este es el mensaje de las ciencias de la complejidad. Este es el mensaje que las ciencias sociales debían transmitir ahora”31.
En la época de caos sistémico “el sistema se ‘bifurca’ y sobreviene una lucha aguda sobre cuál de dos caminos alternativos podría tomar hacia el surgimiento de un nuevo orden sistémico. El resultado de esta lucha es intrínsecamente impredecible. O dicho de otro modo, es igualmente posible que, al final, el sistema bifurcado tome un camino u otro. Por tanto, la lucha no consiste en mantener o no el actual sistema capitalista, ya que éste no puede sobrevivir, sino sobre qué tipo de sistema (o sistemas) mundial lo sustituirá en su lugar”32.
Lo que ocurre es que [como dice Wallerstein, traduciendo el “marco conceptual al lenguaje antiguo de la filosofía griega”] “cuando los sistemas funcionan normalmente el determinismo estructural pesa más que el libre albedrío individual y colectivo. Pero en tiempos de crisis y transición el factor del libre albedrío se vuelve fundamental”33, de ahí que, en la época de crisis estructural/caos sistémico/bifurcación/surgimiento de un nuevo sistema, lo que hay es “en lugar de certidumbres, probabilidades, en vez de determinismo, caos determinista; en vez de linealidad, la tendencia a alejarse del equilibrio y a la bifurcación; en lugar de dimensiones enteras, fractales; en vez de reversibilidad del tiempo, la flecha del tiempo. Y agregaría, en vez de la ciencia como fundamentalmente diferente del pensamiento humanista, la ciencia como parte de la cultura”34.
La cuestión que desconozcamos el resultado final de una situación caótica, y que ignoremos su desenlace, no significa que no podamos influir sobre la misma.
“El hecho de que la solución a la divergencia sea indeterminada no significa que esté fuera del alcance de la investigación racional. Podemos clarificar la red de fuerzas en operación, explicar vectores posibles (y en consecuencia los lugares de posible interferencia consciente) y, por lo tanto, esclarecer las verdaderas alternativas históricas que están frente a nosotros. No se trata de especulación sino de investigación seria; un trabajo que deberíamos estar haciendo”35.
En otras palabras, “ese orden no está determinado, pero es determinable”36.
El desmenuzado examen que sobre el caos sistémico realiza el profesor Immanuel Wallerstein, por muy terrible que sea, está muy lejos de transmitir desilusión y desánimo, algo que dejó claro durante una de las tantas entrevistas que concedió, ante una insinuación que le imputaba desaliento y aflicción.
Pregunta:
“Maciej Wisniewski:
Más allá del hecho de que sus análisis tienden a ser bastante pesimistas, ¿al final del día usted logra mantener, no obstante, una buena cantidad de optimismo?
Respuesta:
Immanuel Wallerstein:
“Cuando me preguntan, en general, si soy optimista o pesimista, mi respuesta casi siempre es que soy 50% y 50%. ¿Está claro? De modo que si usted me concibe como que soy optimista, lo que eso quiere decir es que usted tiene un punto de vista más pesimista que el mío, en cambio, si me percibe como alguien que es pesimista, quiere decir que tiene un punto de vista mucho más optimista que el mío. Eso es todo”37.
Sí nunca antes en la historia fueron tantas las posibilidades de poder actuar “en nada podemos contribuir a una solución deseable de este caos terminal de nuestro sistema mundial a menos que sea dejar claro que sólo es deseable un sistema histórico relativamente igualitario y plenamente democrático. En concreto, debemos movernos activamente y de inmediato en varios frentes”38, con la única condición que, en la estrategia que elaboremos, “nos pongamos unas lentes nuevas y que las utilicemos al mismo tiempo que las vamos ajustando”39.
Notas.
* Entrevista concedida por Immanuel Wallerstein a Maciej Wisniewski. Revista Contrahistorias 9. Septiembre 2007-Febrero 2008. Pág. 84.
** Wallerstein, Immanuel. Geopolítica y geocultura. Ensayos sobre el moderno sistema mundial. Editorial Kairós. Primera edición 2007. Pág. 323.
