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Pensamientos fuera de temporada

Crítica de la izquierda europea

Fuentes: Senza Censura/Rebelión

Traducido del inglés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos

La izquierda de todo el mundo está en movimiento, en alza en algunas regiones, bajando en picado en otras. En América del Sur la izquierda parece estar en un firme y potente arco ascendente. Esto es igualmente evidente en algunas regiones remotas de Asia como Nepal, donde los maoístas lograron derrocar democráticamente a la monarquía tras años de revolución armada. En India la izquierda ha logrado el poder ejecutivo en algunas regiones. La izquierda militante siguen siendo eficaz e influyente en Colombia (FARC), Filipinas (el Partido Comunista de Filipinas) y México (EZLN). Por otra parte, la izquierda árabe parece estar encerrada en sí misma, ser marginal y sufrir gran cantidad de crisis (http://www.monthlyreview.org/mrzine/bustani191107.html ).

En Europa la izquierda parece estarse deteriorando sin cesar, muchas de sus principales organizaciones (Partidos Laboristas y Socialdemócratas) ya no pertenecen a la izquierda: han adoptado políticas económicas liberales, han reducido los valores sociales (sanidad, educación, vivienda), han restringido las libertades públicas y han seguido sin tener una meta la vía estadounidense, su cruda personificación del capitalismo neoliberal y su objetivo de subordinar al mundo por la fuerza. Este breve ensayo comparte algunos pensamientos sobre la izquierda en su conjunto en la Europa de hoy vista desde mi atalaya situada en el este árabe.

Europa y su izquierda: expresiones de la misma crisis

La crisis de la izquierda en Europa es una de las expresiones de la crisis de la propia Europa.

Cuando hablamos de la izquierda en Europa tenemos que ser específicos al referirnos a aquellos grupos y partidos que siguen propugnando un programa de socialismo y justicia social, cuyos límites serían algunos partidos comunistas europeos, y aquellos que están a su izquierda. Laboristas y socialdemócratas ya no son izquierda ni en la teoría ni en la práctica. En sus perores versiones, algunos pueden ser considerados completamente de derecha.

Históricamente Europa estaba orgullosa de una larga historia de libertades, derechos humanos y de un Estado basado en el imperio de la ley, orgullosa de que eso fuera la primera línea de defensa contra el nazismo y el fascismo; orgullosa de haber derrotado al nazismo y al fascismo, y a la ideología humanamente degradante que estos representaban; y orgullosa de su modelo económico: un capitalismo que era uno pero en el que se había insertado la suficiente adición de socialismo para lograr un cierto grado de bienestar.

Toda esta historia se vino abajo bajo el precipitado embate estadounidense-británico hacia el neoliberalismo. El programa Reagan-Thatcher de desregularización-privatización pronto barrió todo el continente tras el derrumbamiento de la Unión Soviética y del bloque socialista.

Entonces, dado que Washington había utilizado el 11 de septiembre como pretexto para extinguir las relativamente estables constantes de las libertades públicas y de los derechos humanos, Europa se precipitó hacia vías similares activando leyes «contra el terrorismo», formulando listas negras, facilitando los «vuelos secretos» de la CIA y las interpretaciones extrajudiciales, creando presiones secretas y oprimiendo clara e inflexiblemente a organizaciones políticas e individuos de izquierda que todavía mantienen el socialismo revolucionario y apoyan las luchas de liberación en todo el mundo.

La ilusión de la neutralidad de la ley y del Estado «democrático»

Uno de los principales problemas de la izquierda europea es su pertinaz ilusión de que el Estado europeo, con su seguridad, sus cuerpos ejecutivo y judicial, es un Estado neutro, un Estado que permanece a igual distancia de todos sus constituyentes.

Todo Estado es una expresión de interés de clase, una expresión de falta de neutralidad hacia la clase dirigente. Con tales parámetros, todo el proceso (desde las leyes hasta las instituciones) se formula en beneficio de la clase dirigente y este proceso adopta una transformación radical cuando la clase dirigente es básicamente neoliberal con un proyecto transfronterizo de hegemonía.