1. Aguirre Rojas, Carlos Antonio. Immanuel Wallerstein: Crítica del sistema mundo capitalista (Estudio y entrevista a Immanuel Wallerstein). Editorial Era, 2004. (no se incluye la página porque el material de la entrevista que disponemos es una copia digital que el compañero Aguirre Rojas nos hizo llegar)
2. Wallerstein, Immanuel. Análisis de sistemas-mundo. Una introducción. Editorial Siglo XXI. Segunda edición 2006. Pág.105.
3. Wallerstein, Immanuel. Crisis estructural en el sistema-mundo. Dónde estamos y a dónde nos dirigimos Monthly Reviev. Selecciones en castellano nº. 12 Noviembre de 2011.
4. Wallerstein, Immanuel. Estancamiento secular. La Jornada, 25 septiembre 2016. Disponible en https://www.jornada.com.mx/2016/09/25/opinion/026a1mun. Comentario No. 433, 15 Septiembre 2016, originalmente publicado en el sitio web del Centro Fernand Braudel de la Universidad de New York con el titulo Secular Stagnation, or is it worse?.
5. Wallerstein, Immanuel. Recordando a Andre Gunder Frank pensando en el futuro. 2008, Volume 60, Issue 02 (June) http://monthlyreview.org
6. Wallerstein, Immanuel. Conferencia en el Foro Social Mundial 2002 Porto Alegre, Enero, 2002.
7. Wallerstein, Immanuel. El caos como cosa cotidiana. La Jornada, 20 de febrero 2010. https://www.jornada.com.mx/2010/02/20/opinion/018a1mun Comentario No. 275, 15 Febrero 2015, originalmente publicado en el sitio web del Centro Fernand Braudel de la Universidad de New York con el titulo Chaos as an Everyday Thing.
8. Wallerstein, Immanuel. La decadencia del imperio. Estados Unidos en un mundo caótico. Editorial Monte Ávila Editores Latinoamericana. Primera edición en Monte Ávila Editores Latinoamericana, 2007. Pág. 212.
9. Wallerstein, Immanuel. La reestructuración capitalista y el sistema-mundo Conferencia magistral en el XX° Congreso de la Asociación Latinoamericana de Sociología, México, 2 al 6 de octubre de 1995.
10. Wallerstein, Immanuel. UTOPÍSTICA o las opciones históricas del siglo XXI. Versión revisada de las conferencias Sir Douglas Robb impartidas en la Universidad de Auckland, Nueva Zelanda, los días 16, 22 y 23 de octubre de 1997.
11. Wallerstein, Immanuel. Agonías del capitalismo. Iniciativa Socialista, nº31, Octubre 1994. Fue publicado originalmente por New Left Review, Nº 204.
12. Wallerstein, Immanuel. Agonías del capitalismo. Iniciativa Socialista, nº31, Octubre 1994. Fue publicado originalmente por New Left Review, Nº 204.
13. Wallerstein, Immanuel. Impensar las ciencias sociales. Límites de los paradigmas decimonónicos. Editorial Siglo XXI. Segunda edición en español. 1999. Pág. 292-293. “el desorden puede dar vida a las cosas, a la naturaleza y a los hombres” (Ilya Prigogine e Isabelle Stengers, La nueva alianza. Metamorfosis de la ciencia. España, Alianza, 1983, pp. 263, 272).
14. Wallerstein, Immanuel. El CNA y Sudáfrica: pasado y presente de los movimientos de liberación en el sistema-mundo Ponencia principal en la reunión anual de la South African Sociological Association en Durban, Sudáfrica, del 7 al 11 de julio de 1996. Traducción de Ramón Vera.
15. Wallerstein, Immanuel. El futuro de la civilización capitalista. Editorial Icaria. Segunda Edición 1999. Pág. 32-34.
16. Wallerstein, Immanuel. Después del liberalismo. Editorial Siglo XXI. Sexta reimpresión. 2011. Pág. 47.
17. Wallerstein, Immanuel. La decadencia del imperio. Estados Unidos en un mundo caótico. Editorial Monte Ávila Editores Latinoamericana. Primera edición en Monte Ávila Editores Latinoamericana, 2007. Pág. 80-90.
18. Ibidem. Pág. 211.
19. Wallerstein, Immanuel. UTOPÍSTICA o las opciones históricas del siglo XXI.
20. Wallerstein, Immanuel. La decadencia del imperio. Estados Unidos en un mundo caótico. Editorial Monte Ávila Editores Latinoamericana. Primera edición en Monte Ávila Editores Latinoamericana, 2007. Pág. 212.
21. Entrevista concedida por Immanuel Wallerstein a Maciej Wisniewski. Revista Contrahistorias 9. Septiembre 2007-Febrero 2008. Pág. 84.
22. Wallerstein, Immanuel. La decadencia del imperio. Estados Unidos en un mundo caótico. Editorial Monte Ávila Editores Latinoamericana. Primera edición en Monte Ávila Editores Latinoamericana, 2007. Pág. 89-90.
23. Marx, Carlos. Contribución a la crítica de la Economía Política. Editorial Siglo XXI. Novena edición en español. 2008. Pág. 5.
24. Wallerstein, Immanuel. La decadencia del imperio. Estados Unidos en un mundo caótico. Editorial Monte Ávila Editores Latinoamericana. Primera edición en Monte Ávila Editores Latinoamericana, 2007. Pág. 130-131.
25. Lenin. V. I. Dos tácticas de la socialdemocracia en la revolución democrática. Editorial Progreso. Obras Escogidas T. III. Pág. 46. “Las revoluciones son las locomotoras de la historia, decía Marx. Las revoluciones son la fiesta de los oprimidos y explotados. La masa del pueblo nunca es capaz de ser un creador tan activo de nuevos regímenes sociales como durante la revolución. En tales períodos, el pueblo es capaz de hacer milagros…” y agregaba, “Seremos unos felones y unos traidores a la revolución si no aprovechamos esta energía de las masas en fiesta y su entusiasmo revolucionario para la lucha implacable y abnegada por el camino directo y decidido”.
26. Wallerstein, Immanuel. La decadencia del imperio. Estados Unidos en un mundo caótico. Editorial Monte Ávila Editores Latinoamericana. Primera edición en Monte Ávila Editores Latinoamericana, 2007. Pág. 130.
27. Ibidem. Pág. 41.
28. Ibidem. Pág. 266.
29. Ibidem. Pág. 169.
30. Este sistema no sobrevivirá 50 años. Entrevista de Wallerstein al Suplemento Zona del diario Clarín, domingo 17 de marzo de 2002.
31. El albatros racista. Discurso pronunciado en la Universidad de Viena el 9 de marzo de 2000. Traducción del original en inglés por Ramón Vera Herrera. “los caminos de la naturaleza no pueden preverse con certeza. Los elementos fortuitos que en ella residen no pueden eliminarse, y ese hecho es mucho más decisivo de lo que el propio Aristóteles advirtió. Una naturaleza bifurcada es aquella en la cual pequeñas diferencias y fluctuaciones insignificantes pueden, siempre que tengan lugar en las circunstancias oportunas, difundirse por todo el sistema y dar origen a un nuevo funcionamiento”. (Ilya Prigogine e Isabelle Stengers. La nueva alianza. Metamorfosis de la ciencia. España, Alianza, 1983. Pág. 271).
32. Recordando a Andre Gunder Frank pensando en el futuro. Immanuel Wallerstein 2008, Volume 60, Issue 02 (June) http://monthlyreview.org
33. Wallerstein, Immanuel. UTOPÍSTICA o las opciones históricas del siglo XXI.
34. Wallerstein, Immanuel. El fin de las certidumbres en las ciencias sociales. Traducción del inglés de Isabel Vericat. Conferencia en el Seminario “Conceptos en Ciencias y Humanidades”, Ciudad de México, octubre 16, 1998.
35. Wallerstein, Immanuel. Impensar las ciencias sociales. Límites de los paradigmas decimonónicos. Editorial Siglo XXI. Segunda edición en español, 1999. Pág 292-293.
36. Wallerstein, Immanuel. Conocer el mundo, saber el mundo: el fin de lo aprendido. Una ciencia social para el siglo XXI. Primera edición en español, 200l. Pág. 217.
37. Entrevista concedida por Immanuel Wallerstein a Maciej Wisniewski. Revista Contrahistorias 9. Septiembre 2007-Febrero 2008. Pág. 93-94.
38. Wallerstein, Immanuel. Después del liberalismo. Editorial Siglo XXI. Sexta reimpresión. 2011. Pág. 267.
39. Wallerstein, Immanuel. Capitalismo histórico y movimientos antisistémicos. Un análisis de sistemas-mundo. Ediciones Akal, S. A., 2004. Pág. 69.
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