La izquierda Europa no quiere reconocer que el Estado de derechos civiles y de derecho se ha desmoronado en Europa y que la clase, cuyos intereses representa el Estado, se está moviendo para superarlo. Las democracias burguesas en las que ha funcionado la izquierda europea convenciéndose a sí misma de que eran verdaderas democracias con verdaderas oportunidades de cambio, no eran sino un sistema preventivo ante el socialismo: menos coste para el Estado capitalista que la probabilidad de hacer frente a malestar laboral que puede tomar sus raíces profundas en el corazón de ese «otro polo», la Unión Soviética.

Un vez que ésta se desmoronó ya no había necesidad de mantener esos costes extras. El Estado de derechos civiles y de derecho ya no era rentable, ahora está siendo descartado a una velocidad tremenda: en Francia nuevas leyes laborales y sobre la seguridad social han sacado a manifestarse en la calle a estudiantes y trabajadores, mientras que las enmiendas constitucionales propuestas para permitir el establecimiento de universidades privadas en Grecia como un preludio de la privatización del sistema educativo provocaron una respuesta similar. A nivel de las libertades, cotidianamente se está deteniendo, juzgando y/o condenando a militantes de izquierdas.

Éste es el caso de la detención y vigilancia de activistas de izquierda en Alemania

(http://einstellung.so36.net/en/soli/992), del juicio y la revisión de la causa del activista Bahar Kimyongur y sus amigos en Bélgica (http://www.aboujahjah.com/?p=124), el caso del juicio de la Liga Árabe Europea (http://www.arabeuropean.org) y de sus activistas  Dyab Abou-Jahjah y Ahmad Azzuz (http://www.aboujahjah.com/?p=118), la interposición de un proceso judicial contra el (nuevo) Partido Comunista Italiano (nPCI) y los Comités de Apoyo a la Resistencia por el Comunismo (CARC) en Italia (http://www.carc.it/index.php?option=com_content&view=article&id=64&Itemid=28) y la condena por parte de los tribunales daneses de activista que vendían camisetas con logos de las FARC y PFLP. (http://www.wtopnews.com/?nid=383&sid=1480812).

Todos estos ejemplos son pruebas de la cada vez mayor intolerancia en Europa hacia individuos y/o organizaciones que apoyan luchas de liberación y contra la opresión, que están contra el intervencionismo e imperialismo militar o político, y que se oponen al capitalismo.

No obstante, la izquierda militante en Euskal Herria (el País Vasco) es otra clara excepción y una cruda ilustración de la tendencia al deterioro [de la izquierda] en Europa: A) Es una excepción respecto al resto de la izquierda europea ya que mantiene su militancia y su radicalismo al tiempo que un amplio respaldo popular, lo que demuestra la falta, en general, de la de ellos. Y B) Demuestra la intolerancia del Estado «democrático» europeo hacia movimientos que buscan un cambio concreto en las relaciones de poder, en las estructuras económicas y en lo marcos políticos que los albergan. A diferencia de sus homólogas europeas, la izquierda en Euskal Herria sigue siendo militante y anti-sistema en su insistencia en separarse del resto de Estado español (los partidos que plantean en sus discursos y proclamas la independencia de Euskal Herria siguen obteniendo más del 60% del apoyo electoral), en su insistencia en que la independencia sólo es posible en un modelo socialista y, a su vez, el socialismo sólo es posible si se garantiza el derecho de autodeterminación y, finalmente, su insistencia en la no-condena de la «lucha armada» y por tanto, la consideración de ésta como una opción legítima para lograr un marco democrático que garantice el derecho de autodeterminación y la posibilidad real de todas las opciones políticas incluida la de la creación de un Estado vasco independiente, si así lo decide democráticamente la mayoría de la sociedad que vive en el territorio de Euskal Herria . En un Estado democrático el derecho básico a la autodeterminación se debería mantener y respetar estrictamente, pero las organizaciones de izquierda de Euskal Herría que buscan activamente este derecho básico son simplemente prohibidas y criminalizadas por el Estado por medio de la legislación «anti-terrorista» y de relevantes acciones represivas, y son aisladas de la «corriente dominante» de las organizaciones políticas (incluyendo a las que están en la «izquierda»).

Bajo el capitalismo la ley es una herramienta pragmática para uso el uso selectivo y flexible de la clase dirigente, ya no sirve como garantía contra explosiones sociales como fue el caso durante la Guerra Fría y tampoco es ya la encarnación de la libertad y la igualdad como se pretendía en los estadios tempranos de las revoluciones burguesas.

Con el lanzamiento de las leyes «anti-terroristas» y de las listas negras se está reescribiendo la ley en Europa para acomodarla a la nueva era. La izquierda europea es incapaz de hacer frente a este proceso ya que está siendo implementado por las mismas instituciones no neutrales (los parlamentos locales, el Parlamento Europeo, la Unión Europea) que esta izquierda supone que constituye un terreno justo para un «juego democrático».

La izquierda europea debe entender que «ley» y «democracia» (como la definen sus antagonistas) son términos y mecanismos engañosos. No puede jugar este juego y al mismo tiempo existir como izquierda obligándose a acatar las reglas no neutrales del juego.

La ley es un medio de conseguir un interés, un valor o un derecho. No es un valor en sí misma ni es correcta sólo por estar formulada en un conveniente lenguaje comedido y ser aprobada por los canales adecuados. Los sistemas legales son generalmente el reflejo del deseo de la clase dominante y una personificación de sus intereses, no son sagradas escrituras. La izquierda no reconoce un presencia ultracrítica a ningún texto o institución, por lo tanto, ¿por qué en Europa está acatando ahora las nuevas reglas del neoliberalismo formuladas como «legislación»?

¿Una izquierda subconscientemente supremacista?

El segundo problema en la izquierda europea es su tendencia a menospreciar a los demás habitantes del resto del mundo, en especial del sur global. Quiere hacer respetar sus puntos de vista y forma de entender luchas y soluciones en una obvia contradicción con los rudimentos de la dialéctica y la objetividad.

En muchas ocasiones se han hecho esfuerzos para crear o patrocinar política e ideológicamente a grupos subordinados, una recreación a pequeña escala de la experiencia soviética y de sus relaciones con comunistas e izquierdistas en general por todo el mundo (una experiencia devastadora, como estaría de acuerdo la mayoría).

¿Es posible afirmar que hay tendencias subconscientes de racismo y de chovinismo dentro de organizaciones e individuos de la izquierda europea? ¿Cómo explicar la firme postura de apoyo de las enormes manifestaciones «blancas» en Francia contra enmiendas de la ley que afectarían al trabajo a principios de 2006, mientras que la misma izquierda permaneció observando despreocupadamente los «disturbios de color» en los banlieus parisinos y en toda Francia en otoño de 2005, sólo unos meses antes? Muchos de mis amigos europeos de izquierda estarían de acuerdo en que en ello hay un racismo latente.

Otro ejemplo que lo prueba: la izquierda europea quiere fomentar su propio punto de vista en relación a la lucha árabo-sionista y su «resolución». A consecuencia de su vergonzosa aceptación de proyectos previos de colonización colonial en vastos territorios poblados por naciones indígenas y colonizados por Europa occidental y que se convirtieron en Estados Unidos, Canadá, América de sur, Australia, Sudáfrica y otros, a la izquierda en Europa le cuesta mucho aceptar que la principal solución a la colonización es la descolonización, no su «naturalización». La primera solución absolutamente clara a la ocupación nazi de Francia fue eliminar completamente esta ocupación, sin hacerse preguntas. Excepto si esa ocupación era, por ejemplo, en el norte de África tras la Segunda Guerra Mundial, como fue el caso de Argelia (téngase en cuenta la  vergonzosa posición del Partido Comunista Francés en apoyo del imperialismo francés, http://www.marxists.org/reference/subject/philosophy/works/fr/defeat-french-humanism.htm ) y actualmente en la Palestina histórica.

Ya sea propugnando una solución de «dos Estados» o una solución de «un Estado democrático» (las dos únicas actualmente «aceptables» para las diferentes fuerzas en la izquierda europea) e ignorando completamente realidades y mecanismos de lucha objetivos, la izquierda europea quiere presionar y empujar a los árabes a adoptar las políticas que quiere la izquierda de conservar prácticamente intacto el colonialismo de colonos en la región árabe como el «retorno de los judíos de la diáspora a su antigua tierra». La historiografía revisionista en el Estado israelí ( http://palestinethinktank.com/2008/09/02/gilad-atzmon-the-wandering-who/ ) está poniendo en duda de manera convincente el carácter mítico del sionismo y la propia existencia de un pueblo judío.

Pero entre las clases dirigentes en Europa e incluso en gran parte de la izquierda organizada, la cuestión de Palestina ya no es un caso de algo correcto o incorrecto, un caso de ilegítimo colonialismo de colonos, la creación de un enclave de colonos en una zona que pertenecía a otros, una fundamental e incluso clásica lucha contra el imperialismo occidental y sus diferentes manifestaciones. No, Palestina ahora es un mero conflicto «localizado», que necesita benignas y localizadas medidas de gestión, medidas de un gobierno «estatal» en una región dividida por un colonialismo vivo y vehemente. ¿Fue éste el caso en la batalla contra el fascismo español hace 75 años? Es ilustrativo aunque en algunos aspectos sea muy diferente. ¿Se consideró un conflicto «localizado»? ¿Dónde está la herencia de los internacionalistas que hace décadas se unieron a la revolución palestina? Perece haber una especie de amnesia en la izquierda europea cuando se trata de la configuración básica de Israel, un Estado construido con capital y colonos extranjeros en una zona que pertenecía a otros y contra la voluntad de su población, en su mayoría expulsada.

Lo mismo se aplica en el caso de la resistencia iraquí: la izquierda europea sigue siendo indiferente a menos que la resistencia se adapte a sus propios principios en vez de a los de la evolución y la objetividad. La izquierda parece decir: «queremos una resistencia que sea, progresista, laica, no islamista, que no tenga relación con el régimen anterior, defienda la igualdad de género, sea democrática y clara en sus planes de futuro. ¡Ah, sí, y preferiblemente que esté a favor de los gays! … si no, no podemos apoyar a la resistencia iraquí». Bueno, yo también deseo todo eso, pero, ¡para qué si nosotros no podemos realizarlo! La realidad es que en Iraq hay una ocupación ilegal opresiva, muchos analistas (incluido yo mismo) creen que Iraq es un punto de inflexión para Washington y su proyecto de dominación global, un especie de Waterloo. O bien nos damos el lujo de esperar a que una resistencia evolucione hasta que la consideremos aceptable o bien apoyamos a quienes están luchando sobre el terreno contra la ocupación.

La izquierda europea debe hacer una seria autocrítica de esta actitud de «nosotros lo sabemos mejor» y de su tendencia a considerar ideológica y políticamente inferiores a las fuerzas populares del sur.

La falta de claridad política

El tercer problema de la izquierda en Europa es la falta de claridad política.

  1. Su posición en relación al «Estado» y al «imperio de la ley» en Europa está pobremente definida y llevará al estrangulamiento de la izquierda con la cuerda de la legislación neoliberal si continúa posicionada dentro de su círculo que cada vez se estrecha más.
  1. A pesar del hecho de que la izquierda europea ha establecido tradiciones de resistencia militar (la izquierda encabezó la resistencia militar contra el nazismo y el fascismo), la vasta mayoría de ella se ha girado hoy hacia el pacifismo y la no violencia, y se ha vuelto extremadamente dubitativa a la hora de apoyar abiertamente a la resistencia militar en Palestina, Iraq y Líbano, como si la lucha contra un imperialismo fuertemente armado, armado hasta los dientes con aviación, flota naval y misiles, y que no tiene respeto alguno por ninguna consideración «legal», se pudiera resolver no violentamente. Desde mi punto de vista, el pacifismo como dogma es un activismo suicida que cede más terreno al opresor. Estos mecanismos de lucha no producen nada. ¿Se derrotó al fascismo y al nazismo en Europa no violentamente o acaso el lavado de cerebro del capitalismo ha logrado transformar la lucha de clases en cuestiones de la «sociedad civil», «derechos Humanos», «derechos de la mujer» y «derechos de la infancia», en una militancia fuera de contexto?
  1. Como he explicado antes, Palestina es también una prueba decisiva, por así decirlo, en lo que se refiere a la falta de claridad sobre lo que constituye un típico colonialismo en su forma más contemporánea y violenta.

Incluso los socialdemócratas (que ya no son»izquierda») están diagnosticando como causa de su declive su falta de claridad política y el abandono de sus posturas originales en favor de políticas más cercanas al neoliberalismo. Al informar sobre una conferencia de los socialdemócratas celebrada recientemente en Hertfordshire para discutir sobre su crisis actual (http://dissentmagazine.org/article/?article=1221), Robert Taylor cita el análisis del dirigente del Partido Laboristas danés Wouter Bos, pronunciado en esta conferencia y que gira en torno a resucitar la consigna «Retorno al futuro», la cual defiende una vuelta a la «moralidad de los primeros pioneros de la socialdemocracia europea». Más adelante Taylor afirma: «[Bos] no es el único pensador socialdemócrata reflexivo en Europa que pone en duda si sus partidos no han ido demasiado lejos en incorporar al pensamiento socialdemócrata mercados, iniciativas privadas, libre mercado, globalización, empoderamiento y elección personal. Ahora tiene que haber una re-evaluación de los fundamentos. Hay que traer de vuelta a la política de la corriente dominante las viejas cuestiones de la izquierda europea de distribución e igualdad, protección del trabajador y justicia social».

Taylor indica más adelante que lo que preocupa actualmente a los socialdemócratas «es la inesperada emergencia de lo que parece una grave amenaza de nuevas fuerzas a su izquierda», esto es, la verdadera izquierda, una entidad política más claramente definida si se compara con los socialdemócratas. Pero amenazar a los socialdemócratas, aunque sea un signo positivo del declive de su catastrófico y falso monopolio de la representación de la izquierda, obviamente no es lo suficientemente bueno para una verdadera izquierda cuyo objetivo es interrogar, desafiar y confrontar al propio capitalismo y a sus poderosas estructuras, y no sólo amenazar a secreciones marginales de éste. Esto refuerza una vez más mi punto de vista referente a la importancia fundamental de la claridad política para lograr este objetivo superior.

En Europa el Estado «liberal» se está pareciendo cada vez más a un Estado policial, en el que se están socavando, de forma lenta pero segura, las libertades, sacrificadas en el altar de la guerra contra el «terrorismo». Al mismo tiempo, se enfrenta a una pequeña o no organizada resistencia de una izquierda que se ha desviado por un camino de falsos procesos y de detalles democráticos, y que al mismo tiempo teme la represión y la criminalización de sus oponentes. Las perspectivas son que la extrema derecha sea el principal beneficiario gracias a su retórica populista y dogmática, mientras que la izquierda sigue languideciendo en la periferia de la vida pública.

La izquierda tiene la función histórica de ser revolucionaria, clara, objetiva e internacionalista. La izquierda europea ha traicionado en cierto modo estos valores al haberse ONGizado y participar en los falsos y cooptativos procesos democráticos del Estado y de la UE. En vez de proponer una alternativa revolucionaria, se centra en las opciones de los oponentes y opera de acuerdo con sus normas mientras que subconscientemente alberga el mismo sentimiento racista respecto al sur. La izquierda europea debería enfrentarse a las realidades presentes y a la debacle sistémica de acuerdo con una agenda y un análisis revolucionarios, y volver a contextos claros y definidos. Si no, no habrá demasiado horizonte y en vez de ser una opción política en Europa la derecha fascista populista llenará el espacio dejado por una oposición que, en efecto, ha sufrido una especie de mutación genética y se ha metamorfoseado en un formato más fácil de un sistema duro o en un pálido recuerdo de un pasado lejano que ha sido transformado en un vago sueño por la impronta de hegemonía.

Hisham Bustani es un escritor árabe marxista jordano.

El autor quiere agradecer a Bill Templer su asistencia editorial y a Bea Morales por su perspicacia.

Este artículo se publicó originalmente en italiano en la revista progresista, Senza Censura (Italia), No. 28, marzo – junio de 2009, páginas 4 – 6, y ha sido actualizado expresamente para Rebelión.

Enlace con el original

http://www.senzacensura.org/public/pdf/SC_28_09_it.pdf